UIA
Braun y Chiaradía polemizaron ante los industriales sobre la apertura a las importaciones
Miguel Braun pidió a los industriales "adaptarse" al mundo, pero el diplomático Chiaradía lo cruzó.

La 22° Conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA) comenzó teñida por la incertidumbre generada por el triunfo de Donald Trump y que hoy está postergando decisiones de inversión. Con el vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja como moderador, el primer panel se conformó por el secretario de Comercio, Miguel Braun, el saliente vicecanciller Carlos Foradori, actualmente Sherpa del G20, y el presidente del Departamento de Comercio y Negociaciones Internacionales, Alfredo Chiaradia.

Funes de Rioja invitó a los funcionarios a dar su visión sobre el nuevo escenario global, pero antes de cederles la palabra, remarcó el cambio de expectativas que generó el nuevo gobierno de Argentina en el mundo, que será anfitrión en 2018 de la cumbre del G20.

Junto con el Summit de líderes mundiales de los 20 países industrializados más importantes del mundo se realiza normalmente un evento paralelo, la cumbre de negocios B20 (Business20). “La UIA quiere liderar este B20”, les deslizó abiertamente a los funcionarios. 

“En toda la gestión nos hemos sentido muy acompañados por la UIA”, le agradeció Braun, abriendo su discurso, que cosechó bostezos en el auditorio.

“Una empresa va a decidir invertir en Argentina si ve que puede ganar plata y uno de los determinantes es el acceso a mercados”, dijo y bromeó que si un inversor está entre hacer vino en Argentina o Chile, “obviamente va a preferir Argentina porque el malbec es más rico” pero Chile le ofrece entrada directa a China y al Pacífico con arancel cero, cuando la producción argentina enfrenta aranceles del 10% al 20%.

Con este ejemplo, introdujo los tres desafíos que identifica el Gobierno: la falta de integración comercial ya que Argentina tiene acuerdos de libre comercio con menos del 10% del PBI mundial; una nueva estrategia de industrialización acorde a las formas actuales de producción y la adecuación a los estándares internacionales de comercio y procesos.

Pese su entusiasmo, en el público industrial más que familiarizado con estas verdades de Perogrullo, las palabras de Braun hicieron bostezar.

“Tenemos que trabajar en los próximos años mucho más fuerte para lograr una inserción en los principales mercados del mundo. Y en segundo lugar tenemos que estar más integrados porque la producción mundial hoy sucede en cadenas globales de valor. El modelo de industrialización por sustitución de importaciones de los sesenta donde cerrábamos nuestra economía para que una empresa tuviera que instalarse acá para poder abastecer el mercado interno ya no existe más.”

“Si nosotros queremos tener una industria fuerte, y es lo que queremos, necesitamos ver en qué nichos de estas cadenas globales de valor podemos estar integrados y generar esa inversión tan necesaria”, aseguró Braun.

Un poco contradictorio señaló que “el mundo está reacio en este momento a firmar este tipo de acuerdos” y que hay países de que siguen interesados en negociar con Argentina “como algunos países de Asia, al a vez que las negociaciones con la Unión Europea siguen”, aunque luego aclaró que pueden tardar al menos diez años en arrojar resultados concretos.

Pese al entusiasmo de su exhortación a seguir por el camino de la integración estratégica, en el público industrial más que familiarizado con estas verdades de Perogrullo, las palabras de Braun hicieron bostezar a algunos y retirarse a otros. Por lo que al terminar su exposición recibió tibios aplausos de cortesía.

“Dicen una cosa, pero después es otra. Te dicen que cuidan la industria, pero las resoluciones de Comercio son sacar licencias no automáticas y facilitar las importaciones. Hablan de avanzar en el comercio con la Unión Europea gradualmente, pero nosotros tenemos un arancel de 3,5% y ellos de 18%. Cuando acá estemos en cero, nos van a vender y nosotros no vamos a poder venderles nada”, dijo un hombre de la metalmecánica a LPO.

El diplomático Chiaradía expone ante el auditorio de la UIA.

Por su parte Foradori reconoció que “el problema es que el mundo está cambiando vertiginosamente”. 

“Lo que pasa es que los diplomáticos no pueden hablar de barreras arancelarias o para-arancelarias. No estamos en condiciones de recibir otra sanción de la Organización Mundial de Comercio. Lo que nosotros necesitamos que digan, no lo van a decir ni lo pueden decir: Si no tengo certezas de lo que va a pasar con China, no pueden pedirme que invierta. Si voy a competir con jugadores que tienen las mismas reglas sí, pero si no, no”, explicó un empresario automotriz a LPO.

Como reveló este medio, el Gobierno de Macri enfrenta una decisión crucial, ya que el mes próximo debera votar junto al resto de los integrantes de la OMC, si se acepta a China como economía de mercado.

El que sí se llevó todos los aplausos fue, Alfredo Chiaradia, quien dio números claros de las dificultades que enfrenta la el país a la hora de integrarse al mundo y contradijo a Braun en su diagnóstico.

Midiendo la inserción como la participación de cada país en el comercio global de bienes, servicios, capitales y personas, “Argentina pasó del 2,8% en 1948 al 0,5% en los noventa, a 0,45% en 2010 y 0,33% el año pasado”, detalló el experto.

Para Chiaradia, “primero debe haber competitividad sistémica , para que el país pueda potenciar los empleos y la industria nacional y que esto dé lugar a la inserción inteligente.”

Pero si de inserción inteligente se trata, propuso una medición alternativa: “Sugiero una fórmula medible, la razón del valor agregado de las exportaciones sobre el valor agregado de las importaciones.” Y en esto aclaró que una aproximación se puede ser la relación entre el precio de una tonelada promedio que importamos y el precio de la tonelada exportada. La primera cuesta 1800 dólares mientras que el precio de nuestra tonelada exportada es de 620 dólares, es decir que las exportaciones del país son el 33% del valor importado.

En este sentido, Chiaradia advirtió que las negociaciones internacionales deben darse cuando la economía alcanzó un grado de competitividad óptimo para que los acuerdos puedan plantearse desde posiciones fuertes y no en condiciones desventajosas como las actuales.

Por eso, propuso revertir la causalidad del título del panel y del planteo hecho por Braun. Para Chiaradia, “primero debe haber competitividad sistémica (la capacidad de competir puertas afuera de las fábricas), para que el país pueda potenciar los empleos y la industria nacional y que esto dé lugar a la inserción inteligente que estamos buscando”. Este argumento que libera de culpas a los industriales por la falta de competencia y pone el eje en el sector público se llevó todos los aplausos.

"El mundo que viene en un mundo en combate por los puestos de trabajo. Cada puesto de trabajo que se pierda va a ser cada vez más difícil de recuperar", concluyó Chiaradia.

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