Las hemos visto lanzarse de taxis y preferir morir a ser secuestradas, así lo hizo Lidia Gabriela de 23 años, en noviembre 2022 en CDMX, o cuerpecitos de niñas de 7 años embolsados, como ocurrió con Fátima en 2020 secuestrada y asesinada a escasos 100 metros de donde vivía, apuñaladas, drogadas, los ejemplos sobran, pero lo más lamentable: olvidadas por todos, porque hasta ahora la violencia hacia las mujeres en México solo se ha incrementado, sin que nada lo pueda resolver.

En esta radiografía del horror, el mensaje que envía la población femenina mexicana está claro: han salido del silencio y sus denuncias por violencia han llegado a las instancias adecuadas, así lo demuestran cifras oficiales y recuentos de organizaciones civiles, sin embargo, la impunidad aplasta cualquier intento por mejorar esta problemática.

El rompecabezas de violencia que viven las mujeres en México es tan inmenso, que rebasa cualquier intento de orden; ¿por dónde empezar? Tal vez por lo más triste y desmotivante: los feminicidios por muerte violenta en mujeres de 0 a 17 años de edad superan los feminicidios por arma blanca y arma de fuego.

Basta decir que la mayoría de niñas y adolescentes en México son asesinadas a golpes, estrangulamiento, asfixia o envenenamiento, esa es la definición de violencia en la que estos asesinatos son clasificados. ¿Cuándo esta situación nos pareció normal y cotidiana que desborda los números y lleva años incrementándose con sevicia hacia ellas?

De cara a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el 8M, números, datos y reportes sobran, pero en esta historia de terror de la que todos somos testigos, cabe hacer una reflexión del 2015 a la fecha, como lo realizó el informe realizado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, que se basa en datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Así, de cara al pasado, el documento registra que el los años 2020 y 2021, fueron los más violentos para las mexicanas, y fue la pandemia por Covid-19, lo que reveló un claro despunte de violencia extrema hacia las mujeres.

Las más afectadas son las niñas, en 2015 se registraron 50 asesinatos de menores, y desde entonces la cifra se incrementó y se mantuvo relativamente estable: 55 en 2016; 66 en 2017; 83 en 2018; mientras que en 2019, el primer año del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se registraron 95; en 2020, 115; en 2021 se registraron 11, y 95 en 2022.

Duele saber que las más inocentes y vulnerables, son las más dañadas, en ese mismo tenor asustan los niveles de violencia al interior de los hogares: en México, las mujeres sufren, en promedio, 822 casos diarios de violencia familiar, violación, hostigamiento, acoso sexual y otros delitos de género, esto en 2022.

En enero del presente año aumentó 10 por ciento esta situación: los casos de violencia familiar pasaron de 19 mil 390 en diciembre de 2022 a 21 mil 375 en enero de 2023, México no había tenido un enero con tantos casos de violencia familiar registrados como en este año.

En el recuento de las "gravedades" de esta problemática que no tiene fin, también asusta el aumento que han tenido las denuncias por delitos sexuales, donde los casos por violación crecieron 92.8 por ciento en enero de este año respecto al mismo mes pero en 2015.

Así, el delito de violación registró mil 480 casos en diciembre de 2022 y para enero de 2023 esa cifra aumentó a mil 799, un crecimiento de 21 por ciento, siendo el Estado de México el lugar que encabeza la violencia extrema ejercida contra mujeres, y así toda va al alza, incluso el uso de fuerza física contra las mujeres, en diciembre de 2022 este delito registró 482 casos, mientras en enero de 2023 fueron 519.

¿Qué pasa? ¿A nadie le duele? ¿Las autoridades? Nuevamente se ensombrece el panorama ante la pregunta: ¿por dónde empezar? Abogados, defensores de derechos humanos e instituciones en defensa de las mujeres coinciden: la impunidad mata, al no haber castigos reales para los agresores se manda un mensaje de total impunidad, y que también provoca que al violencia extrema contra ellas escale cada vez más.

A nivel nacional 96 por ciento de las violaciones no se sancionan, al igual que el 88 por ciento de los feminicidios, es evidente que las autoridades están rebasadas ante el desborde de violencia contra ellas que en todas sus modalidades va al alza.

¿Qué hacer? El recuento de datos es infinito, sin embargo, y más allá de analizar porcentajes y hacer comparaciones, en el intento fallido de hacer frente a esta realidad, en política y economía tampoco se apostó en la actual administración por transformar la realidad de las mujeres: el 90 por ciento del dinero destinado para la población femenina mexicana se destinó a programas sociales, cero prevención y los números no mienten, los resultados son fáciles de identificar del por qué estamos como estamos.

Un nuevo 8M sin nada que festejar y todo para protestar, ¿qué datos reunir para despertar del marasmo a las autoridades? ¿Qué historia contar para tocar la sensibilidad de quienes tienen en sus manos el futuro y final de que esta historia de terror acabe?

Ya no es el silencio el peor enemigo de las mujeres, es la impunidad, un monstruo de cien cabezas que debe caer ante las constantes denuncias de las mujeres, que ya no saben quedarse calladas, han salido a las calles a protestar, a las instituciones a demandar justicia, aún sabiendo que pueden perder la vida. ¿Hasta cuándo veremos un cambio?

Sea pues este 8M un día de silencio, de reflexión, de luto, de hartazgo, de lágrimas, pero nunca un 8M sin levantar la voz y exigir que podamos ofrecer nuestras niñas, hermanas, hijas, madres, amigas, un futuro diferente donde las calles sean realmente suyas y sus hogares espacios seguros, donde sepa cualquier cobarde que un solo grito contra ellas es duramente castigado y así nadie se atreva a lo mínimo contra una mujer.