
La polÃtica comercial de Donald Trump ya transita el complicado laberinto de los tribunales de Estados Unidos. El debate de fondo es sobre hasta qué punto la Casa Blanca tiene la facultad de imponer aranceles. Una corte de Washington le otorgó un amparo momentáneo hoy jueves que le aporta oxigeno, pero no lo blinda frente a la posibilidad que el Congreso asuma la conducción de la polÃtica comercial.
Para México es una situación de aristas inquietantes. En la embajada en Washington, asà como en la CancillerÃa, preocupa que los jueces comiencen a decirle a Trump que no puede condicionar la cuestión comercial a resultados en temas como la migración o el combate al tráfico de fentanilo.
Es entendible: si los aranceles ya no funcionan como mecanismo de condicionamiento de Washington hacia México, entonces emerge la opción de la fuerza y la confrontación armada contra los cárteles de la droga.
El momento actual acompaña: el mes que viene la Corte Suprema en Washington podrÃa resolver a favor de las compañÃas armamentÃsticas estadounidenses y liberarlas de la responsabilidad final del uso letal de sus productos. Un litigio que comenzó Marcelo Ebrard en el sexenio anterior y que el encargado para América del Norte, Roberto Velasco, se ha encargado de apaciguar para no agregar tensiones en el vÃnculo con Trump.
La sentencia del máximo tribunal, entienden en el entorno de Claudia Sheinbaum, serÃa un nuevo impulso para aquellos que quieren reemplazar los llamados Acuerdos del Bicentenario - que promovÃa Joe Biden -, por el regreso de un formato inspirado en la Iniciativa Mérida, o sea, una intervención frontal de Washington en la seguridad de México que ya tuvo su primer ensayo en el sexenio de Felipe Calderón. Corolario: serÃa el final fulminante de la polÃtica de seguridad de Andrés Manuel López Obrador.
El fallo de la Corte en Washington le dará vigor a aquellos funcionarios de Trump que quieren colaborar con México, eminentemente, a través de enviar armas y tecnologÃa militar que pueda aplicarse contra el narco. Son los mismos allegados al presidente que avalan la estrategia de Omar GarcÃa Harfuch y observan con cierto recelo a la SecretarÃa de la Defensa.
Para detectar estas aspiraciones basta con repasar los dichos y elogios hacia el secretario de Seguridad que provienen del congresista de Texas Dan Crenshaw, muy conectado con figuras clave del Ala Oeste. Crenshaw pasó de tener un discurso demoledor hacia López Obrador y el Gobierno mexicano para ahora manifestar respaldo total hacia la polÃtica de GarcÃa Harfuch.
En una misma sintonÃa aparece Stephen Miller, el asesor más rutilante de la Casa Blanca y que le ha ganado terreno en las querencias del presidente, según diplomáticos mexicanos, al zar de la frontera Tom Homan. Por cierto: en Washington se ha comenzado a mencionar la posibilidad de que Miller, un alfil contra la migración, reemplace a Marco Rubio si es que el secretario de Estado avanza en sus planes de ser candidato a gobernador en Florida.
Si Trump no logra consolidar en el Salón Oval el futuro de la polÃtica comercial, y la justicia lo obliga a largas incursiones en el Capitolio, su herramienta de presión ya no serán las tarifas sino las armas y la seguridad dominará por completo la relación bilateral. Con todo lo que implica.
Un buen ejemplo de esta dinámica es el debate por las remesas. Velasco le ha dicho a la presidenta que se defienda a partir de las normas contra la doble tributación que constan en el T-MEC cuando, en realidad, la cuestión más determinante podrÃa estar en la seguridad, sobretodo si se considera el mercado negro de remesas que el impuesto podrÃa desatar y, fundamentalmente, quiénes controlarÃan ese flujo sideral de más de 50.000 millones de dólares al año.
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