El pasado lunes el embajador Ken Salazar animó una recepción en la cuál presentó a un grupo de nuevos cónsules que prestarán funciones en México. Ante polÃticos del oficialismo como la senadora Olga Sánchez Cordero o el gobernador de Sonora Alfonso Durazo, el embajador insistió en su discurso de que el trabajo de cooperación entre ambos paÃses es muy positivo y que hay una coordinación eficiente sobre temas sensibles.
Pero a los tres dÃas la realidad es otra: México y Estados Unidos vuelven a exponer teorÃas muy diferentes sobre el la guerra contra la epidemia de fentanilo.
Hoy jueves por la mañana Andrés Manuel López Obrador atacó al gobernador de Florida Ron De Santis y dijo que los precursores quÃmicos para abastecer el tráfico de fentanilo podrÃan ingresar al paÃs por dicho estado de la costa este.
A las pocas horas, en Nueva York, la asesora de Seguridad de la Casa Blanca Liz Sherwood-Randall dijo que México es la principal vÃa de ingreso de fentanilo en América del Norte.
Biden no aceptó la tesis impulsada desde México que era señalar a DeSantis como el culpable de ese tráfico descontrolado. Era una jugada calculada desde Palacio Nacional ya que se esperaba que Biden siguiera esa hilo argumental contra un gobernador republicano que va a disputarle la Presidencia a los demócratas. Pero no sucedió. De hecho, Sherwood-Randall, suscribe la teorÃa de la DEA.
Esta lectura viene a sugerir que hay cien firmas mexicanas que traen precursores quÃmicos de Asia para abastacer laboratorios en México, la mayorÃa controlados por el Cártel de Sinaloa. Según la DEA, cuya directora Anne Milgram se encuentra investigada en los tribunales de EU, el Gobierno mexicano no ha procedido contra esas empresas. Los señalamientos son contra la UIF a cargo de Pablo Gómez.
El otro punto que alimenta esta narrativa es que hace un mes volvieron a parecer ciertos funcionarios civiles en las aduanas de Manzanillo y Lázaro Cárdenas - por donde ingresarÃan los precursores quÃmicos -, que teóricamente deberÃan estar bajo control de la SecretarÃa de la Marina. El detalle más punzante es que algunos de esos funcionarios regresaron a dichas aduanas por una presión ejercida desde la familia de López Obrador.
El fentanilo se ha vuelto una encrucijada para el Gobierno mexicano porque una pregunta que aparece de modo recurrente es qué ocurrirÃa si EU gana esa batalla, ¿Acaso la epidemia de fentanilo estallará en México?
Una pregunta muy compleja y que, según pudo conocer esta redacción, López Obrador ya se la realizó al embajador Salazar.
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