La dirigencia de Acción Nacional emprende la renovación de sus comités locales y reviven las tensiones entre sus cinco figuras principales. |
El PAN en la Ciudad de México se encuentra en uno de sus momentos más delicados. No tanto por el tamaño de su estructura -ya minoritaria frente a otras fuerzas-, sino por el proceso interno que se llevará en las próximas semanas, y que lo amenaza con desfondarse desde adentro: la renovación de sus dirigencias en las alcaldías.
Este proceso, lejos de representar una bocanada de aire fresco, ha evidenciado las fracturas de un partido que ha funcionado durante más de dos décadas bajo el dominio casi absoluto de Jorge Romero, hoy presidente nacional del PAN, y de su grupo político en la capital: Mauricio Tabe, Luis Mendoza, Santiago Taboada, Andrés Atayde y Luisa Gutiérrez -quien sustituyó a Christian von Roehrich, hoy preso por su implicación en el llamado Cártel Inmobiliario-. Los llamados "quintos" que presumen el control total del partido en la ciudad.
Pero ese bloque empieza a resquebrajarse.
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En lugar de perfilarse como una oposición moderna, coherente y articulada, el PAN capitalino se sumerge en un reacomodo interno de facciones, escándalos y apuestas personales. Las alcaldías donde hoy tienen representación -como Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Coyoacán o Cuajimalpa- se convierten en trincheras donde ya no se juega solo la dirigencia local, sino el futuro político de los liderazgos que aspiran a mantenerse vigentes.
Por un lado, Luis Mendoza se consolida en Benito Juárez, desplazando sin miramientos el liderazgo de Santiago Taboada, quien fue candidato de la alianza opositora a la Jefatura de Gobierno y que hoy, tras los errores de campaña, el aislamiento y la soberbia política, parece desvanecerse del mapa.
Mauricio Tabe, desde Miguel Hidalgo, lucha por sostener su influencia mientras enfrenta escándalos públicos y una creciente pérdida de control territorial. De ahí su desesperada intervención en procesos ajenos, como en Xochimilco, Iztacalco, Azcapotzalco o Iztapalapa, buscando posicionarse como "líder capitalino" cuando su propio bastión se desmorona.
Andrés Atayde, por su parte, ha sido más silencioso, pero no por ello menos influyente. Luego de su paso por la dirigencia del PAN CDMX, y hoy como presidente de la JUCOPO en el Congreso capitalino, reconstruye alianzas y cuadros, perfilándose como un nuevo eje de poder interno. En paralelo crece también Luisa Gutiérrez, actual presidenta del PAN en la capital: la única figura femenina del grupo de los "quintos" con presencia real, respaldo de Romero y capacidad de maniobra propia.
En paralelo, emergen nuevas figuras, como Ernesto Sánchez en Cuajimalpa, exdiputado e integrante del CEN del PAN, quien ha tejido alianzas con el alcalde Carlos Orvañanos, y que desde una alcaldía periférica ha ido tomando distancia del viejo bloque dominante.
Y en medio de esta lucha intestina, se asoma una interrogante clave:
¿Con quién juega Alessandra Rojo de la Vega? La alcaldesa de Cuauhtémoc -electa bajo las siglas del PRI, pero con estructuras panistas en su nómina- podría convertirse en una figura decisiva para inclinar la balanza de los comités locales, particularmente en esa demarcación donde ya se enfrentan Tabe y Atayde por el control político del PAN.
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Al interior, hay un dato ineludible: el PAN capitalino enfrenta el riesgo de destruirse antes de competir. Si este proceso de renovación se convierte en una guerra fratricida entre grupos, el daño puede ser irreversible. La militancia -cada vez más reducida- observa con escepticismo. Y la ciudadanía que aún mira hacia el PAN como opción opositora no verá con buenos ojos a un partido que se despedaza antes siquiera de salir a las calles.
Porque el verdadero dilema no es si el PAN CDMX desaparece. El verdadero riesgo es que se siga renovando hacia adentro, sin entender que allá afuera ya no representan lo que la sociedad espera y se han convertido en parte de la misma política decadente que critican y la ciudadanía ya no tolera.
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