
Quienes acceden a Andrés Manuel López Obrador deslizan que en los últimos meses el mandatario demuestra un estudio profundo de las transiciones presidenciales en México. En sus conversaciones el presidente enarbola datos y momentos históricos para interpretar situaciones del presente y del futuro inmediato.
Una fijación por el análisis de la historia que no lo aparta de sus intereses más terrenales: ubicar en el gobierno que viene a personas de su confianza o que, según entiende, merecen el reconocimiento de ser transexenales. Y asà se lo comunica a su sucesora.
El presidente ya ha logrado su cometido con dos posiciones: Zoé Robledo que repetirÃa en el IMSS y Rosa Icela RodrÃguez que tendrÃa asegura la SecretarÃa de Gobernación.
En cuanto al primero el reconocimiento tiene su eje en que desistió de ser candidato en Chiapas para consolidar un programa central como el IMSS Bienestar que viene a solucionar parte del problema generado por la desaparición del Seguro Popular. Robledo además tuvo que convencer a varios gobernadores morenistas que no querÃan suscribir al plan de salud federal.
Con RodrÃguez la dinámica es similar. López Obrador le pidió que desistiera de su aspiración en la CDMX para ayudarlo con el cierre del sexenio. Rosa Icela también tuvo que intervenir en varios asuntos sensibles de la Segob.
López Obrador también pide por la continuidad del subsecretario de Egresos Juan Pablo de Botton, con quien tiene una relación casi familiar ya que es amigo personal de sus hijos. De Botton trabajó en el SAT y en Nafinsa y tiene predilección por todo lo referido a la vinculación entre la tecnologÃa y las finanzas públicas.
Otro caso similar es el de Antonio MartÃnez Dagnino, actual jefe del SAT cuyo futuro todavÃa es brumoso en el sexenio que viene.
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