Con la toma de protesta de sus nuevos representantes legislativos y a la espera del comienzo de un nuevo gobierno morenista, Jorge Romero acelera y define su desembarco en la dirigencia panista para liderar la oposición contra la 4T. Según pudo saber LPO, el chilango habría arreglado la vuelta de los principales liderazgos caledorinstas hacia el interior del partido a cambio de reabrir el padrón interno para democratizar las futuras elecciones partidarias.
Luego de las elecciones de junio, la salida de Marko Cortés de la dirigencia panista es un hecho. Esta semana llevó a cabo uno de sus últimos gestos políticos al designar a Noemí Luna como coordinadora en San Lázaro y a Guadalupe Murguía en la Cámara alta. Ante este futuro, Romero acelera su llegada a la presidencia panista de la mano de importantes figuras del calderonismo -histórico grupo enfrentado al michoacano- ante el compromiso de reabrir el padrón interno para garantizar futuras elecciones democráticas y transparentes dentro del partido.
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Con esta jugada, Romero busca convertirse en el nuevo presidente con el apoyo de las principales figuras de diversos sectores. Entre ellos, por ejemplo, Roberto Gil, Javier Lozano, Ernesto Cordero y la propia Margarita Zavala, quienes no son las personas más cercanas a su armado oriundo de la alcaldía Benito Juárez. Su compromiso para sellar este acuerdo sería abrir el padrón y acabar con la figura de los "padroneros", es decir, aquellos líderes encargados de depurar las filas internas durante los últimos años para garantizar la continuidad de un mismo proyecto.
Según fuentes consultadas por esta redacción, el acuerdo ya está avanzado y restarían algunos puntos por confirmar. Por ejemplo, la manera en la que el propio Romero llegaría a la presidencia. El exalcalde propone elecciones para garantizar un proceso democrático, pero los sectores que responden al expresidente lo rechazan porque consideran que el padrón está amañado. De esta manera, proponen un acuerdo entre Romero y Adriana Dávila, quien todavía compite por la dirigencia, para entregarle la Secretaría General y sellar la unidad. Un punto que Romero rechaza porque lo considera un premio demasiado grande para la exsenadora.
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El puesto de la Secretaría General todavía es un punto a resolver para el PAN porque no encuentra una figura que logre consensos. Lo que se sabe, por el momento, es que será mujer porque Romero sería el presidente. Entre las opciones aparecen, por ejemplo, la propia Dávila, pero también la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, y su par de Aguascalientes, Teresa Jiménez. Estos dos nombres no tienen muchas posibilidades porque deberían renunciar a sus responsabilidades ejecutivas, algo que rechazan desde sus estados.
Otra mujer que rechazaría dicho puesto sería Margarita Zavala, quien ya manifestó su intención de tomar un rol protagónico en San Lázaro al haber sido elegida diputada federal por el distrito diez de la CDMX. Ante este escenario quien tendría ventaja sería Kenia López Rabadán, quien podría trabajar como diputada y, a la vez, en la estructura interna del partido. A la espera de confirmar estos detalles, Romero se alista para sellar su alianza y presidir al principal partido de la oposición por los próximos años.
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