Cultura
Crecen las quejas entre empleados de la 4T porque los obligan a comprar el libro de AMLO
Se recomienda comprar la obra presidencial para mantener puestos de trabajo y contratos. Negocio cautivo para Grupo Planeta.

En la conferencia matutina de hoy miércoles Andrés López Obrador presumió el éxito de ventas de su último libro, "A la mitad del camino", por el cual el año pasado recibió regalías por aproximadamente 3 millones de pesos. Orgulloso, "echando aceite", como el presidente suele decir, señaló que vendió medio millón de libros y que es un suceso editorial.

Pero también es una realidad que la comercialización del libro es una cuestión de Estado. Funcionarios de diversas dependencias en el Gobierno Federal, pero también de los estados de Veracruz y Tlaxcala, entre otros, señalaron a este medio que recibieron la orden directa de sus superiores de adquirir la obra literaria de AMLO.

El pedido se instrumenta de modo vertical. A los empleados, fundamentalmente aquellos que no son burócratas y que tienen derechos laborales acotados, se les recomienda adquirir el libro y para demostrarlo deben remitir el ticket de compra en cualquier librería o en plataformas como Amazon. Si después de la recomendación amistosa pasan algunos días y el recibo de compra no aparece, se amenaza directamente con el despido.

Esta obligación laboral tiene especial fuerza en la Secretaría de la Función Pública, donde sus máximas autoridades se han convertido de un tiempo a estar parte en feroces promotores literarios, al punto que ciertos empleados compraron dos libros, solo para tener mayor tranquilidad sobre su puesto laboral.

De este modo el presidente cuenta con una fuerza de ventas cautiva y que, desde ya, es un negocio fabuloso para la española Editorial Planeta, a cargo de la edición y la distribución de los libros. Como se observa, no todo lo referido al país ibérico tiene porque ser mala palabra en la 4T.

Hay que recordar que algo parecido ya había sucedido con Rocío Chocolates, la empresa montada por su hijo Andy López Beltrán, que apareció como postre en algunos de las cenas que compartió AMLO con empresarios. Era un secreto a voces que los chocolates se vendían y se promocionaban desde las gubernaturas de Morena, muy especialmente por Adán Augusto, a quien algunos obradoristas ya le decían en broma "el chocolatero".


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