
Fue muy dura la madrugada en el hotel Presidente de Polanco, donde funcionaba el comando electoral de Xóchitl Gálvez. Las señales de nerviosismo se venÃan intensificando desde las ocho de la noche, cuando las novedades no eran favorables y el encuestador Aldo Campuzano decÃa que habÃa un voto oculto a favor de Xóchitl y ponÃa como ejemplo las últimas elecciones de TurquÃa. Todos lo miraban, pero casi nadie le creÃa.
Campuzano, que llegó a la campaña luego de trabajar con su encuestadora México Elige para Santiago Creel, fue de los grandes derrotados de la madrugada. Sus mediciones y ensayos poco y nada tuvieron que ver con la realidad.
Alrededor de las diez de la noche, ante el clima de crispación, Claudio X. González abandonó el salón del primer piso donde estaba recluido y se retiró en silencio.
En el tercer piso ya a esa altura el ambiente era muy cargado y muchos miraban a Santiago Creel, a quien le reclamaron no haber operado bien con los gobernadores panistas. Varias veces le preguntaron cómo era posible que en estados como Querétaro, Guanajuato o Chihuahua se impusieran los aspirantes morenistas al Senado. No pudo dar respuestas satisfactorias y también se retiró con estela perdedora. Enigma: ¿Será cierto que ahora, definitivamente, se retira de la polÃtica?
Los motivos que ensayó para el desastre fueron otros dos, aparte de la inacción de los gobernadores: una supuesta operación del narco (de ahà los dichos de Xóchitl de una impugnación) y la potencia de los programas sociales, frente a los cuál, entiende no hay demasiado que hacer.
De lejos, quien mayor malestar detonó fue Marko Cortés, que desde las once de la noche comenzó a buscar culpables y a criticar directamente a colaboradores de la candidata presidencial. También fue muy ácido con la campaña de Santiago Taboada en la CDMX.
En el otro extremo, más cerca del llanto que de la furia, Alejandro Moreno Cárdenas. Quienes estuvieron cerca lo vieron con los ojos cristalizados y una mueca de desazón. Es curioso: suele entenderse que es un polÃtico pragmático, frio, calculador, pero anoche la emoción del desastre lo embargó y dio lugar a otra dimensión en su personalidad: Alito también es un creyente, sus actitudes y dichos en privado de los dÃas previos no eran una actuación, realmente pensaba que era una contienda disputada.
Otro que guardaba un silencio, retirado, en una esquina del salón era Jesús Zambrano, cuyo partido podrÃa desaparecer en las próximas semanas. Se lo veÃan tan ajeno a todo que pocos quisieron acercarse a hablarle o darle ánimos. Carga ahora con la devastadora tarea de -quizás- ponerle un punto definitivo al que alguna vez fue el partido progresista más grande de la región.
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