
La velada de ayer lunes en un restaurante del centro histórico que reunió a la cúpula de Morena aportó mensajes y señales a tener en cuenta en tiempo de definiciones.
Que la cena fuera en un establecimiento público y no en Palacio Nacional no fue algo menor. Andrés Manuel López Obrador querÃa que fuera bien evidente la presencia del poder territorial de su partido y sus gobernadores. Más de una decena de camionetas de alta gama, un pelotón de escoltas y los reporteros agrupados en la puerta del restaurante.
Esa puesta en escena fue un contraste perfecto con la realidad opositora de los priistas echándose la culpa de la derrota en Edomex, situación a la cual el presidente contribuyó sutilmente desde su conferencia matutina cuando agradeció al gobernador mexiquense Alfredo Del Mazo por la buena organización de las elecciones.
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López Obrador fue muy concreto en la velada y sus dichos parecieron tener como destinatario al canciller Marcelo Ebrard y su rebeldÃa sobre los mecanismos de elección de candidatos en Morena.
El tabasqueño, según dijeron a esta redacción asistentes a la cena, dijo que el triunfo del Edomex fue histórico y que se debÃa sostener la unidad y el sistema que posibilitó la victoria de Delfina Gómez. El presidente fue enfático por instantes en señalar las dos partes de ese logro, tanto la elección de candidata como la campaña en sà misma.
Después de anoche es difÃcil pensar que López Obrador va a objetar los sistemas de encuestas de Morena. Poco o nada pareciera importar que Mario Delgado el domingo después de las seis de la tarde decÃa que la ventaja iba a ser de 15 o 18 puntos sobre el PRI. Al final serÃa solo de un digito.
Para López Obrador hoy por hoy lo central es que no haya disidencias. En la cena aludió brevemente al fracaso en Coahuila y puso el ejemplo del candidato del PT, Ricardo MejÃa, que se fue de Morena y quedó tercero cómodo. Otro mensaje muy calculado al canciller: en la 4T es una estrella de la polÃtica, pero por fuera se arriesga al vacÃo, a la derrota y al caos.
Un aspecto que debe vincularse con otra frase que el presidente cultiva ya desde hace algunos meses y que dice que él buscó tres veces la presidencia hasta triunfar. Traducción: si Ebrard no es candidato el año que viene pudiera serlo en el 2030.
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López Obrador también precisó que se debe cerrar bien el sexenio, cuidar la gobernabilidad y la gestión y que es una responsabilidad de los funcionarios actuales. El presidente dijo que no quiere renuncias intempestivas, acaso con el recuerdo de algunas salidas problemáticas (como Carlos Urzúa o Tatiana Clouthier). Un contrapunto con el reclamo del canciller de que todos los aspirantes renuncien a sus cargos.
Dijo, sin embargo, que la decisión debÃa someterse a través de Morena. Para muchos, una respuesta al Canciller, cuya fortaleza no se encuentra precisamente en el dominio de la estructura partidaria.
¿Votarán los consejeros que responden a Sheinbaum, Adán y otros "Puros" en favor de la renuncia de las corcholatas? ¿O acaso se volverá una contienda para volver a poner a prueba la fuerza de cada uno de los suspirantes? Son los juegos que disfruta el Presidente.
Anoche el canciller no estaba cómodo ni demasiado expansivo. No le agradó el trató de familiaridad que Claudia Sheinbaum recibió por parte de más de la mitad de los gobernadores convocados.
El presidente percibió cierta tensión y de ahà su silencio de esta mañana sobre la cena. No quiso dar detalles y solo dijo que él no influirá en su sucesión. Su problema es que nadie en su propio Gobierno le cree. De ahà la tensión que domina la jornada de hoy martes, a la espera del anuncio de Ebrard.
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