Larry Fink, titular de BlackRock, el mayor operador de activos financieros del mundo, le pidió ayer miércoles a Andrés Manuel López Obrador que confirme su presencia en la Cumbre de las Américas del mes que viene en Los Ángeles. Según pudo conocer este medio, le dijo que será clave su presencia porque además de la cumbre presidencial, acudirán algunos de los CEOs más importantes de Estados Unidos y será una ocasión para atraer inversión y generar empleo de calidad en México.

López  Obrador no mencionó ese pedido en la conferencia de hoy miércoles pero dijo que Fink lo invitó a una reunión con inversores en septiembre en Nueva York.

Fink vuelve a ser un hombre decisivo en la relación bilateral. Lo fue en 2019 cuando en una cumbre de negocios en Yucatán gestó el viaje de López Obrador a la Casa Blanca de Donald Trump en compañía del entonces secretario de Comercio, Wilbur Ross. 

Ahora el escenario se reitera. Fink, que entre los jefes de Wall Street es de los más cercanos al gobierno de Joe Biden, le pide al presidente mexicano que no desaire una Cumbre donde ya está en duda la presencia de Jair Bolsonaro. Sin Brasil y sin México el evento se desploma. Algo muy similar a lo que el embajador Ken Salazar le había dicho a López Obrador apenas horas antes.

  El mandamás de BlackRock es un cultor de la transversalidad en México. Tiene una relación con López Obrador que ningún banquero o inversor del exterior tiene pero esa misma sintonía supo generar con Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray. Fink es la síntesis de la polarización entre 4T y modelo neoliberal.  

López Obrador insiste en que se invite a Cuba y a Venezuela y entiende la Cumbre como su oportunidad de liderazgo regional, una idea de Beatríz Gutiérrez que lo tiene encantado. Pero para Biden una postal frente a mandatarios que él define como autócratas lo desprestigia internamente y lo complica a nivel electoral.

Fink le dijo al presidente que la Cumbre es una oportunidad para demostrar la apertura de México a los negocios y corregir ciertas percepciones que se instalaron tras la fallida reforma eléctrica. El banquero es el gran respaldo de la postura del canciller Marcelo Ebrard, quien también quiere que el tabasqueño esté presente en California.