El monitoreo permanente que lleva el Gobierno de la imagen presidencial arroja pistas y datos que tienen relevancia por estas horas, cuando Andrés Manuel López Obrador se encuentra en un segundo plano por un supuesto contagio de Covid.

La tragedia migrante de Ciudad Juárez le costó al oficialismo, según dicen los encuestadores coordinados por Palacio Nacional, cinco puntos de imagen positiva, ubicándose esta entre los 55 y los 57 puntos según el sondeo.

El presidente tiene la fijación de estar cerca siempre del 60% con lo cual rápidamente recurrió a un anuncio rimbombante como fue la compra de las plantas de Iberdrola por parte de CFE. Un anuncio que además encerraba parte de una narrativa que le reditúa al Gobierno en su base como plantear una animadversión hacia todo lo ligado a España.

Pero el repunte esperado no llegó En los días subsiguientes al anuncio la imagen del tabasqueño permaneció inamovible y así se llegó a la conclusión oficial de que el electorado no había comprendido del todo la operación con la compañía ibérica.

A continuación se apostó por un esquema un tanto más elemental y se recurrió a la pelea con el Pentágono, la DEA y todo lo relacionado al gobierno de Estados Unidos. La narrativa presidencial puso mucho énfasis en que México es soberano y no precisa del apoyo del país vecino para abatir al narcotráfico. Pero tampoco funcionó.

La explicación en Palacio fue que la violencia está muy fuerte en estados gobernados por Morena (Michoacán, Sonora, Morelos, Tamaulipas y Baja California Sur) y que la propia base del Gobierno empieza a entender que el esfuerzo de la Sedena y la Guardia Nacional no basta.

Hubo un tercer intento que fue la pelea con la Suprema Corte pero para el grueso de la población el máximo tribunal es una entelequia lejana. Quien gobierno y quien debe responder es el presidente. Vestigios del México hiper presidencialista.

La ausencia presidencial y el discurso alarmista y poco empático de actores de la oposición para con la salud de López Obrador pudiera ser la respuesta que el Gobierno buscaba. Por ejemplo: esta semana se recuperó el raiting de la mañanera que venía en una caída imparable. La novedad de un nuevo animador (Adán Augusto López Hernández) trajo de regreso a la audiencia.

El otro aspecto es que el electorado conecta con esta vulnerabilidad presidencial en gran medida, deslizan en el staff de López Obrador, porque el tabasqueño nunca ha mentido sobre su salud decadente. Lo ha reconocido en plana crisis por los Guacamaya Leaks : "soy un hombre muy enfermo".

Finalmente, la ausencia presidencial en México está asociada a un vacío de poder, a un momento de desgobierno que el electorado rechaza y de ahí también la simpatía para con el mandatario en estas horas complejas.