Desde que LPO reveló la posibilidad de que este lunes Marcelo Ebrard renuncie a la CancillerÃa para dedicarse a su proyecto presidencial en el gabinete se multiplican las especulaciones y los intercambios sobre cuál será el destino de la conducción de la SecretarÃa de Relaciones Exteriores.
Debe decirse: en el entorno del canciller insiste en que este no renunciará aunque sà hará un anuncio "importante".
Y otro dato no menor: El Departamento de Estado quiere que Ebrard siga en el cargo por lo menos hasta poder mostrar algún resultado del esfuerzo binacional para contener la migración y para luchar contra el fentanilo.
La primer certeza que se maneja en el staff oficial es que si Ebrard renuncia todo su equipo saldrá de la dependencia. No habrÃa posibilidades de ascensos o promociones. Este detalle pesa porque el director para América del Norte Roberto Velasco tiene buena relación con el embajador Ken Salazar y con los principales funcionarios del Departamento de Estado. Pero de momento no serÃa opción.
En orden de cercanÃa la primer interesada es la Primera Dama Beatriz Gutiérrez Müller quien tendrÃa dos candidatos para proponer en reemplazo de Ebrard. Hay que observar quienes fueron los embajadores impulsados por ella. También su buena relación con el subsecretario para América Latina Maximiliano Reyes. En las últimas semanas Gutiérrez se acercó a Ebrard y dejó de lado el conflicto de este con sus tÃos, una historia que se saldó en una mañanera meses atrás y que tuvo a Ebrard por ganador.
El principal obstáculo que enfrenta es que, siempre bajo la lógica de la relación bilateral, Washington asume a Gutiérrez como demasiado cercana a paÃses que no son del todo convenientes, como es el caso de Cuba o Venezuela.
Otro que levanta la mano es el embajador ante Naciones Unidas José Ramón De la Fuente, que desde Nueva York asegura estar listo para el reemplazo. Tiene una relación cordial con Ebrard y buena imagen entre los diplomáticos.
Otra opción serÃa Rogelio RamÃrez De la O, a quien le agrada la idea de dejar la economÃa en buen estado, con un "superpeso" y blindarse asà ante cualquier convulsión para una vez cerrado el sexenio seguir con su vida de consultor económico. Al secretario le gustarÃa pasar a la CancillerÃa para asà no ser responsable del cierre económico del sexenio.
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