El informe de gobierno de Adrián De la Garza tuvo una señal secundaria muy acorde al momento actual: el integrante del CEN del PAN Santiago Creel, de buena relación con varios integrantes del gabinete federal, se ubicó en un asiento privilegiado mientras que el dirigente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, que promete litigar contra la presidenta Claudia Sheinbaum, estuvo ausente.
El campechano se convirtió esta semana en un activo toxico al interior de su partido y por eso las figuras del tricolor en Nuevo León están comenzando un cuidadoso repliegue de Moreno Cárdena, en especial aquellos perfiles con posibilidades electorales.
La cercanÃa con Alito es un problema en un estado donde el PRI todavÃa tiene perfiles competitivos.
La centralidad absoluta de la presidenta en la arena polÃtica llama a evitar cualquier fricción mientras que Alito tiene su principal capital polÃtico en el Departamento de Estado, algo muy favorable en el cÃrculo rojo pero poco conducente si se trata de evitar problemas con Palacio.
Es una situación problemática porque el dirigente, artÃfice de una debacle terminal del PRI, quiere estar en Nuevo León, Durango o Coahuila porque entiende que desde esas entidades se puede iniciar el operativo para revitalizar al partido. Pero, al mismo tiempo, los jugadores locales del PRI en dichas latitudes no lo quieren cerca.
Alito, mirado desde una óptica presente en Palacio, es muy parecido a Andy López Beltrán: los dos se mueven en grupos compactos, viven una crisis de prestigio y tienen una buena agenda de contactos en los poderes fácticos. Pero no son funcionales en lo troncal que es ganar elecciones.
El año pasado Moreno Cárdenas, en su oficina de Avenida Insurgentes, maniobraba durante horas, en diversas reuniones, una tableta con datos, gráficos y mapas que decÃa que la elección presidencial estaba pareja. El resultado de la contienda fue un aterrizaje forzoso del que no ha logrado recuperarse porque le cimentó una estela de polÃtico poco operativo, torpe en sus cálculos y hasta, por momentos, fantasioso. Igual que el hijo del expresidente, que querÃa ganar la elección de Durango repartiendo un semanario partidario editado en la CDMX.
El momentum presidencial es tan potente que los cuadros que le quedan al PRI, y asà lo dicen en privado, buscan tocar base en Palacio antes que poner en marcha sus movimientos electorales. Cuando reciben por respuesta que no pesa un veto sobre ellos, es que activan sus proyectos. Un guiño subterráneo, secreto, lateral, pero que en el México actual es más valioso que una postal con Alito que es, por cierto, quien debe avalar las candidaturas.
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