Mientras escala la tensión en el Caribe, el oficialismo esgrime un mutismo necesario para resguardar la negociación del T-MEC. |
La incursión militar de Estados Unidos en el Caribe se está convirtiendo en un asunto de inquietud en Palacio Nacional a pesar de que el Gobierno exhiba un silencio absoluto para eludir fricciones con la Casa Blanca.
Con el objetivo de evitar escenarios que pudieran descarrilar la renegociación del T-MEC, el subsecretario para América del Norte, Roberto Velasco, actualmente con una influencia muy superior a la del propio canciller, Juan Ramón de la Fuente, ha recomendado evitar cualquier tipo de reacción frente a la escalada militar de Washington en Sudamérica.
Una estrategia que se refleja en otros ámbitos como la cautela frente al drama palestino (que incluye ciudadanos mexicanos), o el repliegue absoluto del litigio judicial contra los fabricantes de armas de Estados Unidos.
Trump quiere sumar a Argentina al despliegue militar en el mar caribe contra Maduro
Pero el escenario de Venezuela es una interpelación ineludible: Donald Trump se dispone a atacar militarmente al narcotráfico que entiende protegido por Nicolás Maduro. La misma lógica aplicada en la captura y ejecución de Osama Bin Laden en 2011, que estaba escondido en Pakistán con una relativa inacción de su gobierno de aquél entonces. Y una señal muy delicada para el oficialismo en México.
La Casa Blanca opera militarmente frente a Venezuela bajo la tesis de que su gobierno no quiere o no puede detener al narcotráfico. Este razonamiento asoma en la retórica de Trump hacia México cuando se pronuncia sobre la capacidad y la voluntad de Claudia Sheinbaum frente al crimen organizado. En diversas ocasiones, además, esos mensajes han incluido la intención de enviar tropas estadounidenses a México con la finalidad de atacar a los cárteles.
Este tablero eleva la preocupación en el gabinete de Sheinbaum a la par que cristaliza una idea que se reitera en diversas conversaciones: una operación de Trump en Venezuela podrÃa cimentar el camino formal para maniobras similares en México, especialmente si se consideraran ciertos dichos de funcionarios estadounidenses referidos a la narcopolÃtica.
En el Capitolio, por cierto, ya se realizan las gestiones correspondientes para justificar los movimientos militares en el Caribe y que estos tengan cobertura legal. El vehÃculo jurÃdico es el de un "conflicto armado no internacional": Trump no va a la guerra contra Venezuela sino contra una organización criminal cuyo nombre no aparece en los documentos enviados esta semana al Comité de Fuerzas Armadas del Congreso y revelados por la agencia AP.
Frente a estos movimientos Sheinbaum esgrime una distancia calculada y que le da sentido a esa táctica que le dice que con Trump es mejor hablar por teléfono que reunirse en persona. Demasiada cercanÃa pudiera ser un estÃmulo negativo para los halcones del staff del republicano que tienen a México en la mira, como es el caso del vicepresidente JD Vance, que quiere incluir un capÃtulo de seguridad en el nuevo T-MEC, tal como informó el pasado jueves esta redacción.
Es evidente: el vicepresidente, que quiere suceder a Trump, entiende que Sheinbaum hará lo necesario para preservar el tratado comercial y por eso quiere atar la renegociación a la polÃtica antidrogas. Pregunta que flota en diversos despachos de Gobierno: ¿El secretario de Estado Marco Rubio intervendrá a favor de México?
La duda es válida porque The New York Times reportó a fines de septiembre que Vance, Rubio y el asesor Stephen Miller, principal interprete de la base republicana en la Casa Blanca, se han acercado a partir del asesinato del activista Charlie Kirk y de los funerales organizados por Trump.
En los ámbitos diplomáticos de Washington se menciona, en voz baja, que fueron Miller y Vance quienes decidieron mejorar su vÃnculo con el secretario de Estado. La prueba de ello serÃa la situación de Venezuela: el asesor y el vicepresidente, habitualmente reactivos a intervenciones militares en el extranjero, ahora estarÃan a favor de fulminar al régimen de Nicolás Maduro. La duda en el horizonte pareciera ser cuándo y, más aún, cómo, sucederá.
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