La presidenta, en un guiño a Palenque, retrae su agenda internacional. La presión de Washington y un regreso inquietante. |
La última escala de Claudia Sheinbaum en el zócalo capitalino arrojó dos señales paralelas: primero la ubicación lateral de los actores más allegados a Andrés Manuel López Obrador y luego un discurso que, si bien puso por lo alto la unidad del oficialismo, tuvo su foco en la honestidad, en un momento en el cuál los satélites de Palenque aparecen sacudidos por escándalos de diversa intensidad.
Un dÃa antes la presidenta habÃa concurrido al acto conmemorativo de la Armada en Veracruz para pronunciarse en contra de las prácticas corruptas que tienen en vilo a altos oficiales de la Semar, desde la SecretarÃa de Hacienda se habÃa propiciado la avanzada de Fernando Chico Pardo sobre Banamex ( a pesar de que en 2018 jugó contra la 4T) y tampoco hubo impedimento para que un abogado muy crÃtico del expresidente en el caso Ayotzinapa recalara en un despacho clave de la Corte Suprema.
En tanto, en la semana posterior al discurso del zócalo, la presidente desactivo la retroactividad de la nueva ley de amparo, recibió en Palacio a directivos del Foro Económico Mundial (varios salieron de allà con la idea de que la mandatarÃa irÃa a Davos en enero) y, en paralelo, el presidente de la Corte Hugo Aguilar le aseguró a la cúpula del CCE que respecto al amparo estaba alineado con la idea de Sheinbaum.
Esta sucesión de determinaciones tuvo, como era de esperar, una reacción ineludible desde Palenque, cuando se empezó a instalar en diversos cÃrculos del oficialismo que López Obrador se dispondrÃa a recorrer el paÃs en diciembre con motivo de su nuevo libro, dato que fue anticipado por esta redacción.
Como sea, desde que se conoció esa novedad, la presidenta recalculó y cerró filas con su antecesor, probablemente, en el plano menos costoso pero la operación polÃtica de su Gobierno: el de la polÃtica exterior y la diplomacia.
Sheinbaum, que, frente a los empresarios del Foro Económico Mundial, esgrimió un discurso de avanzada en materia económica, institucional y democrática, el pasado 10 de octubre evitó felicitar a MarÃa Corina Machado por el Premio Nóbel de la Paz.
En paralelo, descartó asistir a la Cumbre de las Américas en Republica Dominicana el próximo diciembre y este miércoles dijo que tampoco irá a Davos. Además, eludirá la cumbre de la APEC en Corea del Sur. El mismo libreto de su antecesor frente a la arena internacional guiado, como ocurrÃa en el sexenio pasado, por la tesis de que el electorado morenista valora esas ausencias de alto nivel. Mientras tanto, el secretario de EconomÃa Marcelo Ebrard reitera en cada reunión privada que la inversión extranjera es crucial para que, en algún momento, la economÃa pueda volver a crecer.
La presidenta lo tiene claro pero también entiende la imperiosa necesidad de sostener la unidad, un punto medio definido esta semana por un artÃculo del diario londinense Financial Times que la definió como una "populista pragmática".
A Sheinbaum le preocupa que el PBI no vuelva a expandirse, pero lo que más la ocupa es sostener la cohesión de un movimiento polÃtico muy vigilado por Estados Unidos, donde cada dÃa se reiteran los rumores de quite de visas, intercepciones incomodas en la frontera o movimientos financieros que pudieran poner en jaque a nuevas entidades bancarias.
El Gobierno se encamina, de este modo, a un invierno que pudiera estar marcado por el choque de dos fuerzas con alta capacidad de daño en el tablero polÃtico: la de la Casa Blanca y la de López Obrador.
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