
Si Andrés Manuel López Obrador dio abiertamente la espalda a la lucha feminista, Claudia Sheinbaum la traicionó.Hasta hoy, el saldo es blanco para Cuauhtémoc. |
El 8 de marzo, la secretarÃa de Gobierno de la administración de la Ciudad de México informó que la movilización por el DÃa Internacional de la Mujer fue la mayor desde 2020. Más de 200 mil personas marcharon sobre Reforma hasta el Zócalo. Exactamente 18 dÃas después, el 25, tuvo lugar una de las más deshonrosas votaciones del morenismo. Cuauhtémoc Blanco, acusado por su media hermana Nidia Fabiola de intentar violarla, conserva su inmunidad gracias a una mayorÃa de votos en la Cámara de Diputados. Si Andrés Manuel López Obrador dio abiertamente la espalda a la lucha feminista, Claudia Sheinbaum la traicionó.
Para desertar a la vÃctima en singular y a las mujeres en plural, los morenistas utilizaron un pésimo argumento, inverosÃmil tratándose de ellos, que nunca han creÃdo "ese cuento de que la ley es la ley": el expediente estuvo mal integrado. El partido oficial, el mismo que deja pasar como candidatos a juzgadores a un abogado de narcos y a dos hombres denunciados por abuso sexual, y que pretende encumbrar en la Suprema Corte de Justicia a una plagiaria, acusa imperfección en el proceso. Fallas técnicas al servicio de la más sucia polÃtica.
La primera presidenta de la historia apenas rasgó el techo de cristal y el congreso paritario lo ha enmendado. Gabriela Jiménez, vicecoordinadora morenista, inició una revuelta para rectificar la repentina vuelta en "u" de Hugo Eric Flores, presidente de la Sección Instructora, quien se frotó las manos al recibir la petición de desafuero de la FiscalÃa de Morelos, pero reculó como hacen los polÃticos pragmáticos al recibir una instrucción de la superioridad. Su sed de venganza tendrá que esperar. Cuauhtémoc es su adversario particular, pero el enemigo colectivo es Uriel Carmona, el exfiscal a quien la presidenta en persona acusó de proteger feminicidas. (Ahora nos importan las vÃctimas, ahora no).
Habrá que dar seguimiento a las consecuencias que enfrente la diputada Jiménez dentro del movimiento por oponerse a los defensores de Blanco, aunque entibió su voto con la abstención. Pedro Haces, engallado morenista de último momento, le advirtió que serÃa expulsada no solo de la vicecoordinación, sino del grupo parlamentario, frente a la impasibilidad del coordinador legislativo Ricardo Monreal.
No toda mujer es feminista. Las diputadas se dividen y Monreal se deleita. La denostación de Jiménez es alimento para su creciente poder. Un grupito de mujeres no lo iba a vencer.
Los señores morenistas aplastaron a las legisladoras: Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la Mesa Directiva, el diputado Alfonso RamÃrez Cuéllar y Monreal ofrecieron humo: Blanco se presentará a la fiscalÃa a declarar. Lo lograron con la obstinada complicidad de los priistas Alejandro Moreno y Rubén Moreira. Mucho músculo que somete con facilidad a la secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, y a la exministra Olga Sánchez Cordero, que puso lo suyo para convencer a las rebeldes y resguardar al macho: la inmunidad parlamentaria protege de los dichos, no de los actos.
El feminismo está libre en las calles y preso en las cámaras. Es un hecho que los legisladores morenistas no están de nuestro lado. Hay presidenta, hay cámara paritaria, hay secretarÃa de las Mujeres. Lo que no hay es justicia. La salvaguarda de Cuauhtémoc Blanco calza perfecto al gatopardismo, la paradoja favorita de López Obrador. Todo ha cambiado para que nada cambie, salvo la palabra de la presidenta, que se ha devaluado. "Nosotros no vamos a proteger a nadie", declaró Claudia Sheinbaum. A la vÃctima menos que a nadie. Hasta hoy, el saldo es blanco para Cuauhtémoc.
Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.