Mientras el Gobierno no se termina de reponer del fuerte revés que implicó la asunción de Norma Piña como nueva presidente de la Suprema Corte, en la Secretaría de Gobernación ya trazan líneas de estrategia en caso de que Arturo Zaldívar decida abandonar su vocalía.

Ocurre que en Bucareli, al igual que en Palacio Nacional, se conoce bien el ego y el deseo permanente de Zaldívar por resaltar por encima de las resoluciones y proyectos que deben llevar su firma. Una autopercepción desbordada que llevó a que el ahora ex presidente intentara extender su mandato, saltar a la Fiscalía General, decir que tenía controlada su sucesión en la Corte y hasta dar a entender, en ciertas conversaciones, que él sería un buen candidato presidencial. 

Por lo general nada de lo que dice operar o cabildear termina por tener éxito. Esto quedó muy en evidencia en los votos para el recambio de presidente de la Corte. En este sentido hay que entender la más reciente campaña que emerge desde su propia vocalía y que fue revelada por LPO: instalar con medios amigos que tiene un futuro inmediato en el gabinete.

Como se da por descontado que a Zaldívar le costaría tener un rol periférico y que podría dejar la Corte es que cerca de Adán Augusto López Hernández está circulando el nombre de Enrique Priego, presidente del Poder Judicial de Tabasco, jurista de larga trayectoria, mencionado como posible candidato a gobernador y, lo elemental, amigo del secretario de Gobernación y conocido de Andrés Manuel López Obrador. 

Priego está sumamente compenetrado con la 4T y le evitaría al Gobierno lo sucedido con perfiles como Margarita Ríos Farjat o Juan Luis González Alcántara: promover ministros que a los pocos meses comienzan a votar contra el Gobierno.