El tema del medio ambiente no es "sexy" para la polÃtica, pero indudablemente es "coqueto" y es quizás bajo ese lente que debemos analizarlo. |
Uno pensarÃa que un paÃs megadiverso, con flora, fauna y fungi envidiado alrededor del mundo, además de un partido que tiene las palabras "Verde ecologista" en el nombre, México tendrÃa leyes punta de lanza en la protección, conservación y restauración de sus ecosistemas.
La realidad es que el medio ambiente parece siempre estar relegado al último punto en las prioridades de las autoridades, sin importar el nivel o el partido de origen.
La SecretarÃa de Medio Ambiente y Recursos Naturales, asà como los órganos descentralizados que de ella emanan son la perfecta demostración, con un presupuesto que después de su reducción de más del 50% en la administración Peña Nieto, nunca se han recuperado y cuyo recurso se mantiene al aire, como una ficha de cambio de la que nadie habla.
El cierre de las oficinas de ProcuradurÃa Federal de Protección al Ambiente en Baja California es un tema que he tratado de manera extensa en otras columnas y medios de comunicación, pues representa una falla en el sistema en general, sin importar la austeridad republicana, predicada por los apóstoles de la 4T.
Para la realización de esos trabajos y esas columnas me di a la tarea de entrevistar autoridades de todos los niveles de gobierno, y excepto por algunas excepciones a la regla, lo más común fue ver caras de absoluta sorpresa al ser cuestionados sobre el tema.
En la mayorÃa de los casos, a nivel municipal y estatal tenÃa sentido, el argumento es que "nosotros no tenemos jurisdicción en ese tema", pues la gran mayorÃa de la responsabilidad de protección del medio ambiente recae en el gobierno federal, en oficinas como PROFEPA.
En otros, parece obvio que el tema del medio ambiente no es prioridad, porque el tema no es "sexy".
¿A qué me refiero cuando digo sexy?
Un polÃtico que promete construir una fábrica que generará N cantidad de empleos tendrá puntos a favor en la escala, más en una clase polÃtica que parece más obsesionada con el cargo por el que podrán contener el próximo periodo electoral que el que ocupan en la actualidad.
El empleo es sexy, la educación (siempre y cuando no amenace el status quo del magisterio o se hable de verdadera reforma en el sistema educativo) es sexy, la economÃa es sexy para la polÃtica, son temas que no pueden faltar en la agenda de cualquier aspirante a un puesto público.
El medio ambiente, en cambio, solamente es "coqueto"
Un polÃtico inteligente (o astuto) se dará a la tarea de plantar un arbolito en el parque público de su preferencia o prometerá construir algún área verde que tendrá amplia flora y fauna (aun si es invasiva o no es de la región).
Pero siempre tendrá una connotación de "áreas para que los niños jueguen" o "espacios seguros" o "centros recreativos para combatir la drogadicción", temas que son verdaderamente sexys para el ojo público.
Un polÃtico aún más astuto sacará en redes sociales una foto de su mascota, a la que describe "como de la familia" y se comprometerá a construir un refugio humanitario para animales o un santuario para alguna especie en peligro de extinción que está en boca de todos.
Pero difÃcilmente habrá un compromiso de reducir la contaminación (en cualquiera de sus variedades), no habrá un Ãmpetu a trabajar para plantar flora que es nativa de la zona y no representa un daño para el ecosistema, el compromiso a eliminar las prácticas rapaces de las empresas que buscan deshacerse de sus desechos al menor costo no estará en su programa de trabajo.
Si estás propuestas acaso encuentran espacio entre la besadera de bebés y el apapacho a los adultos mayores, serán las que menos encuentren espacio en medios de comunicación y, por tanto, habrá menor cantidad de personas que estén enteradas de que uno de sus candidatos tiene esos intereses.
De cara al siguiente proceso electoral, la pregunta que debemos hacernos es: ¿puede un presidenciable hacer la defensa del medio ambiente "sexy"?
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