
El costo de nombrar a Juan Antonio Ferrer en la UNESCO y a Hugo López Gatell en la OMS es menor para la presidenta, pero la sensación de que está demasiado atada con el expresidente se acentúa. |
Dos nombramientos diplomáticos de Claudia Sheinbaum han sido una verdadera sorpresa: el de Hugo López Gatell y el de Juan Antonio Ferrer. No se necesita ser un estudioso de la polÃtica nacional para darse cuenta de que son nombramientos para la satisfacción del expresidente López Obrador. Ferrer es su amigo de años y fue nombrado por el expresidente director del INSABI, uno más de los enormes fracasos de AMLO; y el otro, López Gatell, fue su aliado en la irresponsable y criminal polÃtica de salud durante la pandemia COVID.
Se entiende que la presidenta no reniegue del lÃder que la nombró candidata y la dejó al mando. Es algo polÃticamente innecesario y no tendrÃa sentido alguno. Quienes piden distancia pueden esperar sentados. Ha quedado claro que la presidenta, justificadamente, se siente parte toral del movimiento y está permanentemente agradecida con quien ha sido su lÃder durante décadas. Lo que no se entiende muy bien es hasta cuándo va a pagar costos que podrÃa sacudirse sin ningún problema. ¿Qué necesidad de ser criticada por nombramientos que ni le van ni le vienen? Claro, el costo que paga es menor -no creo siquiera que toquen su popularidad- pero rodearse de esos nombres no parece ser una buena idea cuando en Estados Unidos parecen entusiasmados con desatar toda una batalla sobre personaje e instituciones del paÃs.
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El INSABI tuvo que ser cerrado por la ineptitud de sus directivos y el daño que hizo fue tremendo. A la ineficiencia hay que agregarle la corrupción. Pero ¿qué podÃa salir mal al poner a un especialista en ruinas arqueológicas, a un asesor del municipio de Palenque como el responsable del abasto de medicinas? Solamente en una mente afiebrada como la de López Obrador aquello podÃa resultar bien. Ahora Ferrer se va de embajador de México ante la UNESCO que tiene sede en ParÃs. Creo que a pocas personas les importa ese puesto. Es decir, el costo del nombramiento para la presidenta es menor, sobre todo con los suyos, pero la sensación de que está demasiado atada con el expresidente hasta en nombramientos de escasa relevancia polÃtica, se acentúa con este tipo de movimientos.
El caso de López Gatell como representante ante la Organización Mundial de la Salud es diferente. Se trata de un hombre que tuvo una conducta verdaderamente irresponsable y hasta criminal durante la pandemia que azotó al mundo hace unos años. Gatell se negaba a seguir los lineamientos de ¡la OMS! Cientos de miles de muertos en nuestro paÃs se pudieron haber evitado si este hombre hubiera tenido un sentido moral y ético de su trabajo. Y eso lo sabe la presidenta que tuvo que lidiar con él mientras fue jefa de Gobierno de la CDMX. En lugar de eso, el llamado "Doctor muerte" se dedicó a fungir como merolico del presidente. Hizo declaraciones tan estúpidas como que el presidente no tenÃa el virus, ni se infectaba por su "fuerza moral"; subrayaba que el cubrebocas tenÃa "nula utilidad"; calificó a las organizaciones de niños con cáncer de elaborar una campaña "con visión golpista". Ese es el hombre que se va a representar al paÃs en materia de salud. Seguramente sus colegas internacionales pasarán un buen rato escuchando las ocurrencias de este señor. Lo único bueno de ese nombramiento es que va a estar lejos, muy lejos.
¿Qué necesidad tenÃa la presidenta de defender a estos dos sujetos? Ninguna. Sin embargo, en polÃtica cada quién sabe qué le cuesta y qué no. Que ella tenga un enorme capital polÃtico no significa que lo tenga que gastar en morralla lópezobradorista. Enfrente tiene muchos y más significativos problemas. No vale la pena gastar en cachetadas con guante enlodado.
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