La traición es parte del oficio de la polÃtica. Eso se sabe y no espanta a nadie. Hay quienes la ejercen alegremente y sin pudor; hay otros que lo hacen con algún tipo de rubor. |
La Corte ha decidido. La reforma de la mayorÃa oficialista terminó de derrumbar la última muralla que quedaba de resistencia: los votos de los propios ministros. Se sabÃa que estaba dividida la votación. Al igual que en el Senado, con un voto el oficialismo podrÃa estar contento. Al igual que en la cámara alta, el Iscariote vino de la derecha: Pérez Dayán.
Si Yunes fue el hombre que salió de las filas panistas para venderse en un mercado al aire libre, tocó ahora el turno al ministro de la Corte que siempre apoyaron en el panismo. Mal y de malas la derecha será difÃcil que levante la cabeza en el corto plazo.
La traición es parte del oficio de la polÃtica. Eso se sabe y no espanta a nadie. Hay quienes la ejercen alegremente y sin pudor; hay otros que lo hacen con cierta pena, algún tipo de rubor, quizá por la edad o por la dimensión del efecto traicionero que ejercieron. Yunes es de los primeros, Pérez Dayán de los segundos.
Fueron tan necesarios para Sheinbaum como los treinta millones de votos que no se cansan de cacarear en el oficialismo. El morenismo de 2024 no vale millones de votos, solamente vales dos: el del senador opositor y el del ministro. Quedaron atrapados entre Yunes Y Dayán. Tampoco fueron gran novedad: ambos apellidos eran conocidos por veleidosos. Indignan, no sorprenden.
En el tema del ministro resultó claro que algo andaba mal. Ayer mismo volvió a circular ampliamente una nota de La PolÃtica Online en la que se mencionaban las pesquisas en torno al togado por dos casos de abuso contra mujeres. Esto alertaba el sentido de su voto.
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La revelación de LPO indicaba que la maquinaria de la extorsión estaba en marcha. Su voto serÃa para protegerse de una eventual persecución en la que su nombre quedara enlodado por el abuso contra mujeres y no por un acto de bajeza polÃtica que abundan en estos dÃas. Obviamente escogió la segunda.
No podemos negar que ministras y ministros dieron la batalla hasta que pudieron. Aguantaron la embestida. La cadena se rompió por el eslabón más delgado. Queda defender algunas cosas, pero quizá no entusiasmen del todo porque no anticipan buenos resultados: el INE, el INAI, la CNDH, pero pues ya se pueden dar por perdidas.
¿Qué sigue? Lo que diga la mayorÃa de Morena. La reforma judicial es una de las grandes necedades de la historia reciente de nuestro paÃs. Fruto del ánimo de revancha, la ceguera, la ineptitud y los millones de votos, por un lado, y por el otro el de la corrupción, la soberbia, la negación, la mirada corta y el expediente largo.
La presidenta puede tomar decisiones sobre la elección de jueces sin necesidad de hacer caso de sentencia alguna de la Corte. Será sus decisiones y nada más porque nunca admitirán las ideas de otro lado. El oficialismo tiene pocas y malas ideas, pero son suyas. Y la oposición solo aporta traiciones. Mal escenario.
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