
Propagadores del odio en tierra nacional, los morenistas llaman a la unidad mexicana ante los embates de la furia presidencial gringa. No son capaces de dar la mano aquÃ, pero la exigen cuando se sienten atacados. |
Por uno de esos misterios de la polÃtica quienes parecen distantes son en realidad cercanos. Es el caso de Trump y Sheinbaum. Si el estadounidense hace sufrir a la mexicana con sus declaraciones y desplantes, lo mismo hace la mexicana con sus adversarios nacionales.
La señora Sheinbaum pierde el glamour de "lÃder internacional" que le da su fanaticada a la primera de cambios. Mientras recibÃa aplausos por su negociación inicial con Trump, la presidenta no se aguantó y sacó el cobre al anunciar que no invitaba a la titular del Poder Judicial a un evento republicano. Por supuesto no hay consecuencia alguna de la peladez pero no habÃa necesidad de tal medida. Es de todos conocidos que la señora Norma Piña - actual presidenta de la Corte- está polÃtica y funcionalmente desahuciada-. ¿Por qué la presidenta decidió hacer un berrinche de ese tipo? ¿No cupo la más mÃnima sororidad?
Le ganó la gana como se dice o está buscando desquitarse de los sufrimientos que le causa el energúmeno naranja.
El trumpismo tiene seguidores en México y están en Morena. Lo más parecido que hemos visto por estas tierras a la toma del congreso estadounidense por hordas de fanáticos radicales, son las manifestaciones de los morenistas en las sedes legislativas. Gritos, irrupciones violentas, acusaciones sin sustento: el circo total. La destrucción y desmantelamiento del Poder Judicial del paÃs es una de las muestras más patéticas del estado que guarda la institucionalidad en nuestro paÃs. Debe ser la envidia de Trump esa ofensiva destructora. El cese del ficala morelense por atreverse a investigara uno de los suyos - ni más ni menos que acusado de violación- es otro ejemplo.
Propagadores del odio en tierra nacional, los morenistas llaman a la unidad mexicana ante los embates de la furia presidencial gringa. No son capaces de dar la mano aquÃ, pero exigen que los demás se encadenen a las suyas cuando se sienten atacados. La unidad, la concordia no es lo de ellos. Anti Trump para afuera, trumpistas para adentro.
Es innegable la exitosa operación de Sheinbaum con el presidente norteamericano en su primer acercamiento. Pero tiene fecha de caducidad y seguirá otra. Las excesivas loas sobre Sheinbaum llamarán la atención del furibundo naranja y le apretará las tuercas a las negociaciones. Lo mismo sucederá en las llamadas mesas de alto nivel, los negociadores mexicanos se toparán con personajes más radicales que su jefe y ardorosos de destacar en el desprecio a los demás.
El gobierno mexicano deberÃa bajarle a los festejos y aumentar la precaución no vaya a ser que por andar de bocones, se acaba la fiestecita que armaron. DeberÃan verse en diversos espejos: ver a Rocha Moya en el de GarcÃa Luna, a otros tantos mandatarios en el de Mario Villanueva y algún susto como el del general Cienfuegos son ahora más posibles que antes.
Se sabe: del plato a la boca se cae la sopa. La conocida discreción de Sheinbaum deberÃa ser medida disciplinaria en el oficialismo. El escenario es nuevo y confrontarse con los vecinos del norte es algo para lo que no sirve de nada la mayorÃa local, los ataques y majaderÃas a la oposición.
Por lo pronto hay quedarle importancia a tener la casa ordenada y a todos orientados hacia el mismo camino. No se vale el antitrumpismo para afuera pero jugarle al hombre naranja en casa.
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