No es novedad. Los problemas suelen acumularse en las presidencias de los países. Lo que a veces llama la atención es cuando parece que los problemas son generados por el propio gobierno o los aliados de, en este caso, la presidenta.

Se sabía que AMLO le entregaría un desastre. Eso se da por descontado, Sheinbaum no se puede llamar a sorpresa en muchos casos, pero en algunos sí. Es evidente que la descomposición hacia adentro del gobierno es más grande de lo que muchos pensaban -incluso en las filas oficialistas-. A eso hay que sumarle la llamada curva de aprendizaje pues se trata de un equipo en su mayoría nuevo en la presidencia y las dependencias gubernamentales.

Sin embargo, todo parecía brillar en los primeros meses: las mayorías aplastantes en el Congreso, la enorme popularidad con que cuenta la presidenta, la insignificancia opositora y la buena voluntad, disposición o abierta lambisconería de los sectores empresariales. Un mundo de colores se asomaba para la primera mujer presidenta.

México frente al momentum de Marco Rubio

No haré un recuento de las adversidades que ha enfrentado en estos ocho meses la doctora Sheinbaum. Tomemos nada más las últimas semanas. Han sido verdaderamente abrumadoras. Por un lado, la relación con Estados Unidos parece que no es lo que nos dicen de las llamadas telefónicas entre ella y Trump. La presidenta sigue esperando la información de lo que sucedió el año pasado con El Mayo y ahora se suma la entrega de más de una decena de familiares de El Chapo que se entregaron en a las autoridades estadounidenses. También está a la espera de que le informen qué fue lo que sucedió. Falta la información también de las autoridades norteamericanas sobre lo qué sucedió en el accidente del buque Cuauhtémoc. No solo eso, también está a la espera de que le informen por qué le quitaron la visa a la gobernadora de Baja California y a su esposo. Como se ve, la presidenta está a la espera de muchas cosas. El caso de la gobernadora ha puesto nerviosa a toda la clase política y no es para menos.

Si Estados Unidos es un problema latente y Trump acecha todos los días con algo, las cuestiones nacionales no están del todo tranquilas. Por un lado, está la crisis de seguridad en Sinaloa, Jalisco, Colima, Guanajuato y otras entidades. Cierto que hay un cambio en la estrategia en esa materia, pero es corto tiempo el que se lleva para alzarse sonrientes con los resultados. Como si fuera poco, el asesinato de dos colaboradores de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha dejado pasmada a la metrópoli, al gobierno local y al federal.

Por las protestas de la CNTE, la presidenta realizó su mañanera tradicional de manera virtual.

Cuartoscuro.

En medio del estupor por el asesinato de los cercanos a Brugada, La CNTE decide paralizar la ciudad. Han llegado incluso a impedir el trabajo de la presidenta. A su tradicional conferencia mañanera no pudieron llegar los periodistas porque los manifestantes les bloquearon la entrada. Extorsionadores profesionales, los miembros de la CNTE no paran ni ante el crimen: exigen ver a la presidenta y que se cumplan todas sus demandas.

Como si no fuera poco el asedio de estos hechos hay que contar con la aportación voluntaria de estupideces y desplantes autoritarios de los compañeros de partido de la presidenta. Autoridades tamaulipecas deciden amedrentar al periodista Héctor de Mauleón y a el Universal; el presidente del Senado haciendo gala de su ramplonería humilla a un ciudadano obligándole a leer una disculpa pública ¿Así o más fascistas?

Asediada por los problemas que la rodean uno esperaría que sus compañeros le ayudaran, pero parece que prefieren ponerle más piedras en el camino. No cabe duda de que Sheinbaum pasa por días aciagos.