Izquierda
2018, winter is coming
Por Jesús Pérez Gaona
A casi 50 años de 1968, el voto útil como la otra cara del malestar social. La fascinación de AMLO y Morena por la aspiración presidencial.

En Azcapotzalco, durante la última mesa de análisis organizada por la Brigada para Leer en Libertad, una de las brigadistas más célebres tomó la palabra para debatir con Armando Bartra, el conocido sociólogo que dirige el think tank de Morena junto a John Ackerman, Héctor Díaz-Polanco, Jesús Ramírez Cuevas y Epigmenio Ibarra.

Era Marina Taibo, miembro del Consejo Consultivo Nacional del partido marrón y quien -palabras más, palabras menos- reprochó que las luchas que abandera Morena se abandonen poco a poco por el pragmatismo de la aspiración presidencial, depositando expectativas y esperanzas en el cajón de las solicitudes pendientes.

«En manos de quién está el proyecto político del Partido, porque si López Obrador está escuchando a Poncho Romo, ¿dónde estamos los demás, o a quién escucha de este lado?», preguntó Taibo Saiz esa ocasión.

Siendo honestos, existe una mínima posibilidad de que un populismo como el de Trump o Maduro llegue al trono del rey en México. Lo que enciende focos rojos por doquier es que el podrido autoritarismo pripanista dé paso a un populismo hípster a lo Obama. Esa es la imagen con que moldean sus candidaturas en el PRD y Morena (e incluso en el PAN).

Cuidadosamente, la izquierda-de-la-derecha se ha acicalado de figuras «radicales» o «maximalistas», hasta reunir en su seno a militantes herméticos y obedientes de la voluntad del Partido («la nomenklatura», diría un Ricardo Monreal resentido), quienes para promover la democracia no verían mayor problema en compartir espacio de televisión junto a Paty Chapoy, desde luego cuando Esteban Moctezuma haga bien su trabajo.

2018, winter is coming

La autonomía, la aventura, la congruencia, la independencia, nunca fueron el camino para el lopezobradorismo ilustrado. No suman votos ni abonan en las encuestas. Tal vez por ello, a medio siglo de la imaginación al poder y del prohibido prohibir, el malestar social se ha imantado de un desesperado cálculo político ajeno a Morena (pese a ser los más beneficiados): el voto de castigo contra el PRI.

Bajo esta mirada, hoy sólo actúan dos fuerzas, paralelas y antagónicas: aquellos que se sumarán a forzar un cambio (por el menos peor) y «quienes sólo restarán votos a AMLO».

De acuerdo con la inteligencia del mal-menor, quienes restarán votos al partido marrón no representan más que a tres formas de la despolitización. La abstención, que únicamente contribuye a la derecha y al oficialismo (Javier Sicilia, Lydia Cacho). El sectarismo, que aísla, desmoviliza y es «incongruente» (EZLN, Emilio Álvarez Icaza). Y la violencia, totalmente impopular, disgregadora y absurda. «Muchos nos dicen, si les hacen fraude, si les roban, ¿por qué siguen? Porque no vamos a llamar al pueblo a tomar las armas», fueron las palabras de AMLO tras la salida de la cárcel del doctor José Manuel Mireles.

Curioso, por cierto, que Morena se preocupe más por el abstencionismo y el voto nulo que por sus adversarios en la contienda electoral. Lo cual podría subrayar que antes que un movimiento social son un partido político, pese a que la dirigencia asegure que son ambas cosas.

Occupy, el 15-M, la primavera árabe o #YoSoy132 no existieron para Morena. No ocurrieron a menos que sean nuevos ejemplos de la derrota. Y tampoco sientan precedentes las secuelas de la potencia de estos movimientos, como el #BlackLivesMatter contra el primer presidente negro de EEUU, como la mediocre instrumentalización de Podemos en España, o como la rendición de Alexis Tsipras en Grecia a la que fue obligado por la troika.

En contraste, la valentía y la dignidad arropó de pronto a los que ya dieron el paso correcto y, al grito de «Ni un voto al PRI», lo peor del priismo es bienvenido a las filas de Morena. Romo Garza, Moctezuma Barragán, Miguel Barbosa, Elba Esther Gordillo, Eva Cadena, ingresaron a la auténtica «fuerza del cambio» sin el menor filtro. Quizá esto explique por qué Andrés Manuel llamó a votar en 2012 por una opción que evitaría el regreso del PRI a la Ciudad de México, y lo consiguió. Ganó su candidato, Miguel «el Angelito» Mancera. Y con él, el gatopardismo más espeluznante del PRIAN tomó el control del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, aquel que presume independencia y ser de izquierda.

Occupy, el 15-M, la primavera árabe o #YoSoy132 no existieron para Morena. No ocurrieron a menos que sean nuevos ejemplos de la derrota.

«No sé con qué cara van a seguir siendo activistas sociales quienes no se unan a Morena en 2018», fue la respuesta de Bartra a Marina Taibo durante aquel debate. ¡Qué ingratitud y qué soberbia! Pero tenemos malas noticias para el voto útil: hay vida más allá del 1 de julio y AMLO.

En Morena obvian o desdeñan que antes de 2018, lejos de Andrés Manuel y en medio de tanta muerte, hubo mucha vida (léase: rebeldía, resistencia). «Nos quieren obligar a gobernar, no vamos a caer en esa provocación», se leyó en los muros de Oaxaca en 2006, como una lección para estos tiempos.

Hace unas semanas, el Fondo Monetario Internacional anunció la inminente llegada del invierno. «La primavera está en el aire alrededor del mundo», expresó una sonriente Christine Lagarde. A lo largo de casi 50 años, contando neciamente desde 1968, hemos visto varias primaveras en nuestro país, además de que también enfrentamos muchos inviernos.

El horizonte parece ahora distante, ha comenzado a anochecer y el frío empieza a sentirse en la piel cuando las mejores personas de toda una generación caen en la provocación de no luchar contra el PRI más que en las urnas y de no tener mayor ambición que la toma del poder.

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