Los tres comandantes de las Fuerzas Armadas de Brasil presentaron su renuncia en un hecho inédito de la historia reciente de Brasil que no ocurrÃa desde 1977 cuando el entonces ministro del Ejército Sylvio Frota dejó el gobierno del presidente de facto, Ernesto Geisel.
Se trata del Jefe del Ejército, Edson Leal Pujol, Ilques Barbosa de la Marina y Antônio Carlos Bermudez de la Aeronáutica que pusieron sus cargos a disposición del General de Reserva y flamante ministro de Defensa Walter Braga Netto, el nuevo Ministro de Defensa.
De la reunión, además de Braga Netto, participó el saliente Fernando Azevedo y según pudo saber LPO, hubo momento de mucha tensión. Lo paradójico es que, según Folha, los tres jerarcas militares dejaron en claro que no están de acuerdo con "ninguna aventura golpista".
Esta salida expone el proceso de distanciamiento de un sector del ala militar con Bolosonaro, tanto en el intento de control que el presidente quiere ejercer sobre los altos mandos como también respecto a la catástrofe sanitaria que tiene a Brasil como epicentro de la pandemia y record de muertos y contagios.
También muestra figuras dentro del sector militar que apoya al gobierno con figuras como Braga Netto, el actual Jefe de la Casa Civil, Luiz Eduardo Ramos o el Jefe de Seguridad Institucional del Ministerio de Justicia, Augusto Heleno contra quienes no comparten el rumbo del gobierno, como Azevedo.
Bolsonaro tiene más diferencias con Pujol que con el resto desde el año pasado, por diferencias en la conducción de la lucha contra la pandemia: mientras el presidente adoptó una agenda negacionista, el general le ofreció un codazo en lugar de un apretón de manos en un encuentro y generó mucho malestar. El presidente intentó destituirlo del mando, sin éxito por falta de apoyo de Azevedo.
Los militares vienen dando señales de alejamiento, ademas de la salida del ministro de Defensa y la presentación de la renuncia de los tres comandantes, hay que sumar el gesto de Hamilton Mourao vacunándose con la celebración el archivo enemigo de Bolsonaro y gobernador de Sao Paulo, Joao Doria.
En reuniones del lunes, según los interlocutores, los tres comandantes coincidieron en que serÃa importante hacer una transición pacÃfica y controlada, con consenso sobre los nombres de los suplentes.
Brasil es el epicentro mundial de la pandemia y la imagen de Bolsonaro se derrumba
Según publicó Folha, existe el miedo a la agitación en los cuarteles, sobre todo porque este miércoles se cumplirán 57 años del golpe de Estado y se espera movilizaciones y diversas acciones reivindicando el rol del Ejército.
El nuevo ministro de Defensa, Braga Netto, será quien organice el alojamiento de los nombres. Para la Armada y Aeronáutica, Fuerzas de menor peso relativo, la sucesión deberÃa ser menos complicada que en el Ejército.
Bolsonaro quiere a un leal al mando del Ejército pero es no parece ser posible. Para los nombramientos se ponen en valor la anticuad de los uniformados y a partir de este miércoles, el más longevo será José Luiz Freitas (Operaciones Terrestres), que irá a la reserva en agosto.
El segundo mayor es el jefe de gabinete, número 2 en la jerarquÃa, Marco Antônio Amaro dos Santos pero trabajó con Dilma Rousseff y eso lo aleja de las posibilidades.
Edson Leal Pujol, Ilques Barbosa de la Marina y Antônio Carlos Bermudez junto a Azevedo y Bolsonaro.
El tercero, Paulo Sérgio (Dirección de Personal, que se ocupa de la salud del personal uniformado) es aún peor para el presidente, ya que, dio una entrevista en la que enumeró las medidas restrictivas que hicieron que el Ejército tuviera un nivel de contaminación mucho menor que el de la población, y eso generó la ira del presidente.
Laerte Souza Santos (Comando de LogÃstica) es el siguiente en la lista, pero fue el jefe del general Eugênio Pacelli, quien perdió su cargo luego de que las ordenanzas de control de armas fueran derrocadas por orden de Bolsonaro. El siguiente en la fila es el comandante del Nordeste, Marco Antônio Freire Gomes, el único con más cercanÃa con Bolsonaro por su cercanÃa con Luiz Eduardo Ramos.
El panorama es complejo para Bolsonaro, ya que, la imagen se encuentra estancada, la catástrofe sanitaria no cesa y al distanciamiento de un sector de los militares se suman señales desconfianza en los mercados, los aliados del Congreso y el empresariado.
La habilitación de Lula aceleró los tiempos de una disputa electoral en la que Bolsonaro buscará estar rodeado de leales.
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