Mientras todo el arco opositor aún debatÃa en los medios y, sobre todo, en los tribunales la legalidad de la Reforma Judicial de la 4T, Roberto Gil Zuarth lanzó sorpresivamente su candidatura para disputar un lugar en la próxima integración de la Suprema Corte.
El ex senador panista recibió a La PolÃtica Online en sus oficinas y en una extensa entrevista defendió su estrategia de pelear contra la reforma de AMLO desde el terreno que el propio oficialismo planteó: las elecciones de jueces, magistrados y ministros.
-En el amplio segmento opositor a la Reforma Judicial, algunos podrÃan alegar que su candidatura para la Corte avala de cierto modo la reforma impulsada por la 4T. ¿Cuál es su posición?
-Yo soy y he sido crÃtico de la reforma judicial. Creo que esta no es la reforma que México necesita.Esta es una reforma que va a traer enormes implicaciones, porque no resuelve el problema de fondo que es el acceso a la justicia, no mejora la calidad de la prestación del servicio público y muy difÃcilmente con esta reforma vamos a pacificar los conflictos.
Esta reforma está fundamentalmente dirigida a una cosa: resolver o tratar de resolver el aparente dilema polÃtico entre democracia -la regla de la mayorÃa- versus la supremacÃa de la Constitución, que establece qué cosas no se pueden decidir. Es decir, que limita las posibilidades de ejercer el poder por parte de la mayorÃa. De ahà surge el aparente problema polÃtico de por qué en una democracia mayoritaria, once ministros pueden revertir la voluntad del pueblo. Ahà está la nuez del problema.
Hay tres problemas que se han ido mezclando. El primero es una administración jurÃdicamente desaseada que no siguió las formalidades, la toma de decisiones polÃticas. Vimos, por ejemplo, algo que no habÃa sucedido en nuestro paÃs: el presidente gobernando por decreto, como el decreto de austeridad o la derogación de la reforma educativa.
El segundo tiene que ver con una ausencia de diálogo con las oposiciones que generó un chorro de problemas polÃticos asociados a la implementación de polÃticas públicas. No hablaban en el Congreso, las partes quedaban absolutamente frustradas por el proceso y, entonces, sucedió que muchos de los problemas polÃticos no resueltos a propósito de la creación de leyes o de reformas se trasladó inevitablemente a la sede judicial. Lo vimos en la ley de la industria eléctrica.
Ese serÃa el tercer problema: las oposiciones -viendo el retroceso electoral y parlamentario- canalizaron parte de su oposición en el litigio estratégico y eso provocó que la Suprema Corte se recargara de asuntos y prácticamente estuviera durante mucho tiempo corrigiendo la polÃtica pública de una administración. No solamente revisando si la ley es contraria a la constitución o si una norma afecta una competencia de una entidad federativa, de un órgano constitucionalmente autónomo; sino la Corte empezó a recibir asuntos relacionados con litigio estratégico de las oposiciones que estaban de alguna manera insatisfechas porque no fueron parte de la toma de decisiones por la ausencia de diálogo.
Eso lo que ha generado es una sobrecarga en el poder judicial que lo ha puesto en este problema de si debe imperar el principio democrático o es legÃtimo que haya un custodio de la constitución y de los consensos petrificados que tiene la misma.
-En muchos paÃses este proceso que describe se resume en los conceptos de la judicialización de la polÃtica y la politización de la justicia.
-SÃ, son debates contemporáneos. De hecho, conforme estos regÃmenes fueron acentuando sus mayorÃas se ha venido discutiendo la legitimidad de los tribunales constitucionales para proteger a las minorÃas y contener a las mayorÃas. Esto no es nuevo y ahà están muchos paÃses que tienen ese mismo problema.
Al final de cuentas, los regÃmenes hipermayoritarios cuestionan los elementos sustanciales de la democracia liberal y la democracia liberal implica mayorÃas temporales, sÃ, con cierto poder de decisión, pero también con un espacio que no puede ser decidido ni siquiera por esa mayorÃa. Es de alguna manera el coto vedado: la estructura esencial que tiene la constitución y que es garantizado por el tribunal constitucional.
Estamos en ese problema polÃtico. Insisto en que estoy en desacuerdo con la reforma judicial. La he criticado pública y abiertamente. Ahora bien, también creo que ya son las reglas del juego.
En ciertos sistemas polÃticos a esas reglas del juego hay dos maneras de enfrentarlas. Un primera opción es desde la negación, es decir no aceptando que son legÃtimas, que son válidas y vinculantes. En ese caso se asume una lucha más en el desconocimiento, en una suerte incluso de abstención para no validarlas ni siquiera en lo mÃnimo.
La otra opción es la lucha que emprendes para cambiar las reglas desde la propia legalidad imperante. Esta decisión México ya la vivió. Hoy López Obrador no serÃa presidente de México si no hubiese habido generaciones que tomaron la ruta de enfrentar la legalidad injusta con participación precisamente para cambiar la ley.
-¿Se refiere al PAN, por ejemplo, que se presentaba a la elección aunque al mismo tiempo denunciaba que estaban definidas de antemano?
-SÃ, por ejemplo el PAN, pero también una parte de la izquierda. Hay dos ejemplos que han tenido éxito: la larga travesÃa del PAN con esa tradición que estableció o resolvió el dilema participando, denunciando las leyes injustas, ganando terreno. A medida que iba aumentando su representación en el poder, iba presionando más para cambiar esas reglas. Y eso fue una parte de la aportación que hizo el PAN como bienes públicos a esa transición democrática.
Pero también hubo lo que yo llamo la actitud democrática de la izquierda, cuestionaba las reglas, que eran injustas, inequitativas, que habÃa árbitros capturados por el propio gobierno, pero habÃa que participar, habÃa que desafiar el status quo, asumir una competencia y un combate democrático en el seno de las elecciones y, frente al resultado, cuestionar lo que fue indebido y plantear la modificación de lo que debe ser corregido.
Quiere decir que no todo está perdido. Las elecciones también son una oportunidad para disputar palmo a palmo el poder. El sistema electoral conforme lo diseñaron da enormes oportunidades para ganar, para que llevemos a buenos jueces y magistrados y ministros a defender, desde dentro, la propia constitución con las reglas de la reforma judicial.
-La pregunta ineludible, entonces, serÃa: ¿Qué garantÃas tendrá usted -o el resto de los candidatos no alineados con el gobierno- de que efectivamente podrán acceder a ese "adentro" para poder ir modificando las cosas que se consideran mal?
-Como decÃamos hace muchos años: el objetivo es complejo, la meta se ve difÃcil, el camino es cuesta arriba. Yo no quiero que esto parezca como esta aventura quijotesca de un opositor que está pretendiendo arrebatarles lo que ya está decidido. Si ya está decidido, lo vamos a ver en el camino y también debe ser motivo de denuncia eso que ya está decidido.
Soy de los que creen que la única manera de visibilizar los problemas de una legalidad injusta, inequitativa, es debatiéndola. Por ejemplo, hoy no tendrÃamos credencial de elector con fotografÃa si hace 30, 40 o 50 años candidatos de oposición no hubiesen denunciado que votaban los muertos. Lo mismo podemos decir ahora.
En las leyes secundarias se estableció que el INE va a determinar cuántos votos podrá disponer cada ciudadano. Dicho de otro modo, cada ciudadano no podrá votar en cada elección de juez, magistrado o ministro, sino que deberá elegir en cuál de todas las contiendas participa con sus votos. ¿Esto fortalece el voto corporativo o de estructuras partidistas?
-Esa es la segunda razón por la que me he presentado. No solamente es una aspiración personal, también hay un propósito especÃfico. Si esta es la legalidad que va a imperar hacia adelante, tenemos que organizar de mejor manera a la sociedad. A quienes no creen en este modelo, a quienes han sido lastimados por la reforma, a quienes van a ser excluidos, a quienes vemos con preocupación porque pensamos que nos podemos quedar sin Poder Judicial o que se va a convertir esto en una extensión del partido oficialista. Es la oportunidad para formar cuadros y para generar una nueva conciencia.
Me gustarÃa recordar que a esta reforma la preceden tres derrotas. La primera derrota fue polÃtico-electoral, porque la reforma se presentó el 5 de febrero del 2024 y muchos de nosotros creÃmos que era tan insensata que no tenÃamos que ni discutirla. Prácticamente pasó en silencio. No se fijó posición, no hubo una movilización. Y aquà estamos.
La segunda derrota fue jurÃdica y fue cuando no se pudo parar la sobre representación. Y la tercera derrota que explica la reforma fue parlamentaria, cuando no se pudo sostener un voto -el de Yunes- que hubiese impedido que se alcanzaran las dos terceras partes en el Senado. Fue una derrota que un tránsfuga se cambiara de partido para hacer posible esa reforma.
Mi pregunta es: ¿Vamos a permitir que se dé la cuarta derrota en la defensa de uno de los pilares de la república simplemente porque no vamos a ir al pelear este partido?
-Algunos sectores de la oposición esperan que la Corte tire esta reforma. ¿Qué posibilidades observa usted de que eso pase?
-Yo me adscribo en la postura que cree que la constitución tiene un núcleo esencial, un coto vedado, como dirÃa Ernesto Garzón Valdés, o una esfera de lo no decidible: lo que no puede ser modificado ni siquiera por el Poder Revisor de la Constitución. Una estructura básica, como dicen algunos teóricos.
Yo sà creo que hay cláusulas intangibles en nuestra Constitución y no solamente me refiero a los derechos consignados en el artÃculo 29, que no pueden ser limitados ni siquiera en el estado de excepción; sino también de una lectura escrupulosa del principio de inviolabilidad de la Constitución, artÃculo 136. Es decir, sà creo que hay un núcleo que no puede ser modificado.
El poder revisor de la Constitución es un poder constituido por el constituyente, que es el que tiene la legitimación originaria, fue electo por una asamblea electoral en el año de 16-17 y ese acto constituyente decidió una constitución y, además, nos hemos abierto al paradigma de los derechos fundamentales por una decisión del poder revisor de la constitución y eso implica el cambio de las fuentes de validez.
No creo que el poder revisor de la Constitución puede restringir derechos fundamentales por simplemente el principio pro-persona y también por el principio de no regresividad. Todo aquello que la persona gane en términos de dignidad, autonomÃa y libertad no puede ser sacrificado, disminuido o menoscabado por un poder constituyente.
Y la reforma como está planteada implica no solamente la pérdida de derechos laborales, sino también el menoscabo de una de las garantÃas fundamentales, que es la independencia que nos permite a todos ejercer nuestros derechos de libertad y también de igualdad en las condiciones de acceso al poder público.
-Supongamos que la Corte invalida la reforma. Y supongamos que la 4T no acata esa invalidez y avanza con la elección de jueces. ¿Qué ocurre cuando sucede este choque de poderes?
-La Constitución es muy clara porque prevé su propia garantÃa de estabilidad. Para mÃ, desacatar una sentencia del Tribunal Constitucional no tiene otra forma de denominarse que una ruptura del orden constitucional por la vÃa de una rebelión no armada. El 136 es muy claro: cuando se interrumpe el orden constitucional por una rebelión -pensaba en los cuartelazos a principios de siglo- la Constitución se interrumpe, pero una vez que se logra establecer su vigencia la Constitución retoma sus poderes e, incluso, pueden ser castigados aquellos que hayan sido parte de la rebelión.
Puede haber una rebelión armada o puede haber una rebelión no armada. A mà juicio desacatar una sentencia en tribunal constitucional implica activar el supuesto artÃculo 136. ¿Y quién resuelve? Nadie, porque estamos en una situación de facto, no hay un tercer árbitro para una situación como esa. ¿Quién decidirá? El pueblo. Si esa decisión de desacatar es eficaz y, como decÃan los clásicos, permite imponer una nueva constitución, la constitución que surja de ese desacato pues tendremos otra constitución pero no será la de 1917.
Esa crisis constitucional ya es otra cosa. No es una disputa en términos de interpretaciones jurÃdicas. Es el colapso del sistema porque el sistema constitucional hoy vigente establece que, si la Corte decide por ocho votos expulsar del ordenamiento una norma general, por más cuestionable que sea el criterio por parte de los destinatarios, se tiene que cumplir.
- Quiere decir que si la Corte desecha la Reforma Judicial y la 4T no la acata, ¿usted considerarÃa que esto serÃa un golpe de Estado?
-Es un golpe de la constitución, sin duda. El desacato de una resolución judicial votada por ocho ministros de la Suprema Corte en una acción de inconstitucionalidad es un golpe a la Constitución.
Es una resolución que interpreta la Constitución, que define los alcances de la Constitución y no puede estar sujeta a valoración unilateral su resolución, su cumplimiento, su obediencia. Si un poder público frente a esa decisión dicen "no la acato", se ha roto el orden constitucional porque la sentencia de la Suprema Corte se integra a la constitución como parte integrante de la constitución, de su corpus, y vincula a los poderes.
Si el desacato implica que esa sentencia no entra a la constitución, al parámetro de validez de la constitución, significa que se ha desconocido una decisión de un órgano y eso implica la ruptura del orden constitucional. Eso significa que estamos en un escenario estrictamente fáctico.
- Dos de los miedos más difundidos sobre esta reforma son la posibilidad de que en los distritos judiciales pueda haber infiltración del crimen organizado y, por otro lado, que el Poder Judicial quede supeditado al Poder Ejecutivo de turno. ¿Cree que esto es as�
-Las últimas elecciones han mostrado la enorme implicación del crimen organizado en las elecciones. No nada más las últimas, recordemos Tamaulipas, Michoacán y Sinaloa. Hay resoluciones judiciales al respecto, no es especulación. Si bien resolvieron que no habÃa un efecto determinante, sà se valoraron elementos de prueba en el sentido de la presencia, de la intimidación y demás.
Vimos, además, una evolución de la forma de intervención del crimen organizado. Antes lo hacÃan por la lógica de la intimidación: unas camionetas con personas armadas irrumpÃan en el dÃa de la jornada para que la gente no saliera a votar. Ahora vimos con cierta evidencia cómo en algunos lugares del paÃs el crimen organizado se apropiaba de la casilla, sustituÃa a los representantes, sustituÃa a los funcionarios, marcaba los votos. Hay casillas zapato que fueron anuladas, como en Michoacán. Eso está ahÃ.
Pero agreguemos algo. La reforma judicial excluyó a los partidos polÃticos de la participación en el proceso, fundamentalmente en las tareas de vigilancia. Las casillas no tendrán representantes de los candidatos, ni de las organizaciones vinculadas a los candidatos. Los partidos no estarán el dÃa de la jornada electoral. Entonces, si ya sabemos el modo de comportamiento del crimen organizado sumémosle el factor de la soledad, del vacÃo en la función ciudadana de la vigilancia de las casillas... El riesgo es atómico.
¿Y con la independencia del Poder Judicial?
-También existe ese riesgo. Por eso he insistido mucho en que no solamente hay que presentar las candidaturas, sino también hacer una agrupación polÃtica nacional que permita apoyar, respaldar a algunos jueces y magistrados y visibilizar a los malos jueces y magistrados. No pueden participar los partidos polÃticos, nada dijeron de las agrupaciones polÃticas. Es una figura del derecho electoral que nos permite no solamente crear una plataforma estable, institucional y permanente para participar en este tipo de elecciones judiciales; sino, también, implica poner a disposición de esos jueces y magistrados conocimiento, capacitación, comunicación polÃtica, realización de foros, defensa legal, litigio estratégico. Es parte también de lo que vamos a hacer. ¿Están restringidos los partidos? SÃ, pero no tenemos ninguna restricción por esta vÃa.
-Algunos analistas aseguran que López Obrador fue astuto al haber cargado con el peso de la reforma y haberla liberado de presiones a Sheinbaum, pero hay otros que dicen que, en realidad, le marcó la agenda del inicio de su Presidencia. ¿Qué lectura hace usted?
-Esto fue la invención de un problema inexistente. Una reforma que se plantea como un manotazo presidencial frente a la oposición que no quiso colaborar con las reformas del famoso Plan A o el Plan B. Se atropellan todos los tiempos, no solamente de aprobación, sino de implementación. El tamaño de esta reforma no se midió con claridad. Se avienta la reforma sin recursos, sin leyes, sin un diálogo relativamente razonable con el INE para ver si pueden o no pueden organizarla y cómo la van a organizar.
Se aventó una bomba de tiempo porque si esta elección sale mal, quien va a pagar las consecuencias no va a ser López Obrador, va a ser la presidenta Sheinbaum. Porque ella abrazó esta reforma cuando pudo haber tomado con mucha cautela, pensar y analizar qué reforma judicial querÃa suponiendo, incluso, los mismos elementos de elección popular.
Sin un presupuesto claro, en un entorno de mucha incertidumbre, con la elección de Estados Unidos en el horizonte y una serie de variables que están, por lo menos, tensando su primer año de gobierno cuando ella deberÃa ganar credibilidad. Lo peor de todo es que se generó tanta expectativa con respecto a la reforma, que todo lo que le pase a la reforma va a ser una derrota de Claudia. Si por alguna razón hay que matizarla, será derrota. Si por alguna razón hay que abandonarla, derrota. Si sale mal la reforma, derrota. Si aparecen jueces vinculados con el crimen, derrota. Si sale a votar el 9% o 8% de la población, derrota. Si hay alguna represalia en el sistema internacional contra esta reforma por la incertidumbre en las inversiones, derrota.
¿Cuál es la ganancia en el mejor escenario? Un proceso electoral con 60 millones de personas participando, eligiendo a ministros por 30 millones, una fiesta democrática, diciendo por fin alguien, un movimiento, entendió que el poder judicial también es nuestro. Todo lo que no se mueva en esa lógica, es derrota.
Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.