Roberto O'Farrill Corona
"El pontificado de Francisco se caracterizó por la secularización: hacer mundana a la Iglesia"
El célebre conductor de "El pulso de la fe", Roberto O'Farrill, habló con LPO sobre la sucesión en el Vaticano. El arzobispo de Nueva York, su favorito para pontífice 267.

Profesor de Biblia en diversas iglesias e institutos de evangelización. Caballero de Gracia Magistral de la soberana, militar y hospitalaria Orden de Malta. Comendador de la orden pontificia de San Gregorio Magno. Estos son algunos títulos que pueden leerse en la biografía de Roberto O'Farrill (ROC), conocido conductor del programa de televisión "El pulso de la fe".

"Nosotros no podemos entender que el papa Francisco por ir a buscar a personas en situación de pecado les ha dado licencia de pecar. No porque dijo 'hay que aceptar al homosexual, hay que aceptar a la lesbiana, y acogerlos', les está dando licencia de pecar, y de vivir en una relación de fornicación o de pecado. Eso no es así. O sea, él hizo lo que Cristo enseñó, buscar a la oveja perdida", explicó O'Farrill Corona en diálogo exclusivo con LPO.

Y lanzó la siguiente provocación, antes de dar su respaldo al cardenal Robert Sarah para pontífice romano número 267: "Deja Francisco, en paz descanse, una Iglesia con una brecha, con una zanja abierta que ha provocado dos tipos de apreciaciones. Entre todos los bautizados, presbíteros, obispos y todos los cardenales, todo lo que es la Iglesia, seguimos con esto que es la secularización, la mundanización de la Iglesia, seguimos con esto, o muerto el papa Francisco, vamos para atrás, dejamos las cosas como estaban, porque llevaban así 2000 años. Eso es lo que se va a discutir en el cónclave".

JPG: ¿En su opinión, cómo va a pasar a la historia el papado de Jorge Bergoglio?

ROC: En mi opinión, a mi parecer, el papado de Francisco se ha caracterizado por varias intenciones de secularizar a la Iglesia.

¿A qué se refiere?

La Iglesia es una institución de origen divino, por eso se dice que es santa, porque el fundador es santo. El fundador de la Iglesia es Jesucristo, esto es Jesús de Nazaret. Él se presentó como hijo de dios, como dios. Algo que nunca jamás nadie en toda la historia de la humanidad ha hecho. Ninguno de los grandes maestros (Sócrates, Platón, Aristóteles, Lao-Tse), nadie jamás dijo ser dios. Jesús lo dijo. Durante toda su vida se condujo y se comportó como tal. Se cumplió todo lo que él profetizó. Y con su resurrección, se tiene la confirmación por parte del cielo de su identidad divina. Por lo tanto, él que estableció y fundó esta comunidad en torno a él, que se llama la Iglesia, es una institución de origen divino y de vivencia humana.

Entonces, es además una institución que lleva 2,000 años con una constante ininterrumpida entre los sucesores del primer vicario de Cristo, que fue el apóstol Pedro, hasta el recientemente fallecido Francisco: 266 vicarios de Cristo. Si Cristo confirmó mucho de lo que tenemos en el Antiguo Testamento, en la Antigua Alianza, y otras cosas las derogó, por ejemplo, derogó la observancia del sábado, la prohibición de ingerir ciertos alimentos, pero otras cosas las confirmó. Y confirmó los diez mandamientos que dios le reveló a su profeta Moisés. Y de esos diez mandamientos tenemos muy claramente expresada la voluntad del dios.

Y esta comunidad fundada por Cristo, la Iglesia, tiene que hacer lo que dios dijo. Y además tiene que anunciar y dar a conocer lo que dios dijo y es la voluntad de dios. Se le ha ido la vida durante 2,000 años en eso, es la misión de la Iglesia, anunciar el evangelio. Por lo tanto, el mundo tiene que ser como la Iglesia enseña. Es la doctrina, es la enseñanza, el magisterio de la Iglesia, que no le es propio sino que le viene de dios.

¿Y a qué se refiere con la secularización del papa Francisco?

A lo que yo le he llamado la secularización de la Iglesia, es lo contrario: es hacer que la Iglesia se haga a la voluntad del mundo, a lo que el mundo pide, exige y necesita. Este pontificado de 12 años de Francisco se ha caracterizado por esto, por hacer que la Iglesia se haga mundana, la secularización de la Iglesia.

Creo que también este pontificado se puede caracterizar porque se salió mucho del anuncio del Evangelio y se metió en cuestiones en los que de pronto se vio muy embrollado, sin necesidad de que así hubiera sido. Por ejemplo, estar exigiendo constantemente que los países recibieran migrantes. ¿Y cuál fue el resultado? Que Europa se atascó de musulmanes, y ahí están los problemas ahorita en Londres, Madrid, París, Irlanda, Escocia. ¿Había necesidad de que el papa hiciera eso? Pues no. Entonces, ya les quedó mal a los residentes y ya les quedó mal a los migrantes.

Luego está el asunto de la ecología. ¿Tenía que meterse el papa en un asunto tan ecológico y hablar del cambio climático? Pues no. Y luego convocar a un Sínodo de la Amazonia. Todo un Sínodo en 2019 dedicado para tres y medio medio millones de personas que viven en la selva de Brasil. Eso todavía nosotros pensamos: ¿y eso a qué fue? ¿Y eso de qué sirvió?

Luego tenemos el asunto de la reforma de la curia. O sea, todo su pontificado se la pasó reformando la Curia Romana. Y desde un principio nos preguntamos: ¿qué va a reformar? ¿Qué está reformando? Y hoy ya ha muerto, nos preguntamos: ¿y qué reformó? Cambiar los nombres de los dicasterios, cambiar a los prefectos y a los presidentes de las comisiones, esa fue la reforma de la curia. Pues no, el organigrama de la iglesia está exactamente igual. No hubo una reforma de la curia, absolutamente nada.

Otra: el Sínodo de la Sinodalidad. También nos preguntamos, ¿esto qué es? ¿A qué va? Y luego vimos que lo que él quería, que ya no lo terminó, ¿verdad?, era crear un organismo nuevo con una autoridad superior a la del romano pontífice. Con la finalidad de restarle autoridad al propio papa. No tanto a él mismo -porque él en muchas ocasiones se comportó, se condujo como un monarca-, sino evidentemente a sus sucesores: que el papa no tenga ni la primera ni la última palabra, sino que incluso el papa quede sujeto a un organismo que se llama el Sínodo.

Pero como ya no se concretó, vamos a ver si su sucesor continúa con esto, o simplemente lo detiene, y dice: "Esto ya no va". Es, por ejemplo, como la ONU. ¿Qué es la ONU? Un organismo supranacional al que supuestamente las naciones afiliadas se suscriben. Entonces, el Sínodo sería un organismo suprapontifical al que incluso el pontificado se suscribe, se repliega. Pues también todos nos preguntamos: ¿y esto a qué va? ¿Y por qué quitarle al papa ese poder superior a toda la Iglesia que él tiene?

Primacía es el primero entre iguales, entonces el papa es obispo de Roma. Sí, pero es el primero entre iguales, es el primer obispo de entre todos. Tiene una primacía. Con el Sínodo de la Sinodalidad, Francisco pretendía restarle esa primacía al papa, quitarle ese primado, pero pues ya no lo concretó.

 O'Farrill Corona.

Sigamos hablando de la secularización de la Iglesia...

La Iglesia está conformada por los bautizados. Cuando nosotros decimos la Iglesia nos podemos referir a toda la institución jerárquica (cardenales, obispos, presbíteros, sacerdotes, religiosos, religiosas, monjas, diáconos, esa es la Iglesia). Pero también cuando decimos la Iglesia en un sentido amplio, somos todos los bautizados. Los que fuimos bautizados somos la Iglesia. El que no está bautizado, pues no es la Iglesia, tendría que ser bautizado. Esto el papa no lo puede ampliar. El Papa no puede decir: "ahora son Iglesia los no bautizados, y todos los musulmanes, y todos los budistas, ahora son la Iglesia". Eso es totalmente imposible.

Si una persona bautizada es divorciado, vuelto a casar. Si una persona bautizada es un homosexual. Si una persona bautizada está embarazada y piensa en abortar, por ejemplo, que son los temas que ya veo a los que usted se dirige, esa persona tiene que hacer la voluntad de dios. Y la voluntad de dios es muy clara: no matarás, no fornicarás.

Eso es algo que nadie puede cambiar, porque nadie se puede anteponer a la voluntad expresada por Jesucristo, que es la voluntad de dios. O sea, nadie puede decir: "Pues dios dice que yo no fornique, pero como yo quiero fornicar, entonces yo voy a fornicar y la Iglesia tiene que aceptar que yo fornique". O bien: "Pues yo voy a abortar al hijo que traigo en mis entrañas, aunque esté el mandamiento de no matarás, pues yo sí voy a matar a mi hijo y yo exijo que la Iglesia me lo acepte, y que la Iglesia se haga como yo quiero que se haga". Pues la respuesta es no. Y esto no lo puede cambiar el papa, ni Francisco ni ningún papa. Eso es totalmente imposible. Francisco lo supo, y eso Francisco no lo hizo.

¿Qué hizo el papa Francisco?

Lo que sí hizo es esta enseñanza de Cristo, presentada en una parábola (porque Jesús tenía maneras muy sencillas de explicar las cosas). Entonces, un día Jesús dijo: había una vez un pastor que cuidaba un rebaño conformado por 100 ovejas. Y un día una de esas ovejas se le salió, y se le fue, y se le perdió. Y entonces él dejó a estas 99 seguras, y se fue por la que se le perdió. Esa es una enseñanza de Cristo. Francisco no hizo nada nuevo. Francisco salió a buscar a esas ovejas que se habían ido, para decirles: "Oigan, les tengo una buena noticia: dios los ama". Si tú eres homosexual, si tú abortaste a tu hijo, si tú eres un divorciado vuelto a casar, formas parte de la iglesia, eres bautizado, dios te ama, te busco, vente, regresa, te abrazamos y te aceptamos. Lo que no cambia es que estás en una situación de pecado.

¿Por qué entonces se dice que Francisco abrió las puertas de la Iglesia?

Quiso quedar bien con muchos, eso también hay que verlo. El papa Francisco como que quiso quedar bien con todos y finalmente como que no quedó bien con nadie porque a muchos les falló. Pero no porque él haya actuado mal, sino porque no le entendieron bien su actuación.

Hacemos que la Iglesia sea sólida y continúe siendo la institución de 2,000 años o la banalizamos, para un mundo que ni siquiera se mete a la Iglesia.

Aquellos homosexuales, por ejemplo, que de pronto se sintieron integrados como que esperaban que el papa dijera: "Y ya no es pecado la fornicación entre personas del mismo sexo". Nunca lo dijo, entonces sintieron que les falló. Y luego tenemos a los otros que se sienten muy buenos y muy santos, ¿no?, que todo lo hacen muy bien, pues todos también muy inconformes, porque sintieron que estaba como que consintiendo una relación de adulterio o una relación de pecado.

Hablemos del Cónclave.

El Cónclave consiste en que ellos (133 cardenales por debajo de los 80 años) dialogan buscando qué es lo que la Iglesia necesita en este momento, quién es el hombre que va a llevar el Anillo del Pescador para conducir la barca de Pedro en los tiempos en los que estamos viviendo. Olvidémonos de si le va a dar continuidad al pontificado de Francisco o si le va a dar continuidad al pontificado de Benedicto. Digamos que muerto el papa borrón y cuenta nueva de aquí para delante. ¿Qué es lo que la Iglesia necesita de hoy para delante?

Y allí tenemos, entonces, vamos a decirlo así, a los de vainilla y a los de fresa, porque la expresión que se usa es progresistas o conservadores, liberales o conservadores. Mejor vamos a decirle: los de melón o los de sandía, ¿no?

Oquéi.

Entonces, los de melón van a decir: la Iglesia es una institución santa de origen divino, que el espíritu de dios nos ilumine, y vamos a elegir a un papa que conserve la sana doctrina. Esto es lo que la Iglesia necesita hoy, y no una iglesia que quiera quedar bien con todos, y no una iglesia que sea como el mundo quiere que sea.

Y los de sandía van a decir: lo que la Iglesia necesita ahorita es flexibilizarse y hacer que los que se fueron regresen a casa. Solo que hay una cosa. Hoy a la Iglesia se le está exigiendo mucho.

El célebre conductor de "El Pulso de la Fe".

Por ejemplo, los homosexuales realmente están exigiendo que se les permita, que se les reconozca ese tipo de relación sexual. O sea, una persona que no va a misa, que no se persigna, que no reza, que no comulga, que no se confiesa, realmente necesita que la Iglesia le dé gusto, ¿me explico? O sea, vamos a hacernos como ese señor quiere que nos hagamos, pero ese señor ni siquiera se hinca, ni se persigna, no toma la comunión. Entonces, ¿vamos a darle gusto para que entonces sí venga? No, porque no estamos viviendo en una época de cambios, estamos en un cambio de época.

Y es evidente que en este cambio de época el ser humano está rechazando toda forma de autoridad. A esto se le llama una impostura religiosa, el ser humano de hoy mantiene una impostura religiosa, o dicho de otra manera, no le interesa dios, ni lo sagrado ni lo sacro, ni lo divino ni lo bendito. Y se está dando este fenómeno no solamente hacia adentro de la Iglesia Católica Romana, sino también hacia dentro de las iglesias ortodoxas, las iglesias protestantes y también en el judaísmo, en el Islam, en el budismo, etcétera.

Yo soy de la opinión de que la Iglesia se sostenga firme y sólida, porque cuando el hombre salga de esta impostura religiosa solo va a encontrar cobijo en la Iglesia. Pero si la Iglesia ya se mundanizó, entonces ¿el hombre dónde va a encontrar una institución que le garantice el respeto mutuo, la fidelidad en las relaciones de tipo conyugal, el respeto de los hijos, el respeto a la autoridad? Creo que en esto tienen que que pensar los 133 cardenales. Hacemos que la Iglesia sea sólida y continúe siendo la institución de 2,000 años o la banalizamos, para un mundo como en el que nos encontramos que ni siquiera se mete a la Iglesia.

¿Hay algún cardenal que pueda darle esa solidez a la Iglesia frente a esa "impostura religiosa"?

Sí, en esta manera de considerarlo, creo que el número uno en la lista es el cardenal Robert Sarah. Él es de lengua francesa, de Guinea. Fue prefecto de la sagrada congregación para la disciplina de los sacramentos y el culto divino. Y recuerdo alguna palabra del papa Benedicto XVI, ya cuando no pontificaba, que dijo: "Mientras el cardenal Sarah esté al frente de la disciplina de los sacramentos, los sacramentos están seguros". Entonces, él es como el cardenal que garantizaría que la Iglesia continuara según todo lo que hemos expresado.

El número uno en la lista es el cardenal Robert Sarah. Él es de lengua francesa, de Guinea.

Otro, me parece, número dos, el cardenal Gerhard Müller. Alemán, quien fue prefecto de la sagrada congregación para la doctrina de la fe con el papa Benedicto y que lo continuó siendo con el papa Francisco. Un guardián de la fe, que llegó a decir con este asunto de las uniones homosexuales: "No se puede bendecir el pecado". También su sucesor en la doctrina de la fe, el cardenal Luis Francisco Ladaria.

Bueno. Ahora, le voy a presentar una oferta muy novedosa: nunca jamás ha habido un papa norteamericano. Un papa gringo, pues.

El primero americano fue precisamente el papa Francisco.

Sí, americano. Pero estadounidense, gringo, no, nunca lo ha habido. Yo creo que es el momento. Y voy a explicar por qué. El concepto, la palabra cristiandad ya no existe. ¿Qué es la cristiandad? La cristiandad es un gobierno cristiano.

La cristiandad se acabó con la decapitación del monarca francés Luis XVI, y con el martirio o el asesinato del zar ruso Nicolás II y su familia, con ello cayó la monarquía cristiana. Tenemos una monarquía cristiana todavía en España, pero no está ampliamente en funciones, o sea, el poder del rey está acotado. Con la Revolución Francesa, con el iluminismo, con la enciclopedia, se acabaron los gobiernos cristianos, o sea, no fue algo accidental, fue algo planeado, fue algo ejecutado.

México también lo vivió con Maximiliano, porque después vino Benito Juárez, la reforma, el anticlericalismo, etcétera. O sea, ya no existe la cristiandad, ya no hay un gobierno cristiano. La iglesia no gobierna en ninguna parte del mundo, ya no hay territorios pontificios, ya no hay ejércitos pontificios. La Iglesia ha perdido ese poder.

Si hoy tuviésemos un papa norteamericano, la Iglesia vuelve a tener ese poder perdido. No en la figura de un papa que esté gobernando en los Estados Unidos, pero sí de un papa que haría una excelente mancuerna con un presidente estadounidense actual que es Donald Trump y que su manera de pensar es exactamente el pensamiento de la Iglesia.

¿Qué mueve a Donald Trump a hacer como es? Lo que lo mueve son los valores cristianos: la defensa de la vida, la defensa de la familia, la oposición a la agenda woke, a la ideología de género, etcétera. Por ejemplo, sin ser norteamericano, el papa Karol Wojtyla, siendo polaco, su mancuerna fue el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan. La mancuerna que derribó el muro de Berlín, que levantó la cortina de hierro, que puso fin a la dictadura soviética en Polonia, etcétera, etcétera. Es que actuaron juntos. El papa Juan Pablo II y Ronald Reagan. Imaginemos esa actuación entre el presidente de Estados Unidos, "Make America Great Again", y un papa norteamericano.

Raymond Burke.

No.

¿No?

Raymond Burke está muy quemado.

Entonces, ¿quién sería ese papa norteamericano?

Ahí le voy. Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York.

Timothy Michael Dolan, de la arquidiócesis de Nueva York, precisamente.

Tierra de Tierra de Trump, ¿no? ¡Vamos! Veamos, por ejemplo, al vicepresidente de Estado de Estados Unidos, ¿cómo es? Veamos a J.D. Vance, se pasó la Semana Santa con su familia en la Basílica San Pedro del Vaticano. ¿Qué le falta? Que el papa sea norteamericano. ¿Y cuál será la manera en la que la Iglesia recobrara de pronto ese poder perdido? Hoy, con un papa norteamericano.

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  • 2
    nh3
    28/04/25
    15:39
    Huele rancio esto...apesta a viejo
    Responder
  • 1
    gabrielaa
    28/04/25
    12:58
    Lo que este sujeto no está viendo, es que eeuu está en decadencia y si pretende una iglesia en comunión con ese pais, lo que van a lograr es hundir a la iglesia en la indiferencia y la frialdad que la caracterizó durante 2000 años, con el riesgo incluso de hacerla desaparecer. Francisco revirtió eso, acercandose a la gente, ya que como el propio Jesús dijo: "el que esté libre de pecados, que arroje la primera piedra".
    Responder
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