El aumento del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) se coló en el debate de la Junta de Gobierno del Banco de México. Los subgobernadores reflejaron dos posturas respecto al impacto sobre la inflación: una visión mayoritaria que minimiza el efecto y otra, más cautelosa, que advierte que estos cambios podrían complicar el proceso de desinflación previsto para 2026.
En la discusión, algunos miembros señalaron que el aumento del IEPS en ciertos productos podría frenar la velocidad con la que bajan los precios de las mercancías, sobre todo en el escenario previsto para 2026. Es decir, los ajustes impositivos podrían atenuar la desaceleración inflacionaria que el Banco Central espera consolidar en los próximos años.
Aun así, el consenso dentro de la Junta fue que el impacto de estas modificaciones sería acotado. Varios integrantes estimaron que los aumentos de impuestos, incluyendo el IEPS, tendrían un efecto puntual y de una sola vez sobre los precios, sin alterar de forma significativa la tendencia general de la inflación.
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Uno de ellos explicó que los productos potencialmente sujetos a este tipo de ajustes representan apenas alrededor del 2% del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), lo que limita su capacidad de influir en el nivel general de precios. Otro miembro coincidió en que este tipo de medidas no modificarían de manera sustancial la evaluación del panorama inflacionario del país.
Sin embargo, no todos compartieron ese optimismo. El subgobernador Jonatan Heath, en su voto disidente, advirtió que el incremento de los impuestos a la producción de bebidas azucaradas y cigarrillos previsto para 2026 constituye un riesgo adicional que no fue incluido en la lista principal de factores analizados. Señaló que distintos analistas ya han estimado que su impacto sobre los precios no sería trivial, lo que podría añadir presiones en un contexto donde la inflación subyacente aún se mantiene fuera del rango objetivo.
Heath insistió en que este tipo de ajustes fiscales deben ser considerados dentro del balance de riesgos, ya que podrían elevar los precios de productos con alta incidencia en el consumo cotidiano. Además, recordó que la política monetaria debe mantenerse vigilante frente a cualquier elemento que retrase la convergencia de la inflación hacia la meta del 3%.
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