La desaparición de los organismos autónomos, otra reforma constitucional que es rechazada en las cúpulas empresariales, implica un nuevo estiletazo contra el secretario de EconomÃa Marcelo Ebrard y el mandamás del CCE, Francisco Cervantes.
Durante semanas ambos dijeron en reuniones privadas, igual que sucedió con la reforma judicial, que algunos organismos autónomos podrÃan permanecer, especialmente aquellos vinculados al T-MEC. A lo largo de los dÃas, y ante diversos interlocutores, se mostraron como facilitadores de que dichas reformas serÃan descafeinadas pero la realidad los dejo en mala posición porque esa flexibilidad nunca llegó.
Hoy por hoy, en un giro muy visible, ambos dicen que los organismos no funcionaban bien y sobre la reforma judicial alegan, como última posibilidad para el estado de derecho, que el INE no podrá organizar las elecciones.
Ambos salen golpeados y esto repercute en sus ámbitos directos. En el caso de Ebrard, el futuro del T-MEC. Debe decirse: el excanciller está muy lejos de generar la confianza en el poder económico que hace 8 años alimentaba Luis Videgaray de cara al desafÃo que implica Trump. Videgaray no solo hablaba con el entorno de Trump desde la campaña del 2016 sino que además era el hombre más determinante del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Ebrard, en tanto, no solo no termina de tener canales directos hacia el magnate, sino que además persiste la teorÃa de que Trump lo ha maltratado en el pasado, algo que se comento ayer miércoles entre algunos empresarios que peregrinaron hasta Palacio para la foto organizada por Altagracia Gómez.
Solo faltarÃa para confirmar esta perdida de terreno del exaspirante presidencial que el actual jefe de la unidad de América del Norte, Roberto Velasco, sea designado embajador en Washington. Ebrard lo detesta porque no se sumó a su aventura electoral y porque Velasco siempre cuidó el vÃnculo con Andrés Manuel López Obrador y su nucleo familiar.
El secretario de EconomÃa tampoco parece tener la atención total de Claudia Sheinbaum. Esta semana fue muy evidente: no participó de la redacción de la carta de la mandataria, no estuvo en la llamada telefónica con Trump y en el oficialismo crece la percepción de que la relación con Washington respecto al Tratado va a tener su eje de gravedad en la CancillerÃa. Todo esto se conecta, desde ya, con los pronósticos incumplidos respecto a las reformas que López Obrador le heredó a Sheinbaum.
Cervantes atraviesa vicisitudes similares en el mundo de la representación empresarial. Allà se le valora su acceso a Palacio pero le sucede lo mismo que al todavÃa embajador Ken Salazar: es una cercanÃa al poder que nunca logra torcer el rumbo de los acontecimientos.
Por esta realidad es que - en privado -, casi nadie al interior del CCE se muestra favorable a su reelección prevista para el año que viene. Esa ambición parece digerirse como un mal menor para no confrontarse con Carlos Slim, que la promueve y, especialmente, con Sheinbaum, que se muestra a gusto conversando con Cervantes. Es lógico: el titular del CCE no critica nada que haga el Gobierno en público y todavÃa tiene cierta expectativa de ingresar al gabinete.
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