En un gesto de acercamiento cultural que se conoce como la diplomacia del panda, China le regaló a México una pareja de osos en 1975. Medio siglo después, la última sobreviviente de la familia envejece en el zoológico de Chapultepec, al tiempo que la relación comercial entre ambos paÃses protagoniza uno de los hechos económicos más importantes para México en 2025-2026: la revisión del T-MEC.
Lo que hace 50 años comenzó como un vÃnculo simbólico se mantuvo hasta los 2000. Ese año, China representaba apenas el 2% del origen de importaciones mexicanas. En 2024, ese porcentaje ya alcanza el 20% y se convirtió en el segundo paÃs que más productos vende en México. Estados Unidos ocupa el primer lugar, pero su peso se redujo de 73% a 39.7% en el el mismo periodo.
Este vÃnculo comercial, cada vez más consolidado, será uno de los temas más sensibles en la revisión del T-MEC que el calendario marca para el 2026.
Es un enfoque que no se presume novedoso: "Un punto de discusión permanente durante las negociaciones del T-MEC fue cómo cerrar el acceso indirecto que China tenÃa al mercado norteamericano", explica el Dr. Juan Carlos Baker, exsubsecretario de Comercio Exterior y académico de la Universidad Panamericana. Baker habla con conocimiento de causa: fue uno de los protagonistas de la negociación del Tratado que el año que viene toca revisar.
El resultado de esa obsesión durante la negociación del T-MEC, insiste Baker en un paper sobre la cuestión China que compartió con LPO, quedó plasmado en el artÃculo 32.10, que permite a los socios abandonar el acuerdo si alguno decide negociar libre comercio con un paÃs de no mercado, "referencia directa a PekÃn", aclara el ex funcionario.
"La capacidad de daño que tiene México con Estados Unidos también es considerable"
De cara a la revisión de 2026, Baker anticipa que Estados Unidos buscará ir más allá: "Es probable que Estados Unidos proponga expandir el espÃritu del ArtÃculo 32.10, por ejemplo, exigiendo que para que los bienes entren libres de aranceles al mercado estadounidense, se demuestre que la empresa fabricante no proviene de un paÃs de no mercado".
Es que México compra a China teléfonos celulares (8,9%), partes y accesorios de máquinas (5%), partes y accesorios de vehÃculos (4%), máquinas y unidades de procesamiento de datos (4%) y circuitos electrónicos (4%). Y el principal argumento de queja de EU es que algunos de estos productos intermedios - sobre todo las autopartes y circuitos electrónicos- terminan entrando "indirectamente" como parte de un bien final de industria mexicana al paÃs que hoy gobierna Donald Trump.
"También podrÃa buscar la incorporación de un seguimiento separado para exigir estándares más estrictos en áreas como el trabajo, el medio ambiente y las empresas estatales para firmas de estos paÃses", agrega.
La posición que adoptarán de México y Canadá es una incógnita. Es que México manda mensajes mixtos en el vÃnculo con el gigante asiático: por un lado, decisiones polÃticas que sugieren desaprobación de ciertas prácticas empresariales chinas (como la revocación de concesiones de litio a empresas chinas). Por otro, reuniones de alto nivel con funcionarios e invitaciones a firmas chinas para invertir. Y los números que acompañan.
Además, y a diferencia de otros paÃses de la región, el pueblo mexicano no rechaza a China. Una encuesta realizada en 2023 por el Pew research center sobre la percepción de 24 paÃses respecto a China muestra que, aunque 63% de los mexicanos tiene una opinión favorable de Estados Unidos, 57% ve con buenos ojos a China. Incluso, un 68% de los mexicanos creen que la tecnologÃa china es más avanzada que la estadounidense. Esa percepción puede influir en el debate interno sobre qué postura adoptar frente a las presiones de Washington.
La "cuestión China" marcará la agenda del T-MEC en 2026. Y para México, el desafÃo será seguir practicando su propia diplomacia del panda: acercarse a ambos gigantes, sin despertar del todo el enojo de ninguno.
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