Todas las limitaciones que exhibe el Gobierno de Claudia Sheinbaum en el plano polÃtico -como con los casos de Andy López Beltrán, Rafaél Ojeda o Adán Augusto López Hernández- no se replican en el económico. En este último, el Gobierno tiene un plan marcado: armar una base sólida de empresarios mexicanos que acompañen su gobierno.
La venta de la cartera y activos de Vector Casa de Bolsa a la mexicana Finamex es el último movimiento en esa dirección y se suma a una serie de señales que desde Palacio Nacional intentan dar como gesto de apoyo al capital local. "Por eso el gran momento de la Bolsa Mexicana de Valores", adscriben fuentes del gobierno sobre el cierre en niveles históricos del Ãndice bursátil, que en septiembre tuvo su mejor mes en años.
Ocurrió con Banamex, donde el empresario Fernando Chico Pardo se quedó con la cartera comercial que Citi buscaba vender desde hace años y que interesaba a varios jugadores. Pardo, empresario históricamente ligado al PRI, no escatimó palabras de agradecimiento a Sheinbaum y a Amador durante la conferencia que dio horas después de conocerse el anuncio.
Otro caso es Carlos Slim, que volvió a asociarse con Pemex y asumió el riesgo financiero en la perforación de pozos del campo Ixachi, en Veracruz, sin licitación ni concurso, y a pesar de los antecedentes de falta de pago de la petrolera con sus socios y proveedores.
También entra dentro de esta estrategia la operación de Iberdrola que, aunque fue comprada por la española Cox, se estructuró con un ensamble financiero absolutamente mexicano a través del fondo Nexus de Arturo Saval.
Arturo Saval, el financiero con llegada a Palacio detrás de la venta de Iberdrola
En el caso de la operación Vector-Finamex, la palabra de Sheinbaum fue decisiva. Alfonso Romo, dueño de la firma y figura clave en los primeros años de López Obrador como enlace con el empresariado, estaba intentando vender a compradores externos. Negoció con Investment Placement Group (IPG), una firma de inversión con base en San Diego, luego con brasileros y en su último intento, este lunes, se comunicó con el secretario de Hacienda Edgar Amador, para adelantarle que presentarÃa tres interesados de España. Amador trasladó la propuesta a Claudia Sheinbaum y la respuesta llegó sin rodeos: no se iba a vender a gente de afuera.
De ese modo el gobierno orientó la operación hacia Finamex, una casa de bolsa con más de cinco décadas de trayectoria, que ofrecÃa al mismo tiempo solvencia financiera y la certeza de que la cartera de clientes quedarÃa bajo control local. Para el oficialismo es un punto sensible: de las tres instituciones señaladas por el Tesoro de Estados Unidos, Vector es la más delicada por las inversiones de polÃticos de la 4T en su portafolio. El gobierno necesitaba asegurar que esos activos fueran gestionados por un jugador confiable y cercano, algo que un comprador extranjero difÃcilmente podÃa garantizar.
La transferencia a Finamex fue presentada como una decisión regulada, transparente y con la continuidad de los asesores de Vector, pero en los pasillos del sector financiero se lee como otra jugada polÃtica: resguardar un portafolio estratégico en manos mexicanas y reforzar la narrativa de un gobierno que privilegia a los empresarios locales en un contexto en el que el capital extranjero observa con más cautela por la reforma judicial y la incertidumbre en Estados Unidos.
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