El futuro del Tribunal Superior de Justicia de la CDMX todavía no está confirmado. A pesar de las tensiones que existen alrededor de su actual presidente, Rafael Guerra, la sucesión aún no está definida por las tensiones que existen entre los diversos grupos involucrados en la toma de decisiones, por lo que el hombre que supo ser el abogado de Andrés Manuel López Obrador podría conquistar un nuevo mandato a la espera de que se logren los acuerdos necesarios.

Como relató LPO, la autoridad del Poder Judicial más importante del país se define por el voto mayoritario de los 79 magistrados que lo integran. El actual mandato de Guerra vence en diciembre y ya existen una serie de reuniones y operaciones para quedarse con su puesto. Sin embargo, esas conversaciones todavía no alcanzan un consenso alrededor de algún nombre, por lo que la reelección de Guerra vuelve a estar sobre la mesa a pesar de que, todavía, las polémicas y las resistencias persistan.

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La posibilidad de que Guerra permanezca en el puesto parte de dos circunstancias de la CDMX. La primera, la falta de consensos alrededor de su sucesión por las disputas de poder que hay entre los distintos grupos involucrados y la nueva realidad que generan los resultados de las recientes elecciones del Poder Judicial. La segunda, un intento por parte del oficialismo por recomponer el poder del presidente luego de una serie de diferencias que lo acercaron a una salida en diciembre.

Esta redacción relató que la influencia de Rafael Guerra sufrió dos golpes en el último tiempo. El primero, un distanciamiento con la presidenta Claudia Sheinbaum y la jefa de Gobierno, Clara Brugada. El segundo, relacionado con éste, fue la derrota de sus principales candidaturas en las elecciones de julio. Este escenario provocó una difuminación de su poder, que ahora podría volver a recuperar ante los intentos de estos mismos sectores para que siga al frente del Tribunal por la falta de acuerdos en su sucesión.

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Sin embargo, su nombre todavía no logra todos los apoyos necesarios. Esto se debe, explican fuentes involucradas en las mesas de negociaciones que se desarrollan casi a diario en la CDMX, a una serie de promesas y acuerdos que Guerra habría incumplido con aquellas personas que lo votaron en la última elección, pero de quienes se alejó durante el último tiempo. Sin estos votos, advierten en el oficialismo, su permanencia en el cargo no estaría asegurada y su sucesión tampoco, lo que generaría un escenario preocupante en el Poder Judicial más importante de todo el país.