
La contundente victoria de Clara Brugada en la CDMX por una diferencia de 12 puntos sobre el principal candidato opositora, Santiago Taboada, generó, al mismo tiempo, figuras victoriosas y derrotadas dentro de las filas oficialistas de Morena. Uno de los grandes triunfadores es el exsecretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, quien operó la candidatura del ahora electo de Álvaro Obregón, Javier López Casarín.
En la previa de las elecciones eran pocas las figuras oficialistas que augurban una victoria de López Casarín en Álvaro Obregón. Los más optimistas, por ejemplo, anticipaban un escenario cerrado en favor de la candidata del PAN, Lía Limón. Finalmente, el exdiputado federal consiguió el 47% gracias a los 190 mil votos que recibió y venció, de esta manera, a su contrincante, quien llegó al 44,6% de la mano de 179 mil sufragios.
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Como relató LPO, la victoria de Morena en la tercera alcaldía más poblada de la CDMX generó sorpresa tanto en el oficialismo como en la oposición. "Teníamos números que anticipaban que íbamos a arrasar en Álvaro Obregón y perdimos", le reconoció a esta redacción un líder panista. "La gran sorpresa de la jornada", manifestó un operador guinda. La victoria de López Casarín es de suma importancia para la próxima jefa de Gobierno, Clara Brugada, quien contará con alcaldes aliados en las tres demarcaciones más grandes de la capital: Iztapalapa, Gustavo Madero y Álvaro Obregón.
Al mismo tiempo, su triunfo empoderó a Marcelo Ebrard, el gran operador detrás de la candidatura de López Casarín. Como anticipó en exclusiva LPO, luego de sellar la unidad con Claudia Sheinbaum, el excanciller exigió cuotas de poder en la capital y demandó Álvaro Obregón para uno de los hombres de su confianza. El elegido fue el ahora alcalde electo. Si bien en Morena reconocían que el escenario de triunfo era difícil, un dato generaba entusiasmo: todo el aparato de Ebrard estaba en dicha demarcación. "Su vuelta a CDMX es a través de Álvaro Obregón o no es", repetían en el partido guinda. Finalmente, así fue.
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De esta manera, Ebrard ganó pergaminos en las negociaciones por la distribución de puestos, cargos y cuotas de poder que estarán sobre la mesa tanto a nivel local como en el gobierno de Claudia Sheinbaum. El escenario es diferente, por ejemplo, para Ricardo Monreal, quien pidió la Cuauhtémoc para su hija y no logró el triunfo ante la ahora alcaldesa electa, Alessandra Rojo de la Vega. Además, durante toda la campaña el excanciller forjó una cercana relación con Clara Brugada, con quien compartió diferentes actos, eventos y a quien le garantizó gran parte de su estructura para ganar el antiguo Ayuntamiento.
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