Casi tan rápido como inició la alianza de Morena y el Partido Encuentro Solidario (PES) en Baja California se terminó, en lo que se percibe como una decisión nacional en aras de controlar los bríos en el estado, luego de que la unión trajo más problemas de lo que muchos esperaron.
Desde un principio el anuncio de la alianza causó dificultades al interior de Morena, entre aquellos que no deseaban estar aliados con esta versión del PES, el cual algunos morenistas siguen describiendo como "un Frankenpartido": muerto por fuera, pero revivido de forma artificial por el casinero Jorge Hank Rhon.
Hank Rhon, quien compitiera contra Marina del Pilar en el proceso electoral del 2021 por la gubernatura de Baja California, básicamente absorbió el partido en su versión local tras la pérdida de registro nacional alimentándolo de expriistas y expanistas furiosos con los liderazgos estatales del PRI y del PAN.
El empresario de los casinos reformó el partido con su hijo como dirigente y la mayoría de los promotores de la alianza PRI y PAN que se retiraron en 2021, un éxodo que terminó por destruir las aspiraciones políticas de Lupita Jones, quien competía por la alianza PRI-PAN-PRD.
Sin importar la disolución de la alianza con Morena Jorge Hank arrancó los festejos de su cumpleaños
Esta nueva configuración incluso espantó a los elementos del Frente Nacional por la Familia que aún veían en el PES una herramienta para expandir sus ideologías anti-derechos. Al darse cuenta de que su visión ya no tenía cabida, algunos huyeron a Fuerza por México con la esperanza de respaldar nuevamente a Julián Leyzaola, uno de sus candidatos preferidos. Otros han aguantado y esperan seguir teniendo futuro en el partido morado.
Ante este panorama, cuando se anunció que el PES sería el cuarto partido de la alianza local de la 4T, el primer tema sobre la mesa fue la organización de las harinas electorales (mejor conocida como la repartición del pastel).
En un documento que corrió como maratonista por las redes el día de la firma del acuerdo, se aseguraba que el PES tendría su elección de candidatos para dos alcaldías de Baja California (Playas de Rosarito y Tecate), la Sindicatura Procuradora de Tijuana (una vicepresidencia en los hechos), dos diputaciones y media docena de regidores.
Ante ese panorama, la alcaldesa de Rosario, Araceli Brown, anunció que estaba inconforme con la decisión de su partido de entregar el municipio a los morados (particularmente a Laura Torres, a la que venció Brown), por lo que pidió licencia de su cargo y se retiró a la Ciudad de México para establecer una línea de comunicación directa con la dirigencia partidista.
Poco se sabe de su agenda en la CDMX, pero al regresar a su municipio y reincorporarse Brown llegó triunfante, asegurando que su travesía había rendido frutos.
Por el otro lado está Tecate, el pueblo mágico que también tuvo a un presidente municipal mágico. Mágicamente Darío Benítez, anteriormente un acérrimo porrista de Morena y del presidente López Obrador (y hasta 2022 de Jaime Bonilla) se volvió en un eterno soldado del PES, jactándose de su larga amistad con César Hank Inzunza.
Ambos municipios habrían quedado en manos del PES si la alianza hubiera persistido.
Con la gobernadora Marina del Pilar en Davos y la aparente larga espera que quedaba para el anuncio de las candidaturas municipales, la situación en el estado parecía estar tranquila, pero desde principios de la semana pasada, un rumor amenazaba con terminar la quietud de la cuesta de enero bajacaliforniana (además de las intensas lluvias).
El posible rompimiento de la alianza inquietó a varios. El delegado estatal de programas federales en Baja California, Alejandro Ruiz Uribe, fue cuestionado sobre ello y su primera respuesta fue "espero que se confirme" para después hablar por sólidos 10 minutos sobre su rechazo a lo que calificó de "anti natural", en especial debido a los recientes comentarios de Hank Rhon.
Pocos días después de año nuevo, el casinero tijuanense fue cuestionado sobre la situación de seguridad en el país y su opinión de la estrategia presidencial para el combate a la inseguridad. Su respuesta fue contundente: "Está de la patada". Y remató: "El señor presidente está acabando con la pobreza, pero uno por uno, taka-taka".
Esos comentarios, además del recuerdo de lo todo que comentó durante su campaña en 2021, causaron gran revuelo entre varios sectores del partido. Ese revuelo llegó hasta la CDMX, desde donde muchos morenistas de Baja California esperaban que llegara una voz de la razón y terminara con la alianza antes de que siquiera empezara. Según a quien se pregunte hay una versión distinta, pero todas las fuentes concuerdan en que la orden la dio la misma Claudia Sheinbaum en persona, una orden con sabor a manotazo.
Ahora, tras la ruptura, Morena debe dar un zarpazo considerable en el estado. La justificación para la alianza era que se estaba buscando asegurar un "carro completo" en Baja California, pues añadir a la verdadera segunda fuerza política del estado a la alianza aseguraría esa victoria aplastante.
En algunos de los sectores altos del partido guinda se celebra la decisión, pues deshacerse de las dos figuras políticas más "tóxicas" para el morenismo bajacaliforniano (Hank Rhon y el exgobernador Jaime Bonilla Valdez) parece ser un regalo para iniciar el año que entregó la secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, en Twitter. Pero en otros sectores hay preocupación, mucha preocupación.
¿Puede Morena concretar una cuarta victoria total en el estado sin los Hank, luego de las obtenidas en 2018, 2019 y 2021? ¿Aquellos candidatos "descoloridos" a los que el partido morado ya había arropado podrán salvar sus aspiraciones políticas dentro de Morena? Y quizás más importante para muchos: ¿quién gana más con este rompimiento?
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