En una rueda de prensa realizada en el marco del Foro Legislativo para una Respuesta Integral ante la Tuberculosis en México, el diputado Fernando Castro Trenti, figura del viejo priismo que ha buscado romper con esa narrativa, respondió a la afirmación del senador Gerardo Fernández Noroña, quien advirtió que Morena podría colapsar por una oposición interna.
Castro Trenti sostuvo que la única división real dentro del partido es la geográfica, derivada de la presencia de comités estatales en toda la República. En su intervención insistió en que el crecimiento del movimiento, con más de siete millones de afiliados, debe asumirse como un signo de pluralidad y no como un motivo de fragmentación.
"Ya no hay morenismo ni de primera ni de segunda. Morena está presente en cada estado de la República, y la gran solidez del movimiento es básicamente la libertad. No estamos atrapados a pensar igual ni a seguir a reyes", expresó el legislador, en respuesta a los señalamientos sobre una supuesta fractura.
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Sin embargo, el discurso de Castro Trenti también expuso una tensión interna: mientras defiende la libertad de pensamiento como esencia del movimiento, reconoció que Morena debe regirse por un código común, basado en la austeridad y el comportamiento ético. La ambigüedad de su planteamiento abre la pregunta de si esa pluralidad interna es suficiente para mantener cohesionada a una organización que hoy gobierna con mayoría.
Respecto al tema de la conferencia, el legislador mencionó la importancia de dar una respuesta integral a la tuberculosis en México, un problema de salud pública que sigue representando un reto para el sistema nacional. Aunque destacó la necesidad de reforzar la prevención, la detección y el tratamiento.
En este contexto, Castro Trenti parece transitar entre dos planos: por un lado, su esfuerzo por dejar atrás la imagen de político ligado al priismo tradicional, y por otro, su intento de insertarse como voz legítima dentro de Morena. La insistencia en que "no hay morenistas de primera ni de segunda" revela la pugna por el control simbólico del movimiento, ello mientras la gobernadora Marina del Pilar ha lanzado maniobras para golpear el proyecto electoral que busca el poder en BC presuntamente con respaldo de operadores del viejo priismo.
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