
Las primeras medidas de la administración de Donald Trump generó que el miedo tomara control de los capitales. Las posibles consecuencias para México. |
La incertidumbre para la inversión extranjera directa (IED) en México ha sido uno de los constantes riesgos que se han advertido en el panorama económico, no sólo del gobierno actual, sino desde 2018.
Los números son contrastantes. Salvo por la excepción obligada de la pandemia de Covid-19, los demás años, al menos desde 2013, cerraron con niveles de IED por encima de los 30 mil millones de dólares.
Sin embargo, ante el fantasma de la recesión, que comenzó a manifestarse luego de que las promesas de Donald Trump como candidato a la presidencia de Estados Unidos poco a poco se hicieran realidad, el miedo tomó control de los capitales. Una situación no exclusiva de México, pero siendo éste el principal socio económico, se agrava.
En este contexto, los datos se toparon con la pared. De acuerdo con el último reporte de IED de la Secretaría de Economía, la llegada de nuevos capitales foráneos a nuestro país se desplomó hacia finales del año pasado.
En el último trimestre de 2024 se registró una inversión extranjera de solo 676.5 millones de dólares, su nivel más bajo para ese mismo periodo desde que se tiene registro ¿El motivo? El tsunami de incertidumbre llamado Donald J. Trump, así como en menor medida, riesgos internos de la economía como la inseguridad y las reformas institucionales que heredó el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Aun así, en el acumulado del año se reportaron 36 mil 872 millones de dólares de IED recibida en 2024, un ligero incremento de apenas 1,1% contra lo registrado en 2023; el monto más alto reportado desde 2013, aunque lejos de la meta de 40 mil millones de dólares que proyectaba el gobierno de manera entusiasta para el cierre del año pasado.
Aun así, el monto total del año no estuvo nada mal si consideramos que 2024 fue un año electoral en México, al que mucho ayudó la transición tersa de poderes y los signos de continuidad que se comenzaron a trazar desde antes de la campaña presidencial.
Fuera del contexto, muchos han hablado sobre la desaprovechada oportunidad del nearshoring en México. Esto no es del todo real. Cierto es que hay un gran interés por parte de los capitales asiáticos de trasladarse a México en aras de acortar distancias con el mercado más grande del mundo: Estados Unidos. Sin embargo, la realidad es que la cortina de hierro que Trump está levantando con su ríspida política comercial ha sido el principal desalentador de este efecto, no así la falta de interés por parte del gobierno mexicano.
En este contexto, por supuesto que los temas internos han tenido peso, basta con echarle un ojo al más reciente al Índice Global de Oportunidades 2025, desarrollado por think thank californiano,The Milken Institute. Ahí, a pesar de que México se encuentra a media tabla en el ranking de los países más atractivos para invertir (ocupa el lugar 62 de más de 100), da cuenta que aspectos como la percepción de las empresas y los fundamentales económicos han sido algunos de los factores que inhiben la inversión. En contraste, otros aspectos se han visto fortalecidos como la mejora de los servicios financiero, una mayor solidez del marco institucional, y el apego a estándares internacionales.
Así, y a pesar de que los embates de Trump no cesan, el mercado y los inversionistas tienen que aprender a navegar en la tormenta. En la incesante búsqueda de generar valor a sus inversiones, el flujo de capitales mueve la economía del mundo y este año no será diferente. En este nuevo mapa, pesará mucho la posición que tenga México en la escala estimativa de Trump y cómo quede posicionado ante un incierto T-MEC. Esto definirá qué tan atractivo seguirá siendo México para la atracción de IED.
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