
La presencia de Claudia Sheinbaum en Canadá fue una señal de que México ha llegado a la mesa donde se toman las decisiones del mundo. |
La participación de la presidenta Claudia Sheinbaum en la cumbre del G7 celebrada en Canadá no fue un gesto protocolario ni una cortesÃa diplomática: es un reconocimiento explÃcito del papel que México juega hoy en la economÃa global y en los grandes debates de nuestro tiempo.
La recibida canadiense no es menor. Canadá, uno de nuestros principales socios comerciales y parte esencial del T-MEC, comparte con México una visión norteamericana de integración, pero también de corresponsabilidad en los temas hemisféricos. La elección de Alberta como sede del G7 y la presencia de Sheinbaum ahà apuntan a una reconfiguración de alianzas más equitativas e inclusivas.
La coyuntura internacional exige liderazgo y la Presidenta hace bien en no dejar la silla vacÃa. El regreso de Donald Trump al centro de la polÃtica estadounidense, con su agenda arancelaria y antimigrante, pone presión no solo sobre la región, sino sobre el sistema multilateral. Los aranceles al acero, aluminio y sector automotriz son una amenaza directa a la economÃa mexicana. Pero también lo son las redadas masivas y las propuestas de impuestos a las remesas. En este contexto, la presidenta Sheinbaum ha sido clara: "Vamos a defender a los mexicanos", dentro y fuera del paÃs.
México no llegó a este foro como un observador periférico, sino como la decimosegunda economÃa del mundo, tomando como referencia el Producto Interno Bruto nominal, con una participación del 1.71% en la economÃa global. Nuestro paÃs es, además, la segunda economÃa más importante de América del Norte en términos de paridad de poder adquisitivo.
Y si de estabilidad financiera se trata, el peso mexicano ha dado una lección al mundo. Es la divisa más lÃquida de América Latina, una de las más comercializadas entre los mercados emergentes y una de las pocas que se ha apreciado consistentemente frente al dólar. Hoy, el peso mexicano se utiliza como instrumento financiero internacional, evidencia de la confianza que los mercados depositan en el paÃs, lo cual hace que tenga más sentido la presencia de México en la cumbre del G7.
Y es que, frente al proteccionismo, la migración forzada, las tensiones geopolÃticas y el reto climático, México tiene algo que decir. La presidenta Sheinbaum lo entiende y ha decidido hablar con claridad. Su agenda en el G7, priorizando los derechos de los migrantes y la cooperación económica basada en la dignidad marca un cambio de tono frente al silencio o la complacencia, está redefiniendo la polÃtica exterior mexicana, donde se necesita en estos momentos una presencia permanente en los foros de este nivel de toma de decisión y que permiten en muchos casos la reuniones bilaterales, aún la pospuesta con Trump, cuya realización quedará pendiente, pero para la que estuvo ella lista, a pesar de quienes han tratado de generar miedo con respecto al riesgo del encuentro cara a cara con el volátil lÃder norteamericano.
En un mundo que redefine sus alianzas, México no puede quedarse atrás. Participar del G7 fue reincorporarse a la participación en el diseño de las reglas, no sólo en su cumplimiento. Por eso es tan relevante que hoy, por primera vez en la historia, una mujer mexicana asuma ese lugar con legitimidad, con cifras, con voz propia. La presencia de Claudia Sheinbaum en Canadá fue una señal: México ha llegado, y ha llegado a sentarse en la mesa para ser parte de las decisiones que ahà se tomen.
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