Opinión
Los Reyes de Polanco
Por Alberto Aguirre
Hasta el final, Chivigón apoyó a los Zavala. Los operativos cazamapaches de Morena lo retuvieron.

Eduardo Solórzano Caraza llegó a la CANIRAC sin las ansias de encumbramiento de otros dirigentes empresariales de finales del siglo 20. Su carrera como bookmaker fue efímera y la concesión de la cafetería en la Bolsa Mexicana de Valores le daría pase automático a la escena gastronómica del Distrito Federal.

Ya había ganado la izquierda en la capital de la República cuando Solórzano -yerno del mandamás de la naviera TMM, José Serrano-y el empresario Sergio Berger abrieron Lando frente al Parque Lincoln, cerca de la zona hotelera de Polanco. El nombre del mesón castellano era bastante conocido entre los socialités y los políticos de la época, acostumbrados a pasar largas tardes en Casa Lucio y sus sucursales, en Madrid.

Apenas Masaryk despuntaba, con sus locales de haute horlogerie. Y Polanquito no tenía un solo restaurante de clase mundial. La Valentina, El Cambalache o el Sanborncito tenían cocinas sólidas, pero sus selectos comensales no eran tan afectos a lo gourmet.

Cuando Solórzano Caraza -sus amigos le apodaban Chivigón cariñosamente- estuvo al frente del capítulo local de la Canirac, comenzaba la transformación de esa zona de la entonces delegación Miguel Hidalgo. La implementación de los programas Conduce sin Alcohol (2003) y los espacios 100% libres de humo (2009) pusieron a los restauranteros en contra del gobierno capitalino.

Un sector del gremio decidió combatir las políticas públicas de los gobiernos perredistas (Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard gobernaron la capital en ese periodo) a golpe de amparos. Otros -con Solórzano al frente-se aliaron a las grandes firmas de alimentos y bebidas para optar por soluciones consensuadas. La primera campaña de "conductor alternativo" contó con el patrocinio de Diaego (Johnny Walker, Don Julio) en las principales vialidades de Polanco, infranqueables por las noches con los alcoholímetros.

Chivigón negoció, a nombre de los poderosos restauranteros, con todos los delegados de la Miguel Hidalgo, que por entonces se convirtió en uno de los dos bastiones panistas en el DF, prohijados por el foxismo.

Las dos oleadas del coronavirus también movilizaron a la industria restaurantera. Durante la contingencia sanitaria por la Covid-19, Solórzano negoció con Fadlala Akabani y otros representantes de la entonces jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, las autorizaciones para habilitar terrazas en los restaurantes. El grupo dominante de la Canirac propuso un cacerolazo que sólo hizo que sus empleados se contagiaran.

Chivigón nunca dejó de trabajar. En la pandemia tuvo que atenderse, por la infección y después, por afectaciones generadas por la diabetes.

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La mafia del poder de la que tanto se quejó AMLO tuvo como principales instigadores a Diego Fernández de Cevallos y Santiago Creel. En una tesitura distinta, con arraigo en media docena de delegaciones, el calderonismo también creció en esos años con el impulso decidido de la familia Zavala Gómez del Campo.

En los meses previos al 2006, Eduardo Solórzano ayudó a cimentar los afanes presidenciales de El Hijo Desobediente. Y en la casa de sus entonces suegros, fue anfitrión -junto con sus ex concuños, Marco Antonio Slim y Miguel Alemán Magnani-de una cena familiar, con Felipe Calderón y Margarita Zavala como invitados de honor. Sin pasar la charola, el político michoacano ganó el respaldo de un poderoso linaje.

Hasta el final, Chivigón apoyó a los Zavala. En el 2024 fue acreditado como representante de casilla de la exprimera dama panista, quien compitió como candidata a diputada federal en el distrito 10. Los operativos cazamapaches de MORENA lo retuvieron. En agradecimiento, Margarita lo incluyó entre sus invitados especiales, cuando el IECM le entregó su constancia de mayoría.

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Solórzano, Berger y Alberto Cinta fundaron Grupo Cinbersol hace 25 años, tras la derrota de Francisco Labastida en la elección presidencial. Su primer emprendimiento fue la concesión del restaurante de la Casa Lamm y en el calderonismo -su mejor época- conjuntaron más de 40 establecimientos, entre centros de espectáculos, tiendas gourmet, bares, discotecas y club de negocios en las mejores zonas de la Ciudad de México.

Las joyas de ese emprendimiento era 50 Friends (pizzerías) y La Número 20 (cantinas gourmet) que les permitieron ensayar un esquema para levantar capital y abrir masivamente sucursales, son franquiciatar sus marcas, hasta finales del sexenio calderonista.

Entre los socios de Cinbersol, por supuesto, calderonistas de cepa, como Salomón Chertorivski, Daniel Karam, Gabriela Rojas y Esteban Levín... aunque también personajes cercanísimos a Elba Esther Gordillo.

Tras del deceso de Mónica Arriola -la hija menor de la Maestra y una de las principales accionistas del Grupo-vino un proceso de desinversión conflictuó a los viejos amigos. Cinta había sido cercano a la ex lideresa magisterial pero nunca superó las desconfianzas de los principales líderes del sindicato y del grupo que encabezaba Maricruz Montelongo.

Sin reportes de utilidades y un entorno político desfavorable, Cinbersol se pulverizó: el Piso 51 pasó a la administración del empresario Antonio Cosío Pando, mientras que un sector amplio de lo que fue Ragga, en el centro comercial Antara, de Polanco, quedó a cargo de Grupo Salinas. Joy Room se convirtió en el complejo TotalPlay.

Cinta conservó La No. 20 de Brickell Avenue, en un local que heredó Othón de León Arriola, el nieto mayor de Gordillo Morales. Ivoine fue operado unos años por Solórzano, quien en la última etapa afrontó problemas financieros, su divorcio y una minada salud.

Cuando Cinta decidió terminar con su autoexilio, hace un par de años, trajo a México otro sello AAA a Polanco: The Archiebald, que funciona en los bajos del JW Marriot. Y atendió el consejo de la familia Serrano, para zanjar sus diferencias con Chivigón.

A tiempo, para acompañarlo en las complicaciones provocadas por una infección nosocomial. Con compromisos financieros de corto plazo y socios más exigentes, Solórzano siguió con sus emprendimientos hasta que fue hospitalizado, hace un mes.

Ahora, La 20 es operada por Cantinas Autenticas de México S.A. de C.V. y el Piso 51 ya no se reserva el derecho de admisión, aunque sus clientes siguen siendo empresarios, líderes de opinión y altos mandos de la 4T. De los antiguos dueños, solo quedan sendas vitrinas con las figuritas de terracota policromada elaboradas por la familia Núñez Panduro que representan a los presidentes de México. Muchas, despostilladas, como los viejos anhelos de Alberto Cinta, quien fue dirigente de Nueva Alianza y diputado federal, por el PVEM.


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