El almirante Rafael Ojeda Durán ya le dijo a Andrés Manuel López Obrador que la Marina no aceptará el traspaso final del AICM a su órbita legal hasta no tener luz verde para cerrar la Terminal 2 y avanzar en un plan de mejoras ya que amplios terrenos que rodean a ese edificio se encuentran en proceso de hundimiento.
En agosto del año pasado el almirante Carlos Velázquez habÃa dicho que no era necesario cerrar la terminal para hacer las obras de mejora que impulsa el gobierno capitalino. Pero algo cambió: ahora existe la necesidad de controlar plenamente los horarios de los vuelos.
La Marina va a utilizar ese proceso y argumentará una cuestión de seguridad, no muy diferente a los sucedido con las vÃas férreas de Grupo México en el sureste, para reorganizar todos los slots del Aeropuerto, práctica que desde siempre fue digitada por Aeroméxico.
La aerolÃnea todavÃa no se recupera financieramente del proceso de bancarrota que vivió en Estados Unidos y el cierre de la Terminal puede ser un golpe frontal. A esto se agrega una deuda monumental que genera múltiples dudas sobre si la compañÃa podrá manejarla.
Los ejecutivos de Aeroméxico cabildearon intensamente contra los planes de cabotaje de la 4T con lo cual la relación actual no es de las mejores.
La Marina aplica en el Aeropuerto una gestión sumamente vertical y sin dar demasiadas explicaciones de sus decisiones. Ya lo vivió Aeromar con la deuda referida a sus hangares y ahora los miradas se vuelcan a Aeroméxico.
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