Campo
Peguémosle al chancho
Por Matías Strasorier
"Hay que pegarle al chancho para que salte el dueño",dice el dicho popular. En esa tarea estamos, esperando contribuir a construir una Argentina productiva y sustentable en la que los números cierren con la gente adentro. Producir tanto alimento y tener la mitad de los y las compatriotas con hambre debería incomodarnos a todos.

La producción porcina argentina ha mostrado un gran crecimiento durante el siglo XXI. El siglo pasado concluía mostrando un incipiente desarrollo, con un consumo de menos de 8 kg por habitante por año, y una producción que rondaba las 220 mil toneladas anuales con, aproximadamente, dos millones y medio de cabezas faenadas al año. El despegue principalmente ocurrió después del 2010, cuando algunas políticas incentivaron la producción porcina: menor precio del maíz, aumento del consumo, disminución de importaciones, créditos a productores, subsidios energéticos, entre otras. Ya para 2015, llegaron a duplicarse los números antes mencionados: se produjeron 485 mil toneladas, con 5,5 millones de cabezas faenadas ese año y un consumo de 11,5 kg/hab/año.

Entre 2017 y 2020 aumentó un 10,8% los animales faenados y un 18,2% la producción en Tn eq Res. Sin embargo, de las 5.178 unidades productivas comerciales que informa el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (MAGyP) en 2017 - productores porcinos que emiten documento de transporte electrónico (DTE)- apenas aparecen 3.661 en 2020, es decir, una caída de más del 29%.

La ausencia de políticas públicas para pequeños y medianos productores, agricultores familiares, agropymes, cooperativas, resultan notables desde 2016. Esta situación todavía no logra ser resuelta por el gobierno del Frente de Todos. La ausencia de un Plan Porcino se evidenció cuando, ante el interés de la República Popular de China por producir cerdos en nuestro país, afloraron muchos contrapuntos, tanto en productores como en consumidores.

Los principales problemas que los productores, sobre todo pequeños y medianos, reclaman son el alto precio del maíz, que representa entre el 60 y el 80% del costo productivo de un criadero porcino; el costo energético y de combustibles; la carga impositiva;  y el acceso a créditos, entre otros. Todo esto llevó a un proceso creciente de descapitalización en los últimos 6 años y, obviamente, la imposibilidad de incorporar tecnología de punta.

En esto radica el desarrollo desigual que se observa en Argentina en los últimos años, a pesar de tener un potencial productivo que supera la expectativa, incluso la de las demandas del mercado chino. Parece que nos encontramos entrampados en el histórico problema de disputar entre el proyecto nacional, federal e inclusivo, contra el mezquino proyecto de un puñado de "dueños", que se diversifican, se capitalizan y manejan el precio de los alimentos, sin dejar que la Argentina se desarrolle económicamente y el pueblo viva dignamente.

¿Quiénes son los dueños del chancho?

Los primeros 6 grupos empresariales productores porcinos, poseen 43.600 madres en un total nacional de 341.000, y producen alrededor de 132.000 toneladas en un total nacional de aproximadamente 700.000 toneladas. Es decir, concentran aproximadamente el 12,8% de las madres y el 18,85% de la producción de carne de cerdos. Presentan además, una gran diversificación e integración productiva, lo que les permite apropiarse de la rentabilidad que los otros pierden.

Paladini es el número 1 con un total de más de 11.600 madres, distribuidos en tres centros de producción, cada uno con su propia planta de alimento balanceado: el Centro de Producción Porcina I (Erin) de 4600 madres y una producción de 104.000 cerdos anuales para faena; el Centro de Producción Porcina II (La Toma, San Luis) con 5000 madres y con una producción de 130.000 cerdos anuales para faena; y el Centro de Producción Porcina III (La Toma, San Luis) con 2.000 madres. Además cuentan con 7 plantas industriales ubicadas en Villa Gobernador Gálvez, y Arroyo Seco, provincia de Santa Fe; y otras actividades vinculadas a la faena vacuna, alimentos procesados, planta I+D+I. Produce alrededor de 35 mil toneladas anuales y sus principales marcas son Paladini, L'Abratto, Espuña y Fela.

El 2° lugar es de Averaldo Giacosa y Cía, dueños de la marca La Piamontesa, con más de 8000 madres y una producción de alrededor de 25 mil toneladas. El grupo es el dueño del frigorífico de cerdos más grande de Córdoba, donde faena 180 mil animales por año. Cuenta con una planta de chacinados en el cual se procesan 14.000 Tn de carne porcina y 10.000 Tn de carne vacuna. En 2019 adquiere Campo Austral, Calchaquí y Bocatti, al comprárselas al grupo brasilero BRF.

En 3° lugar encontramos a Cabaña Argentina-Pacuca S.A., de la familia Blaquier (accionista mayoritario de Ledesma S.A.), con 7000 madres y una producción de "18 mil cerdos al mes y 2 millones de kilos de carne porcina por mes", según lo que informan en su sitio. Es decir, producen alrededor de 25 mil toneladas anuales. Se encuentra en plena construcción su nuevo frigorífico, con una inversión de 35 millones de dólares. Sus granjas, ubicadas en Roque Pérez, se presentan integradas a la producción de bioenergía, Pacuca Bio Energía, que cuenta con 3 biodigestores para producir 8.000 megas por año. Las principales marcas son Cabaña Argentina (fiambres), Casta Noble, Corral Pampeano, y De la Pulpería, entre otras. Sin lugar a dudas la familia Blaquier es uno de "los dueños del chancho".

En el 4º lugar, Isowean, de Fernando Villavicencio, Lisandro Culasso y la familia Grassi, posee 6.500 madres, pero con una ampliación en curso a 10.500 madres proyectada para este año. Actualmente producen 20 mil toneladas de carne de cerdo por año. Sus establecimientos de engorde se ubican al sureste de la provincia de Córdoba, en las localidades de Monte Buey y Marcos Juárez.

El 5º lugar lo ocupa BLD Pigs, de Fabio Bini, Lucas Galdeano y Carlos Solans, con 5500 madres en su UPL (Unidad Productora de Lechones) ubicada en la localidad cordobesa de Noetinger. Producen alrededor de 15 mil Tn anuales. El grupo tiene su fortaleza en 20 años de experiencia en servicios de agronegocios y servicios financieros, que abarcan compra de insumos, acopio, seguros, corretaje de granos, asesoramiento, especialidades, ganadería, etcétera. Su fortaleza en servicio de asesoramiento financiero incluye Letes, Lecaps, Lelinks, bonos, acciones, futuros y opciones, cheques y pagarés, obligaciones negociables, fondos comunes de inversión; todos los instrumentos financieros.

Finalmente, el 6° lugar lo ocupa el Grupo Riccillo, de la familia de Antonio Riccillo, con 5.000 madres en dos granjas de 2.500 madres de ciclo completo, con una producción de alrededor de 12.500 toneladas anuales. Esta empresa se presenta muy diversificada contando con planta bioeléctrica, producción bovina extensiva, agricultura (producen 170.000 Tn de granos), engorde a corral habilitado para exportar a la Unión Europea en la Cuota 481, servicio de hotelería a terceros, seis granjas avícolas (capacidad para 500.000 aves) para producir pollos parrilleros, y una planta de crushing de soja.

El potencial productivo del sector porcino argentino es enorme. Algunas de estas experiencias demuestran que es posible impulsar un plan Bioeconómico, Bioético y Bioindustrial que cuide y proteja la Biosfera y su Biodiversidad.

La inversión en nuevas tecnologías, el acceso a crédito y la posibilidad de generar un sistema impositivo inclusivo, entre otras acciones urgentes, resultan clave para que el sector pueda crecer integrando y motorizando el desarrollo de diferentes territorios de nuestra Patria.

Al igual que en otras cadenas del sector agroalimentario argentino, la producción porcina presenta algunos grupos empresariales con un importante crecimiento y desarrollo, a pesar de condiciones aparentemente desfavorables, o quizás desfavorables para la mayoría de los productores, por lo menos para los 1.517 productores fundidos entre 2017 y 2020.

Queda claro que el papel del Estado y las políticas públicas que ejecute, resultan determinantes para que se distribuya o para que se concentre, para que se desarrolle el sistema nacional de producción de manera federal e inclusiva, o se beneficien solo unos pocos "dueños". Será responsabilidad de quien gobierna que además genere inclusión, trabajo, movilidad social ascendente, divisas y a la vez combata el flagelo del hambre y la pobreza. Mientras, tendremos que seguir pegándole al chancho. 

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