Schiaretti apuesta a una estrategia ajedrecÃstica para controlar el centro del tablero polÃtico de Córdoba. |
Kasparov explicó el ajedrez desde una lógica simple. El tablero se domina cuando se logra dominar el centro, cuando se logra amenazar con respaldo la ocupación y desarrollo del adversario. No hace falta ocupar, basta con anular el movimiento del contrincante en el centro del campo de batalla. En otras palabras, en el ajedrez se domina cuando no se está. Paradoja, ¿no?
La dinámica del campo polÃtico se asemeja mucho a esa realidad lúdica. Y allÃ, en el mundo de carne y hueso, Schiaretti tiene otra oportunidad. El gobernador de la provincia de Córdoba, que hoy ostenta una aprobación y adhesión que ningún otro gobernador exhibe, puede jugar de nuevo, desde la periferia. Puede hacerlo sin ser un dirigente taquillero.
El peronismo cordobés parece enfocar sus piezas hacia un centro. Un oráculo. La gestión. Allà estarÃa la clave. No es una idea nueva. A comienzos del año pasado, el primer leitmotiv de campaña que resonó en el panal fue "Gestión Córdoba". Claro que después entendieron que entre la pandemia y la superpolarización nacional era necesario volver a ese concepto que nÃtidamente expresó De La Sota y bautizó como "cordobesismo" allá por el 2011.
El senador Luis Juez y el diputado De Loredo se sostienen en las encuestas de aprobación con números que obligan al peronismo cordobés a dejar de lado aspiraciones personales y concentrarse en el juego. Procurar manejar el centro del tablero desde la periferia, desde la gestión.
Los candidatos de Juntos por el Cambio, dos de los más rebeldes que tiene el frente opositor, no tienen para capitalizar discursivamente logros en la administración de recursos del Estado. Ni Juez en su paso por la intendencia de una ciudad hundida en el letargo y con un descomunal gasto, ni De Loredo en su paso por ARSAT.
Las últimas elecciones de medio término en Córdoba se caracterizaron por un vacÃo de propuestas, con un resultado abrumador. La primera lectura tiene que ver con el contexto de una elección nacional, una provincia intrÃnsecamente antikirchnerista que encontró en la representación de Juez y De Loredo la manera más radical de expresarse. El contenido discursivo antitético del cual se valió para obtener un resultado arrasador Juntos por el Cambio en las elecciones pasadas podrÃa cambiar drásticamente. Pensemos en una representación de discurso antitético mucho más blando, si efectivamente, como conviene para el peronismo cordobés, se desdoblan las elecciones provinciales del 2023.
En las elecciones pasadas el gobernador intentó sin éxito volcar su imagen y finalmente se incorporó en la ciudad a la cartelerÃa la figura del intendente Llaryora, que es después de mucho tiempo para un intendente de la ciudad, dueño de una gran aprobación del electorado capitalino.
Cabe recordar, en el marco de una posible pulseada, que el senador Juez en su última aspiración a gobernar la ciudad no alcanzó ni tres puntos del electorado.
El gobernador empieza a jugar más fuerte, en favor de la gestión, del centro, pero, y aquà lo interesante, lo hace desde la polÃtica. Se teje una compleja participación en el liderazgo de la oposición moderada. Como referente opositor de pivote interno, sin alzar perfil, pero construyendo lógicas que serán útiles dentro de la provincia. Schiaretti piensa en Córdoba y en la estrategia.
El intendente Llaryora piensa en la táctica, la gestión, en una ciudad que puede convertirse en una picadora de carne. La construcción de una diferenciación montada sobre una jugada de desgaste parece la clave. La gestión desde la periferia para dominar el centro. Mientras tanto, el cÃrculo rojo se confunde y Juez intenta bajar la espuma. No es tiempo.
El desafÃo es ahora, para el peronismo cordobés, construir una alegorÃa de Goliat. Es decir, edificar una administración equilibrada desde lo institucional, eficientemente comunicada, pero sobre todo, exitosa. Ahora de nuevo, el "cordobesismo" no es tanto un discurso de representación polÃtica, como sà un emblema de gestión. Y como ya se dijo, en el convulsionado tablero polÃtico de la actualidad, se apuesta a la gestión como la jugada que le permita mantener centralidad mientras se mantiene en las periferias del campo de batalla.
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