Argentina merece construir una fuerza polÃtica alternativa que cambie el paradigma autoritario, patriarcal y extractivista. |
En escasos meses se han reiterado y agudizado los injustificados berrinches y desplantes del presidente Javier Milei en el plano internacional.
Si bien en campaña electoral ya se manifestaba crÃtico a la Agenda 2030, descreÃdo del cambio climático, negacionista de los derechos humanos y especialmente de la igualdad de género, de las diversidades y de la interseccionalidad, en los primeros meses del gobierno no hubo mayores consecuencias.
En abril de este año, a pesar de que correspondÃa a la Argentina la presidencia de la Reunión del Foro de paÃses de América Latina y el Caribe, desistieron de ello a último momento y habiendo participado normalmente los primeros dÃas en las negociaciones, el dÃa final después de aprobarse las resoluciones más importantes irrumpió en el salón de la CEPAL el Embajador argentino en Chile dejando constancia que Argentina hacia reservas de presentar observaciones u objeciones a lo acordado. A pesar de ese exabrupto, a la semana siguiente en la conferencia de Estados parte (COP 3) del Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe (conocido como Acuerdo de Escazú), si bien con perfil bajo - casi invisible- Argentina siguió todas las negociaciones y aprobó todas las resoluciones consensuadas.
En el Foro PolÃtico de Alto Nivel (HLPF) de Naciones Unidas realizado en julio de este año en New York, donde se hace seguimiento a la Agenda 2030, Argentina participó normalmente, aunque en un papel deslucido comparado con su liderazgo y protagonismo de otras épocas.
En septiembre, el discurso de Milei en Naciones Unidas fue una provocación al mundo criticando la Agenda 2030 y las polÃticas de la ONU, que son el resultado de décadas de trabajo multilateral - aún con escasos resultados- y del empuje de las sociedades civiles para lograr los humildes objetivos de que no haya hambre en el mundo, que todos tengan acceso al agua, salud, educación y vivienda, y que no se sigan causando daños al planeta por el mal desarrollo que pone en riesgo nuestra vida humana sobre él.
En el caso del voto contra el bloqueo económico y financiero de Estados Unidos a Cuba, el mundo entero lo debatió en Naciones Unidas por trigésima segunda vez y lo volvió a condenar: 187 paÃses del mundo votaron a favor de ponerle fin y solo Israel y Estados Unidos votaron por sostener el bloqueo. La postura histórica de Argentina ha sido siempre actuar en bloque con Latinoamérica y Caribe para defender nuestros intereses. Sin embargo, quien se dice libertario y defensor del libre comercio, echó a su Canciller Diana Mondino por ese voto.
Argentina está batiendo récords de la mano de Milei. Fue el único paÃs del mundo frente a 169 en votar en contra de la resolución de Naciones Unidas sobre derechos de los IndÃgenas. Asimismo, fue el único paÃs en votar en contra de una resolución que promueve la intensificación de los esfuerzos para prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. En este último caso, de los 184 paÃses que participaron de la votación, hubo 170 votos a favor y 13 abstenciones. Israel y Estados Unidos se posicionaron a favor, mientras que Irán, Rusia, Nicaragua y Corea del Norte, entre otros, fueron neutrales. Argentina votó en contra, sentando un inusitado mal precedente, tras argumentar que la resolución contiene términos ambiguos como "hate speech", "misinformation" y "disinformation" que podrÃan ser utilizados "abusivamente" para restringir la misma libertad de expresión "que afirman proteger". Ambos votos contrarÃan mandatos constitucionales y las obligaciones convencionales vinculantes con rango suprelegal.
Ahora, en Bakú (Azerbaiyán), en la Conferencia de Naciones sobre Cambio Climático (COP29), mientras todos los paÃses del mundo discuten cómo será la financiación para la acción climática a partir de 2025, Javier Milei retiró la delegación oficial argentina. Los equipos técnicos de la SubsecretarÃa de Ambiente y de CancillerÃa que integraban la delegación venÃan participando en las negociaciones hasta que fueron notificados de la medida tomada por las autoridades polÃticas. El extraño argumento en off detrás de la medida fue el de no entorpecer en los consensos de la conferencia. Eso se da en el marco de un gobierno nacional liderado por un presidente que "cree que el cambio climático no es 100% producido por las actividades humanas", mientras el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos/as sobre Cambio Climático (IPCC) ha mostrado la evidencia sobre el rol inequÃvoco de la influencia humana en el calentamiento de la atmósfera, el océano y la tierra.
En este contexto, de un gobierno negacionista de los derechos humanos y de la crisis climática, el retiro de esta COP y nuestro aislamiento del diálogo multilateral significa para la Argentina una oportunidad pérdida para obtener los recursos que necesitamos para los cambios imprescindibles para evitar y afrontar las sequias, los incendios y las inundaciones que nos están azotando.
A pesar de toda esta sobreactuación beligerante, Argentina debe cumplir con los compromisos asumidos al haber ratificado el Acuerdo de ParÃs sobre cambio climático, después de su aprobación por el Congreso de la Nación.
Como sociedad civil seguiremos presentes en la COP 29 haciendo incidencia para lograr nuestros objetivos como feministas y como latinoamericanas en el diálogo multilateral y multiactor. Al volver a casa usaremos todos los recursos jurÃdicos nacionales e internacionales y promoveremos el empoderamiento comunitario para hacer que se cumplan los compromisos para la justicia climática y la justicia de género, sin las cuales no hay justicia social.
Somos muchas las mujeres, diversidades, indÃgenas, afros y jóvenes que creemos que Argentina merece construir una fuerza polÃtica alternativa que cambie el paradigma autoritario, patriarcal y extractivista, y prepararnos para cuando pase el temblor. Otra agenda y otra forma de hacer polÃtica son posibles. Nosotras/os somos parte de una fuerza global que va en otra dirección.
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