29 de abril, 2024
Editorial
La culpa no es del chancho
Ricardo AlfonsÃn podrÃa haberse evitado, sino la coincidencia en la foto, al menos el chacoteo con Cristina Kirchner y sus ministros en Chascomús. Pero lo que sin duda debió haber evitado desde un comienzo era enredarse con Carrió. |
El episodio del abrazo en Chascomús dejó en evidencia, así, los costos de otro anterior y mucho más inexplicable: el que le propinó sonoramente a la chaqueña a poco de haberse impuesto en las internas bonaerenses del radicalismo.
Hasta ese momento, la gravitación que ejercía la jefa de la Coalición Cívica sobre sus socios venía experimentando una notoria declinación, paralela a la de su popularidad. Y el Acuerdo Cívico y Social se encaminaba sin mayores sobresaltos al desafío de redefinirse, con vistas a conformar un auténtico frente de partidos, y eventualmente convertirse en base de una coalición de gobierno.
Lo que los líderes de las tres fuerzas más decididos en este camino, Margarita Stolbizer del GEN, Ernesto Sanz de la UCR y Rubén Giustiniani del PS, ya habían empezado a explorar con declaraciones y presentaciones públicas que indicaban un esfuerzo de colaboración trascendente a los candidatos y a la coyuntura parlamentaria.
La decisión de Alfonsín de abrazarse a Carrió para utilizar en su provecho el veto que ella le imponía públicamente a Cobos como potencial candidato del espacio “panradical” reveló la estrechez de miras de quienes han estado y siguen estando demasiado atentos a la interna de la UCR.
Puso además de forma imprevista e inconsulta en graves aprietos a los tres líderes partidarios y su esfuerzo de construcción coalicional. Y, por sobre todo, elevó la capacidad de daño de la diputada tanto sobre esos partidos, como sobre el propio Alfonsín.
Al respecto, cabe hacer una aclaración importante. Carrió se arroga el haber sido la inicial promotora del Acuerdo Cívico y Social, y por tanto la accionista mayoritaria de los réditos que esa apuesta ha brindado. Su pretensión no es del todo infundada. Pero ello no quita que, con el paso del tiempo se haya vuelto más y más un obstáculo para el progreso del Acuerdo: porque lo cierto es que su vocación coalicional nació y se justificó desde la idea de que el radicalismo era una fuerza prácticamente en extinción y los demás “socios” no eran más que retazos del naufragio; hoy que esos partidos se han revivificado gracias al éxito electoral de 2009 y las perspectivas abiertas para el futuro inmediato, y han surgido nuevos actores autónomos como el GEN de Stolbizer, pareciera que Carrió está empecinada en retrotraer las cosas al momento en que ella repartía las partituras y Gerardo Morales y los demás no tenían más remedio que seguirle el paso.
Carrió, no cabe duda, es una valiosa fiscal del poder. Y ha sido y puede seguir siendo una muy activa y eficaz líder legislativa, capaz de contribuir a la formación en el ámbito parlamentario de acuerdos amplios entre las heterogéneas fuerzas antikirchneristas.
Pero a menos que sus socios en el Acuerdo estén dispuestos a reconocerle el rol que ella se arroga a nivel partidario, de ser su superior censora y primera electora, entonces las posibilidades de convivencia en un mismo espacio con ellos ahora que es preciso crear recursos partidarios y liderazgos para gobernar son más bien escasas, sino nulas.
Y de lo que se trata por tanto es de encontrar la forma de resolver la cuestión del modo más rápido y menos perjudicial para todos, no sólo con vistas a las próximas elecciones, sino también a la continuidad del trabajo conjunto en el Parlamento y demás ámbitos en que ello sea posible.
La prolongación en el tiempo de una situación que impone límites estrechos a la cooperación interpartidaria, y genera choques cada vez más desgastantes, significaría a la larga costos mayores que los que cabe esperar de un divorcio anticipado y razonablemente negociado. De él, finalmente, no se podrá culpar a nadie.
Carrió ha dicho que sólo rescata a Alfonsín de entre los radicales, porque es bueno e ingenuo, que los socialistas están ya fuera de su campo de interés, y que el GEN es una ONG irrelevante. Si su atención está puesta en acordar con un peronismo que no sea ni kirchnerista ni duhaldista (dando a entender que está hablando de Solá aunque él, como se sabe, ha sido ambas cosas), no podrá reprocharles a sus actuales socios que le dejen libres las manos para intentarlo.
Columna publicada en el blog El agente de Cipol.
Hasta ese momento, la gravitación que ejercía la jefa de la Coalición Cívica sobre sus socios venía experimentando una notoria declinación, paralela a la de su popularidad. Y el Acuerdo Cívico y Social se encaminaba sin mayores sobresaltos al desafío de redefinirse, con vistas a conformar un auténtico frente de partidos, y eventualmente convertirse en base de una coalición de gobierno.
Lo que los líderes de las tres fuerzas más decididos en este camino, Margarita Stolbizer del GEN, Ernesto Sanz de la UCR y Rubén Giustiniani del PS, ya habían empezado a explorar con declaraciones y presentaciones públicas que indicaban un esfuerzo de colaboración trascendente a los candidatos y a la coyuntura parlamentaria.
La decisión de Alfonsín de abrazarse a Carrió para utilizar en su provecho el veto que ella le imponía públicamente a Cobos como potencial candidato del espacio “panradical” reveló la estrechez de miras de quienes han estado y siguen estando demasiado atentos a la interna de la UCR.
Puso además de forma imprevista e inconsulta en graves aprietos a los tres líderes partidarios y su esfuerzo de construcción coalicional. Y, por sobre todo, elevó la capacidad de daño de la diputada tanto sobre esos partidos, como sobre el propio Alfonsín.
Al respecto, cabe hacer una aclaración importante. Carrió se arroga el haber sido la inicial promotora del Acuerdo Cívico y Social, y por tanto la accionista mayoritaria de los réditos que esa apuesta ha brindado. Su pretensión no es del todo infundada. Pero ello no quita que, con el paso del tiempo se haya vuelto más y más un obstáculo para el progreso del Acuerdo: porque lo cierto es que su vocación coalicional nació y se justificó desde la idea de que el radicalismo era una fuerza prácticamente en extinción y los demás “socios” no eran más que retazos del naufragio; hoy que esos partidos se han revivificado gracias al éxito electoral de 2009 y las perspectivas abiertas para el futuro inmediato, y han surgido nuevos actores autónomos como el GEN de Stolbizer, pareciera que Carrió está empecinada en retrotraer las cosas al momento en que ella repartía las partituras y Gerardo Morales y los demás no tenían más remedio que seguirle el paso.
Carrió, no cabe duda, es una valiosa fiscal del poder. Y ha sido y puede seguir siendo una muy activa y eficaz líder legislativa, capaz de contribuir a la formación en el ámbito parlamentario de acuerdos amplios entre las heterogéneas fuerzas antikirchneristas.
Pero a menos que sus socios en el Acuerdo estén dispuestos a reconocerle el rol que ella se arroga a nivel partidario, de ser su superior censora y primera electora, entonces las posibilidades de convivencia en un mismo espacio con ellos ahora que es preciso crear recursos partidarios y liderazgos para gobernar son más bien escasas, sino nulas.
Y de lo que se trata por tanto es de encontrar la forma de resolver la cuestión del modo más rápido y menos perjudicial para todos, no sólo con vistas a las próximas elecciones, sino también a la continuidad del trabajo conjunto en el Parlamento y demás ámbitos en que ello sea posible.
La prolongación en el tiempo de una situación que impone límites estrechos a la cooperación interpartidaria, y genera choques cada vez más desgastantes, significaría a la larga costos mayores que los que cabe esperar de un divorcio anticipado y razonablemente negociado. De él, finalmente, no se podrá culpar a nadie.
Carrió ha dicho que sólo rescata a Alfonsín de entre los radicales, porque es bueno e ingenuo, que los socialistas están ya fuera de su campo de interés, y que el GEN es una ONG irrelevante. Si su atención está puesta en acordar con un peronismo que no sea ni kirchnerista ni duhaldista (dando a entender que está hablando de Solá aunque él, como se sabe, ha sido ambas cosas), no podrá reprocharles a sus actuales socios que le dejen libres las manos para intentarlo.
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De que estas hablando si es un partido inexistente solo apoyado en la popularidad mediatica de carrio
Anda y fijate si en capital pueden reunir 200 militantes y despues hablamos
Ya cansan con el verso de que todas las culpas son de sólo de Carrió. Asuman sus propios errores.