Brasil
El Congreso, la debilidad que une a Lula con Milei
Por Marco Bastos
Lula y Milei tienen gobiernos minoritarios en el Congreso. Las diferencias entre ambos a la hora de abordar ese problema del poder.

 Pese a las enormes diferencias, hay algo en común entre Lula y Javier Milei: son gobiernos sin mayorías parlamentarias. Este rasgo define a la identidad de ambos los gobiernos y las herramientas que cada uno intenta emplear para ampliar sus resortes de poder.

Lula intentó ampliar su bloque de apoyo en el Congreso distribuyendo ministerios y puestos en el gobierno a partidos del llamado Centrao, el bloque de partidos conservadores que históricamente a negociado apoyo a todos los gobiernos de la democracia. Los leales a Lula en la izquierda suman alrededor del 20% de los escaños en el Congreso, pero incluso poniendo ministros conservadores, que representan oligarquías regionales y, muchos, han apoyado al gobierno de Jair Bolsonaro, aún así Lula viene teniendo enormes dificultades de aprobar legislaciones de su interés.

Desde hace meses la reforma tributaria, estrella del Ministro de Hacienda Fernando Haddad, que busca reducir la complejidad del sistema de tributos federales, provinciales y municipales en Brasil, está bloqueada por peleas entre el gobierno y líderes del Centrao en ambas las casas del Congreso.

En medio de la confusión política entre Ejecutivo y Legislativo, los lobbies se aprovechan. Hace meses se discute en Brasília poner una tarifa de importación a prendas de vestir importadas que se venden en las tiendas en línea Shein y Shopee, ambas chinas. Son productos que cuestan menos de 50 dólares y son accesibles a los brasileros de a pie. 

La contraofesiva de Bolsonaro

El sueldo promedio en Brasil está cerca a los 600 dólares. El lobby viene de las grandes industrias nacionales de textiles que presionan tanto al gobierno como a los diputados y senadores del Centrao a restringir la competencia con la ropa importada de China. Así, los consumidores más pobres van a terminar comprando menos ropa.

En resumen, Lula intentó afrontar su minoría parlamentaria con una estrategia de negociación pero no le funcionó hasta ahora. Los parlamentarios de los partidos del Centrao siguen sin apoyar a su gobierno. 

Lula intentó ampliar su bloque de apoyo en el Congreso distribuyendo ministerios y puestos en el gobierno a partidos del llamado Centrao, pero aún así continúa con enormes dificultades para aprobar sus proyectos, como la reforma tributaria.

En Argentina, Milei parte de un nivel de apoyo en Congreso más alto que Lula si consideramos que el PRO y una parte de la UCR y del peronismo tienen ideas económicas similares. Es decir, Milei, de extrema derecha, logra sumar aproximadamente el 50% del Congreso en su coalición con apoyo de la centro-derecha.

Sin embargo, la táctica de Milei, a la diferencia de Lula, es primeramente de confrontación en vez de negociación. Milei intenta solucionar su problema estructural de tener un partido minoritario en el Legislativo, polarizando a la sociedad en sus discursos, en las redes sociales y convocando marchas callejeras. Es la vieja táctica de buenos (nosotros) en contra de los malos (ellos).

Es interesante notar que Lula, en ninguno de sus tres gobiernos, utilizó la táctica de llamar a marchas multitudinarias como demostración de fortaleza política - de hecho ahí se halla una gran diferencia entre Lula y muchos de sus pares de izquierda en la región, como el kirchnerimo por ejemplo. En cambio, Javier Milei sigue un guion muy parecido a lo que hacía Jair Bolsonaro en Brasil, que convocaba a sus seguidores a actos en la puerta de cuarteles del Ejército, incluso en 2020 y 2021, en plena pandemia del covid-19.

En cuanto a la táctica de polarizar a la sociedad en los discursos, este es un tema controversial en Brasil. La posición de la izquierda ha sido que la derecha polarizó a la sociedad en una disputa de buenos en contra de malos. 

El Congreso, la debilidad que une a Lula con Milei

Hay voces en la izquierda que ubican este proceso en distintos momentos de la historia reciente del país, sea las marchas del 2013, o en la operación Lava Jato, que arranca en el 2014, en el impeachment de Dilma Rousseff en 2016, o en la campaña que llevaría Bolsonaro a la presidencia en el 2018. Desde la otra vereda, autores del mundo de la derecha plantean que el PT ya polarizaba la sociedad en su discurso desde los noventa, tildando de elitistas y perjuiciosos a todos aquellos que no le votaban o eran críticos a sus posturas.

En común, hasta ahora, entre Lula (que lleva 18 meses de gobierno) y Milei (6 meses en el gobierno) es la dificultad de aprobar legislaciones estratégicas a sus intereses.

Haddad y el fuego amigo

Es cierto que en el caso brasileño, Lula sí pudo aprobar en el arranque de su tercer periodo presidencial en el año pasado un paquete legislativo que cambiaba la regla fiscal, adoptando un modelo más flexible que le permitió ampliar el gasto público, principalmente las transferencias del gobierno a las familias de la mitad más pobre de la población. Su programa icónico, el Bolsa Família, hoy llega a 20 millones de hogares, esta es la base de apoyo más sólido al PT desde hace dos décadas.

Sin embargo, en Brasil, incluso políticos conservadores apoyan más gasto público y más subsidios. Hay un consenso por más gasto público entre el Ejecutivo, de izquierda, y el Congreso, mayormente de derecha. Este es un factor que no permite estabilizar la deuda pública, que hoy está en 80% del PBI. La deuda dobló en la última década y la trayectoria es de ascenso. 

Es cierto que Lula sí pudo aprobar en el arranque de su tercer periodo presidencial un paquete legislativo que cambiaba la regla fiscal, adoptando un modelo más flexible que le permitió ampliar el gasto público, principalmente las transferencias del gobierno a las familias de la mitad más pobre de la población. Su programa icónico, el Bolsa Familia, hoy llega a 20 millones de hogares.

Es decir, Lula solo aprobó su programa de gobierno favorito (el Bolsa Família, creado en el 2003) porque el Centrao apoya dicha iniciativa. Más allá de eso, el tercer Lula no pudo aprobar ningún programa innovador con su impronta.

En Argentina, Milei tiene mucho menos tiempo como presidente pero no pudo aprobar nada en el Congreso. La Ley Bases fue aprobada solamente en Diputados. Su insignia hasta ahora es la baja de la inflación que lo logra vía un durísimo ajuste fiscal y la recesión que deprime el consumo.

El argentino está posicionado como un revolucionario de derecha que libra una batalla contra el sistema político. Se planta a las antípodas no sólo de Cristina Kirchner o Juan Domingo Perón, sino hasta de Hipólito Yrigoyen. Plantea una idea grandilocuente y sus seguidores lo siguen con el ardor de los que están participando de algo más grande que ellos: las Fuerzas del Cielo, aunque está más cerca del culto de la Generación Zoe de Cositorto.

El Congreso, la debilidad que une a Lula con Milei

Lula, pese a que la izquierda históricamente estuvo identificada con la imagen de la revolución y de la transgresión, fue en verdad el candidato conservador en las elecciones generales del 2022 en Brasil. Lula busca conservar el orden constitucional vigente desde el 1988, cuando la Asamblea Constituyente puso fin al orden político de la dictadura militar. El candidato que defendía la ruptura con el orden constitucional inaugurado en 1988 era Bolsonaro, un defensor de la dictadura. 

El modelo de presidentes minoritarios en el Congreso empieza a ser algo cada vez más frecuente en América del Sur. Gabriel Boric en Chile, Dina Boluarte en Perú, Daniel Noboa en Ecuador y Gustavo Petro en Colombia.

Lula y Milei tienen gobiernos minoritarios en los congresos, pero Milei parece tener el espíritu de época a su favor. La vuelta a las tradiciones e identidades nacionales es un rasgo en común en el MAGA estadounidense, en Xi Jinping en China, en Narendra Modi en India y en la extrema derecha europea. Milei también cuenta con más apoyo mediático que Lula, sea en redes sociales o en los medios tradicionales.

El modelo de presidentes minoritarios en el Congreso empieza a ser algo cada vez más frecuente en América del Sur. Gabriel Boric en Chile, Dina Boluarte en Perú, Daniel Noboa en Ecuador y Gustavo Petro en Colombia, son ejemplos de figuras que  les toca gobernar teniendo que construir permanentemente mayorías en el Congreso. Cada uno echa mano de las armas que tiene.

Es para pensar: ¿estaremos adentrando en un ciclo de gobiernos regionales minoritarios? Esto es un desafío enorme para países de ingresos medios que tienen que afrontar los retos que pedirán políticas públicas innovadoras hacia las próximas décadas, como el cambio climático, el envejecimiento poblacional y la inteligencia artificial.

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  • 1
    l
    09/06/24
    21:20
    1 - Lula tiene cintura politica, Milei es un infradotado
    2 - la oposicion en Argentina es "dialoguista", en Brasil literalmente quisieron voltearlo a Lula

    No hay comparacion posible.
    Responder
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