Opinión
Munich y la era de la audacia
Por Lisandro Sabanés y Alfredo Lopez Rita
La Conferencia de Seguridad celebrada en Alemania en febrero pasado brindó claridad sobre la proyección de algunos escenarios de futuro inmediato.

El gran historiador británico Eric Hobsbawm tituló a su famosa serie de trabajos "La era de las revoluciones", "La era del capital", y "La era del imperio". Se trata una célebre trilogía de Historia Contemporánea que todo historiador profesional ha tenido que leer obligadamente y maravillarse, luego, ineludiblemente. 

La identificación de procesos históricos denominados eras podría habilitarnos a calificar el actual estadio como "la era de la audacia". En el momento más oscuro de la noche, el que antecede al amanecer; en ese

El pasado mes de febrero se celebró, como todos los años, la Conferencia de Seguridad de Münich (CSM), una reunión de autoridades políticas, expertos en seguridad internacional, altos mandos militares y representantes de la industria de tecnología aplicada y armamanto, que se lleva a cabo en el tradicional Hotel Bayerischer Hof desde 1963. 

En esta ocasión, participaron del Davos de la seguridad y la defensa más 60 jefes de Estado y de gobierno, entre ellos, Volodimir Zelenski; Ursula Von der Leyen; Antonio Costa, recientemente asumido presidente del Consejo Europeo; Wang Yi, el gélido canciller chino; así como el vicepresidente estadounidense J.D. Vance (quien brindó un durísmo discurso que se recomienda ver aquí); el secretario de Estado, Marco Rubio; el Enviado Especial para Ucrania y Rusia, General Keith Kellog y Mark Ruthe, el primer Minisitro neerlandés y actual secretario general de OTAN, entre muchos otros.

Más Mahbubani y menos Varoufakis

El evento en cuestion adquirió particular importancia en esta oportunidad, ya que se esperaban las palabras de las autoridades norteamericanas recientemente asumidas. Sobre todo, ante la inminencia del inicio del proceso de negociación entre Estados Unidos y Rusia, luego del ablandamiento que realizó la dupla presidencial al presidente ucraniano en el Salón Oval de la Casa Blanca, en lo que, por sobre todas las cosas, se trató de un mensaje premeditado y de aproximación indirecta a los líderes europeos, fundamentalmente.

Desde el retorno de Trump, el gobierno republicano ha establecido con claridad sus prioridades. Como aquella anécdota que contara Henry Kissinger sobre la forma en la que comenzaba las reuniones con sus homólogos: "Una vez que hablemos de los intereses de Estados Unidos en primer lugar, podremos hablar de los intereses de Estados Unidos luego y, finalmente, hablaremos de los intereses de Estados Unidos. Una vez que hayamos hecho eso, podremos hablar de lo que le interesa a usted".

El presidente americano viene sosteniendo que su país ha sido estafado por Europa y otros aliados, en referencia a México y Canada, estos últimos a propósito de las políticas arancelarias que viene implementando y que no hace más que volver sobre los pasos dados con el acuerdo de libre comercio que pautaron estos tres países por iniciativa del mismo Trump durante su primera administración. 

En el caso de la OTAN, es algo que advirtió en su anterior gobierno y que en esta ocasión pareciera decidido a que los países que integran esa asociación destinen un 5% de su presupuesto a la seguridad continental, ello toda vez que países como Alemania, por ejemplo, aportan un 2% cantidad esta que, no debe soslayarse, es el estandar establecido vigente en el bloque.

Munich y la era de la audacia

En esta oportunidad, los organizadores de la CSM no invitaron a autoridades del gobierno ruso, pero sí lo hicieron a líderes de la oposición y de la sociedad civil de la Federación, en un gesto que no se cuadra con el proceso de detente en curso. 

La postura del embajador Christoph Heusghen, ex asesor en temas de política exterior de la excanciller Angela Merkel y ex embajador aleman ante las Naciones Unidas, actualmente a cargo de la dirección de la Conferencia, justificó ese temperamento ya que, según él, la Conferencia de Münich es un espacio de diálogo sincero y como el gobierno ruso no está dispuesto a ello no reune las condiciones de base para su convite. 

Heusghen resaltó en las palabras de cierre del evento que "después del discurso del vicepresidente JD Vance, tenemos que temer que nuestra base de valores comunes [con los Estados Unidos] ya no es tan común", luego de lo cual, y para regocijo de la cancillería rusa, increíblemente rompió en llanto

El presidente americano viene sosteniendo que su país ha sido estafado por Europa y otros aliados, en referencia a México y Canada, estos últimos a propósito de las políticas arancelarias que viene implementando y que no hace más que volver sobre los pasos dados con el acuerdo de libre comercio que pautaron estos tres países por iniciativa del mismo Trump durante su primera administración.

Analistas expertos enfatizan sobre lo conveniente que hubiera sido, en atención al actual estado de cosas, considerar seriamente las palabras pronunciadas por Vladimir Putin en la Conferencia similar del año 2007, cuando el presidente ruso "dialogaba sinceramente" con Occidente. 

Es probable que, visto ello en retrospectiva, parte de la historia haya comenzado en ese momento, para lo cual vale la pena interrogarse cuáles han sido las medidas que las partes comprometidas en este descalabro llevaron adelante para mitigar el riesgo de conflicto que se expresa hoy, sea a modo de desenlace o de prolegómeno de algo mayor. El lector interesado puede ver esta fundamental pieza de archivo histórico audiovisual completa, o bien hacerlo a partir del minuto 18, momento en el que adquiere su especial relevancia.

Días antes del inicio del evento, en el minuto cero de lo que parece una jugada de varios movimientos simultáneos y escalonados, el secretario de Defensa Pete Hegseth -que no asistió a la ciudad aleman- brindó un categórico discurso en la oficinas de la OTAN en la ciudad de Bruselas, con lo que predisponía la participación del vicepresidente Vance en los términos observados. 

Hegseth sostuvo: "estoy hoy aquí para expresar directamente y sin ambiguedades que las crudas realidades estratégicas impiden que Estados Unidos sea el principal garante de la seguridad en Europa (...) Nos enfrentamos a un competidor de la talla de los chinos comunistas con la capacidad y la intención de amenazar nuestra patria y nuestros principales intereses nacionales en el Indo-Pacífico (...) Los aliados europeo deben liderar desde el frente. Estados Unidos ya no tolerará una relación desequilibrada que fomente la dependencia. Por el contrario, nuestra relación dará prioridad a capacitar a Europa para que asuma la responsabilidad de su propia seguridad".

Probablemente haya que ir muy lejos en la historia contemporánea para encontrar el testimonio de un funcionario de tan alto nivel del gobierno norteamericano en el que afirma sin ambages que no se tolerarán relaciones que fomenten la dependencia de los Estados Unidos, en la que los actores estatales deban responsabilizarse por su propia seguridad. De esta manera, se tornan procedentes otras consideraciones. 

En efecto, las referencias que el presidente norteamericano viene haciendo, incluso desde antes de volver a sentarse en el despacho del lado Oeste de la casa de Avenida Pensilvania, respecto de anexar la isla de Groenlandia, renombrar el Golfo de México y recuperar la administración del Canal de Panamá, ha llevado a analistas a identificar que, sólo por esto, estamos frente a una política "expansionista". 

Munich y la era de la audacia

Sin embargo, esta retroversión a lo que podría denominarse su "esfera de influencia" libera otras tantas geografías del mundo de la presencia física de Norteamérica donde no sólo estaba perdiendo dinero (esto en línea de continuidad con las preocupaciones fiscalistas de Trump), sino -y mucho peor-, prestigio, eficacia y autoridad. En todo caso, en el escenario propuesto, se consolidan posiciones, pero eso no significa una expansión. 

Es por eso que Kishore Mahboubani, a quien hemos dedicado unas líneas aquí en LPO, definiéndolo como uno de los más sobresalientes analistas internacionales, suele enfatizar cómo China aprendió la lección de los últimos años de la URSS. Cómo el principio del fin comenzó cuando las repúblicas caucásicas comenzaron a crujir frente al esclerotismo que demostraba la burocracia soviética y su desgobierno. El terrible problema del boxeador de brazos cortos. 

De este modo, la presencia omnímoda en vastas geografías del poder de una determinada unidad autónoma hace imposible el mantenimiento del orden, con el riesgo de que a mayor dilación haya una menor real capacidad de agencia. Un estado de cosas que para los sistemas políticos de los países que hoy se encuentran desafiando la hegemonía occidental es una condición sine qua non, como lo ha sido para otras grandes experiencias histórico políticas a lo largo de la historia. 

China nunca se ha visto a sí misma como potencia global, pero sí pretende que se le reconozca su condición de potencia regional y esa es hoy su real aspiración. El Mar del Sur de la China Meridional y Taiwan son sus innegociables líneas rojas y aguarda que Estados Unidos termine de ordenar sus patios trasero y delantero para la batalla final. Para China la espera es una de las modalidades posibles que adopta la acción. 

China nunca se ha visto a sí misma como potencia global, pero sí pretende que se le reconozca su condición de potencia regional y esa es hoy su real aspiración. El Mar del Sur de la China Meridional y Taiwan son sus innegociables líneas rojas y aguarda que Estados Unidos termine de ordenar sus patios trasero y delantero para la batalla final. Para China la espera es una de las modalidades posibles que adopta la acción.

Mientras tanto, los Estados Unidos conservarán naturalamente intereses en distintas zonas del planeta, pero es probable que no quieran dictar las reglas de la forma en que se han acostumbrado a hacerlo. Su intervención podrá darse por interpósitos actores cuyos intereses particulares pueden fungir de reaseguro y ser confluyentes en un contexto de escenarios tan cambiantes en un futuro más o menos cercano. 

Esta transición de poder global que presenta un orden mundial momentaneamente sin hegemonías podrá resolverse finalmente o bien prolongarse sin solución de continuidad, hasta que las nuevas potencias hundan los pilares que terminen de delimitar sus respectivas áreas de poder. Esto, en una fase sucesiva, debiera dar lugar a una etapa en la que se inicie un nuevo consenso. 

Munich y la era de la audacia

Naturalmente, es algo que representa significativos desafíos para los países integrantes de cada uno de esos ámbitos, que deberán recalibrar sus posicionamientos al interno de los mismos. Todo esto reconfigura el mapa mundial y es de prever que este proceso en curso, tal como dijo días atrás el presidente azerí en el muy relevante Foro Global de Bakú, se prolongue durante unos cuantos años.

Para finalizar no queremos dejar lo que es el sentido primero y último que impulsan siempre estas consideraciones y que tiene que ver con cómo la Argentina debe revitalizarse y orientar sus acciones de cara a los desafíos del siglo XXI.

Esta obervación que mencionamos sobre la proyección de los interesas estadounidenses que se despliegan desde Groenlandia hasta Panamá, deja un interrogante sobre qué pasa con América del Sur. Una vez más, como hemos dicho en otra ocasión, la geografía viene en auxilio de nuestro país. Su ubicación la pone no sólo fuera de las regiones más conflictivas del mundo, de las que es de esperar un agravamiento paulatino, sino que además por fuera de la zona de influencia norteamericana. 

No en vano el primer viaje que realizó Marco Rubio como secretario de Estado fue a Panamá, Costa Rica, El Salvador, al tiempo que se envió a Richard Grenell a neutralizar los posibles focos de conflicto con el gobierno venezolano y se encapsuló rapidamente las tensiones con el gobierno colombiano del presidente Petro.

En este escenario, la Argentina se encuentra con un margen de autonomía relativa fuera de lo común, pero la falta de una orientación clara en su política exterior que ordene diversos factores de la vida política nacional hace muy dificil aprovechar estas oportunidades. 

No obstante, dificilmente pueda capitalizarse estas ventajas circunstanciales hasta tanto no se estabilice la economía, se integren más o menos ordenadamente su territorio y su sociedad, y se rediseñen y organicen sus instituciones, en particular las agencias de esa nueva estatalidad sin la cual no hay posibilidad de responder a las necesidades urgentes y acuciantes que demanda el destino común de nuestro pueblo nación.

Argentina: estrategia o juguete del destino

Los grandes del mundo están jugando con clara determinación y cuando eso sucede un país como la Argentina debiera mantenerse expectante mas no indiferente. En ese ínterin, debe moverse rápido en el frente interno, fortaleciendo y consolidando su posición, e impulsando los motores de la prosperidad venidera que, a medida que se vaya desenvolviendo, producirá entusiasmo vis a vis desafíos (esta última expresión eufemismo de "amenaza"). 

Lo bueno es que a pesar de una dinámica política doméstica sobresaturada de sujetos descompuestos y eventos bizarros, proliferan últimamente múltiples actores dispuestos a plantear las discusiones que debieran conducir, como diría José Ortega y Gasset en su "Meditación del Pueblo Joven", a los "argentinos a las cosas".

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