Editorial
Atanor, fábrica de tóxicos: una explosión que no hace ruido
Por Leonel Mingo
A dos meses de la explosión en la fábrica de agrotóxicos de San Nicolás no hay respuestas a los vecinos.

 A dos meses de la explosión en Atanor, la fábrica de agrotóxicos ubicada en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, no hay respuestas. Quedan muchas preguntas, la incertidumbre de los vecinos, el silencio de las autoridades, y la contaminación.

Las pruebas tomadas por Greenpeace en las cercanías, tanto en las paredes de viviendas cercanas como en el suelo a 350 metros de la planta, realizadas con la cadena de custodia correspondiente y siguiendo los protocolos indicados para estos procedimientos, arrojaron resultados contundentes, que demostraron la presencia de atrazina.

La atrazina, un herbicida de uso extendido en el país, está prohibido por la Unión Europea y en más de 40 países por su toxicidad. Sin embargo, Atanor es el principal productor en el país.

En la actualidad existen dos fallos judiciales llevados adelante por el Foro Medio Ambiental de San Nicolás, que le exigen a Atanor hacer un saneamiento ambiental y responsabilizan a la empresa por realizar un daño irreparable al Río Paraná, por efectuar actividades ilegales al no contar con las habilitaciones necesarias y por exponer a la población a riesgos.

En la entrada de Atanor, un cartel cínico celebra, hasta hoy, "60 días sin accidentes", justamente los que lleva de clausura tras la explosión. Sin remate.

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La vista aérea de la planta muestra los piletones enormes con residuos y también el cambio en el color de la vegetación tras el "accidente", en los lugares alcanzados por la atrazina.

Esta semana, se dio a conocer un estudio realizado por la Autoridad del Agua de la provincia de Buenos Aires, que se adicionó como documentación a la causa histórica que tienen los vecinos contra Atanor. El análisis de las muestras arrojó como resultado que, en todos los casos, se encontraron rastros de contaminantes como la atrazina y otros agroquímicos que fabrica Atanor. El análisis de las muestras recolectadas por Greenpeace en marzo de este año arrojó resultados similares.

Como dato relevante, el agua que abastece a San Nicolás proviene 50% del acuífero Puelche y 50 % del río Paraná. Por los dos fallos de la justicia mencionados anteriormente, ya se conocía que Atanor es responsable de la contaminación del Paraná. Con este estudio de la autoridad de la provincia, queda demostrado la responsabilidad de Atanor en la contaminación del acuífero Puelche. Por lo tanto, ¿es potable el agua que consumen los vecinos?

A pesar de todo, continúa la sordera a más de 20 años de reclamos de vecinos/as y trabajadores. Un mapa plagado de cruces, realizado por los vecinos, señala las más de 200 personas fallecidas en las manzanas aledañas a la fábrica; cáncer de distinto tipo, afectaciones renales, de piel, y angustia por las pérdidas que se multiplica, es el saldo en contra de una industria que se sostiene por la falta de controles y el rendimiento agropecuario mal ejercido.

Hubo "Tres explosiones, bastante grandes, que sacudieron todo", dijeron los vecinos. "Había una nube y no se podía respirar"; "me ardían los ojos", "parecía que había nevado" "me queda dolor de cabeza hasta hoy".

Los testimonios están para quien quiera escuchar, la comunidad de San Nicolás está en riesgo por la presencia de Atrazina y el resto de productos tóxicos fabricados por Atanor, pero, ni aún con el estallido, el reclamo logra mover los resortes para que algo cambie. O mover la fábrica.

El agua está contaminada; y el aumento de casos de enfermedades, problemas respiratorios, hormonales, renales y de distinto tipo en la zona es evidente. La reacción de la comunidad tiene fuerza, resta la acción de los responsables y las autoridades para cambiar los resultados. 

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