Editorial
Los "sí, pero" definen esta elección
Por Leandro Bruni
La polarización es una fuerza poderosa. Su potencia radica en su efecto psicológico de simplificar el esfuerzo cognitivo de entender cuáles son las opciones y cómo se caracteriza cada una.

Años de polarización en Argentina moldearon la manera en que las personas se vinculan y entienden la política. Uno de los grandes beneficios de este tipo de dinámicas, en términos psicológicos, es que reduce el esfuerzo cognitivo: es blanco o negro, ellos o nosotros, los amo o los odio. Sin embargo, el desafío para la polarización aparece cuando lo blanco no termina de gustar, pero lo negro se rechaza fervientemente.

Teniendo en cuenta la dinámica electoral que permiten observar los estudios de opinión pública y resultados como los de la Provincia de Buenos Aires en agosto, la clave de este proceso electoral de cara a octubre estará puesta en lo que haga o deje de hacer el segmento de votantes proveniente de Juntos por el Cambio. Desde 2023, este segmento del electorado era el de los "sí, pero": "Me gusta el rumbo económico, pero no me gustan las formas de Milei"; "Me gusta que baje la inflación, pero no sé si esto es sostenible"; "Me gusta que tome decisiones y que tenga fuerza, pero no me gusta que no respete las instituciones y el Congreso", eran algunas de las frases más reiteradas en distintas investigaciones. Por su parte, el resto del electorado ha estado compuesto por kirchneristas convencidos, mileístas convencidos y algunos grupos marginales que aún no logran concentrar densidad electoral. Con las turbulencias económicas percibidas desde fines de 2024, los "sí, pero" comenzaron a replantearse su voto hacia el gobierno. Muchos de ellos se refugiaron en la abstención, otros en el voto en blanco y otros emigraron a otras fuerzas políticas.

En un reciente grupo focal de DeepResearch, les preguntamos a votantes del AMBA que en octubre de 2023 eligieron a Juntos por el Cambio, y mezclamos a personas que ya tenían decidido su voto para octubre de 2025 con quienes aún no lo tenían. Al incluir en la dinámica de la conversación la actitud frente al kirchnerismo (cuán anti K se sienten) y la valoración sobre la gestión de Milei (positiva/negativa), logramos identificar cuatro cuadrantes y, en ellos, cuatro tipos de electores de este segmento cambiemita.

Los "sí, pero" definen esta elección

El primer subsegmento de los votantes de Juntos por el Cambio combina un fuerte antikirchnerismo y una valoración positiva de la gestión. Valoran el orden económico y la previsibilidad en términos de reducción de la inflación y los gestos de fuerza respecto del "control de la calle y terminar con la protesta y los cortes" y la "lucha contra el delito". No ignoran las turbulencias económicas ni los escándalos que vienen sucediéndose, pero encuentran motivos para seguir votando al gobierno. Entre ellos, el más notable es el rechazo al kirchnerismo. Como dijo uno de los participantes: "Antes que votar a ellos (los kirchneristas), voto a cualquiera". En definitiva, en este subsegmento, más politizado y polarizado, tiende a prevalecer la valoración de algunas medidas, la justificación de lo malo y un rechazo al kirchnerismo.

Un segundo subsegmento valora positivamente la gestión, pero siente un rechazo menor hacia el kirchnerismo. En este grupo podría prevalecer un voto instrumental hacia Milei; es decir, al igual que en el grupo anterior, no están convencidos sobre la totalidad de lo que hace, pero la vuelta del kirchnerismo les presenta un límite. Se trata de un rechazo K más débil que en el grupo anterior, pero presente. Sin dudas, dependiendo de cuál fuese la figura kirchnerista que se presente a los comicios, este segmento podría migrar o no. Por ejemplo, la figura de CFK o Máximo Kirchner es, para ellos, un límite; otras figuras más "lavadas" podrían ser tolerables.

El tercer subsegmento siente, nuevamente, mucho rechazo por el kirchnerismo, pero, a diferencia de los anteriores, valora negativamente los resultados de la gestión de Milei. Es un segmento al cual el ajuste le impactó muy negativamente, y las turbulencias desde fines de 2024 le generan mucha incertidumbre sobre el gobierno. Sumado a ello, escándalos como los audios de Stagnuolo y Espert los alejan aún más del oficialismo. Para este segmento, la corrupción es un cable de alta tensión que queda expuesto por la crisis económica. Sin embargo, el kirchnerismo es un límite innegociable: "Estoy cansado, pero no volvería a votar a un K"; "No sé a quién votar, pero a ellos (kirchnerismo), seguro que no". Espacios como los de Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Talerico o incluso aquel que congrega a gobernadores como Pullaro y Schiaretti deberían prestarle más atención a este segmento, ya que, si el kirchnerismo es un límite para ellos, pero no están dispuestos a acompañar a Milei, probablemente se refugien en la abstención o busquen terceras fuerzas.

Por último, hay un subsegmento muy difícil para el gobierno. Son aquellos votantes de Juntos por el Cambio que valoran negativamente al gobierno y que, a su vez, tienen un antikirchnerismo más moderado. Son quienes, desde un inicio, hicieron hincapié en los aspectos más hostiles de Milei: lo que perciben como "autoritario", "antidemocrático", "violento" o "poco institucional". El kirchnerismo no es su primera opción, y sin dudas tienen muchas críticas hacia él, pero podrían considerarlo si tuvieran que contrastarlo con Milei. Es muy probable que, para el oficialismo, este segmento sea casi imposible de persuadir en 20 días. Debería haber un cambio total en Milei: en su estilo y en sus resultados. Tampoco alcanzaría un enfrentamiento agudo con el kirchnerismo.

La polarización es una fuerza poderosa. Su potencia radica en su efecto psicológico de simplificar el esfuerzo cognitivo de entender cuáles son las opciones y cómo se caracteriza cada una. Además, permite que la conexión no se base solo en argumentos, sino también en emociones. Si bien no se trata de un fenómeno novedoso en Argentina, es probable que hoy estemos viendo una crisis de la polarización, ya que la mayoría del electorado no está involucrada con ella. La abstención, el voto en blanco y las terceras opciones desafían la configuración polarizante que, desde hace varios años, parecía reinar ineludiblemente en nuestro país. Quienes están fuera de la grieta suelen ser también los más silenciosos: no gritan, no tuitean enardecidos, no responden encuestas y no asisten a las urnas. Su decisión, en este contexto, es decisiva. A casi 20 días de los comicios de octubre, resucitar la polarización en torno al antikirchnerismo y combinarla con una campaña negativa que estimule emociones como el miedo a un posible retorno K es, para Milei, la (¿única?) "bala de plata" para motivar a los votantes "sí, pero" de Juntos por el Cambio.

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