
Es muy probable que la tendencia a la polarización continúe. Entre el gobierno y el kirchnerismo superarÃan el 80% del total de votos. Muy por detrás se encuentra el PRO, con apenas un 8%, y el radicalismo de Lousteau y Manes, con un 6%. |
Para sobrevivir a los constantes desafÃos de la evolución, los seres humanos hemos necesitado tomar decisiones de manera eficiente y actuar con seguridad. Aquellos que se demoraban demasiado en pensar o dudaban sobre cómo protegerse corrÃan el riesgo de ser devorados por un depredador. Por ello, reconocer que nos equivocamos en nuestro juicio puede percibirse como una amenaza para nuestra capacidad de supervivencia, un golpe a nuestro ego evolutivo que también se refleja en la comunicación polÃtica.
En la década de 1950, el psicólogo estadounidense León Festinger acuñó en su obra A Theory of Cognitive Dissonance el concepto de disonancia cognitiva para referirse al malestar que experimentamos cuando nos enfrentamos a ideas, creencias o emociones que entran en conflicto. En el mundo polÃtico, esta disonancia nos lleva a evitar información que contradiga nuestras preferencias previas y a buscar elementos que refuercen nuestras creencias. Lo último que queremos aceptar es que nos hemos equivocado. Como lo demostró Jack Brehm en su célebre estudio de 1957, tras tomar una decisión entre dos opciones, las personas tienden a valorar más la opción elegida y a devaluar la opción rechazada para reducir la tensión cognitiva. En otras palabras, tratamos de evitar el arrepentimiento post-decisional. Por ello, intentar convencer a un votante de que cometió un error y debe cambiar su elección es, en general, un error estratégico.
Lo más importante en las estrategias de comunicación polÃtica no consiste en convencer a los electores ya decididos de que se equivocaron, sino en presentarles propuestas superadoras. No se trata de decirles: "Te equivocaste al votar a X", sino más bien: "Ahora te propongo votar por Y para mejorar lo que no se logró en estos años". Sin embargo, la crisis que enfrentan muchos espacios polÃticos a la hora de ofrecer un camino, un horizonte hacia el cual avanzar, y transmitir la esperanza de un futuro mejor, plantea un obstáculo difÃcil de superar. Este será uno de los principales desafÃos comunicacionales para los candidatos que intenten reconectar con quienes, en 2023, posibilitaron la llegada de Javier Milei a Casa Rosada, y que hoy están dudando de su voto.
Todo parece indicar que esta contienda no se caracterizará por un alto número de electores arrepentidos o indecisos. Si las elecciones legislativas se realizaran hoy, el gobierno ganarÃa cómodamente. Según el último estudio de Aresco, la proyección electoral muestra al oficialismo superando cómodamente el 40% de los votos. La evaluación de la gestión del Presidente alcanzó en enero un 60% de opiniones positivas o regular-positivas. La expectativa de una economÃa que ya se percibe más estable y de una posible mejora en las condiciones de vida sigue intacta. En contraste, el recuerdo del 25% de inflación en diciembre de 2023, el acumulado interanual superior al 200% y la percepción de un gobierno sin rumbo también permanecen en la memoria de los votantes.
Es muy probable que la tendencia a la polarización continúe. La misma encuesta de Aresco que le otorga al oficialismo casi la mitad de los votos, atribuye a un kirchnerismo que agrupe a CFK, Kicillof y Massa cerca del 36% de los sufragios, un número que, sin dudas, podrÃa entusiasmar a muchos en la oposición. En otras palabras, entre ambos espacios polÃticos superarÃan el 80% del total de votos. Muy por detrás se encuentra el PRO, con apenas un 8%, y el radicalismo de Lousteau y Manes, con un 6%. Ambas ofertas sin una clara postura que logre transmitir identidad y diferenciación tanto del mileismo como del kirchnerismo, respectivamente.
Perder tiempo intentando convencer a un elector de que se equivocó es poco estratégico. Centrar la comunicación electoral en el pasado o en criticar lo que ocurrió, sin ofrecer un camino esperanzador hacia el futuro, representa un obstáculo para reconectar con los (pocos) electores que, en la antesala de las elecciones legislativas, están arrepentidos o indecisos. En un contexto polarizado, cada elector cuenta, y los que migren de un lado hacia el otro valen doble.
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