Editorial
¿Alcanza con ser oposición?
Por Leandro Bruni
Un reciente estudio de la Universidad de San Andrés reveló que el 64% de los argentinos considera al peronismo como el principal espacio de oposición al gobierno de Javier Milei.

La mayoría de los electores no le presta demasiada atención a la política. Quizás, entre los más informados, haya un conocimiento levemente superior al promedio. Sin embargo, aquellos realmente informados, con interés y comprensión profunda, son una minoría. Es muy probable que gran parte de esa minoría esté compuesta por fanáticos o por electores con una fuerte identidad política. En otras palabras, el gran desafío de los procesos electorales es conectar con una mayoría desinteresada, y evitar caer en la tentación de hablarle únicamente a una minoría politizada que, pase lo que pase, ya tiene decidido su voto.

Uno de los atajos cognitivos que más influyen en las percepciones de los votantes -y con ello, en gran parte de su comportamiento- es la lógica del enfrentamiento. La mayoría entiende que "tal es enemigo de tal otro". Esa simplicidad, carente de matices, que reduce la política a contrastes entre blanco y negro -o, como diría Borges, "esa particular lógica que da el odio"- resulta funcional para quienes prefieren no inmiscuirse en los detalles, las propuestas o los dilemas, y dedican su tiempo a otras actividades igual de valiosas.

Un reciente estudio de la Universidad de San Andrés reveló que el 64% de los argentinos considera al peronismo como el principal espacio de oposición al gobierno de Javier Milei. Uno podría suponer que, si el oficialismo atraviesa un período difícil de cara al 2027, el próximo presidente debería surgir de ese espacio. Resultaría difícil imaginar que provenga del radicalismo (identificado como opositor solo por el 1% de los encuestados) o del PRO (3%). Sin embargo, los candidatos presidenciales no son partidos ni etiquetas, sino rostros y personas que despiertan amores y odios, más allá de su rol como oficialistas u opositores.

¿Alcanza con ser oposición?

Cristina Kirchner es quien más capitaliza su lugar como "líder de la oposición", con un 32% de respaldo entre quienes desaprueban al gobierno. Sin embargo, su imagen negativa entre estos mismos votantes alcanza el 42%, un número considerablemente alto. Es cierto que tener imagen positiva no garantiza votos, y también es verdad que el 51% de estos electores la valora positivamente. Pero si solo la votara esta mitad de los que desaprueban a Milei, su caudal se reduciría a apenas el 25% del electorado general.

El segundo nombre que surge como referente opositor es Axel Kicillof, con un 20%. Su imagen positiva y negativa guarda similitudes con la de CFK. Un dato interesante del estudio es que el tercer lugar en liderazgo opositor lo ocupa una incógnita: "no hay un líder de la oposición" (19%). Ese vacío refleja la falta de claridad entre muchos votantes que, pese a su descontento con Milei, no logran identificar quién representa su contracara. Este fenómeno no es solo responsabilidad del electorado, sino el resultado de la disputa no resuelta entre el Instituto Patria y la gobernación bonaerense. En definitiva, se trata de uno de los principales activos del oficialismo: si el voto opositor se fragmenta, se diluye o se enreda en internas estériles, el gobierno tendrá el camino despejado.

Un reciente grupo focal realizado por DeepResearch entre centennials kirchneristas del AMBA reveló el desconcierto que provoca la tensión entre CFK y Kicillof. La idealización del pasado, encarnado en la figura de Cristina, sigue siendo incuestionable para los jóvenes. Pero las internas del presente ensombrecen el horizonte. El estudio sugiere que CFK ya no es percibida como una líder de futuro, pero tampoco está claro quién podría ocupar ese lugar. La figura de Axel aparece como una etapa de transición: alguien que aún no termina de consolidarse. Los votantes esperan de él un gesto de rebeldía, fuerza y coraje, pero también de respeto y admiración hacia Cristina.

¿Alcanza con ser oposición?

El proceso electoral de este año todavía está abierto. Casi un 20% de los votantes aún no decidió su voto. El turbulento primer trimestre expuso debilidades del gobierno, pero enfrente persisten tensiones irresueltas que debilitan las candidaturas opositoras. Probablemente, uno de los principales ordenadores de este escenario enmarañado sean los resultados de las -más que simbólicas- elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y en provincias como Santa Fe.

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