Editorial
Los tres tristes traumas del peronismo
Por Juan Arrizabalaga
El bastón de mariscal, en manos de las dirigencias de los 80, no se suelta ni se presta por ahora.

La interna del peronismo desató los fantasmas de antaño. Más allá de la rosca y los intereses en juego, más allá de la complejidad y la oscuridad detrás de la escena, y más cerca de la sociología política, aparecen los tres tristes traumas del peronismo.

Trasvasamiento generacional

El primer trauma es el famoso trasvasamiento generacional. Aquello que al inicio de los ‘70 funcionó como ariete, como código de contraseña, que alentó a toda una generación a sumarse al peronismo y el movimiento de liberación nacional y social, terminó como una imposibilidad histórica por no decir cómo una tragedia. Aquella maravillosa juventud o formaciones especiales, quienes lucharon como pocos por el regreso del líder, aquellas juventudes fueron quedando opacadas y excluidas del poder político ya con Perón en el poder, y además atacadas criminalmente por la derecha peronista de la Triple A. El trasvasamiento generacional no sucedió. La dictadura genocida, por su parte, terminó con todo experimento político nacional-popular y revolucionario, con toda una generación de cuadros, y se encargó también de dejar vivos a algunos sectores que después encarnaron el peronismo neoliberal. Hoy, salvando grandes distancias, parece que aquella maravillosa juventud, que también se alentó a participar en la década ganada y en los diversos movimientos sociales, no encontrará fácilmente el espacio para ese trasvasamiento. El bastón de mariscal, en manos de las dirigencias de los 80, no se suelta ni se presta por ahora.

Hacer tronar el escarmiento

El trasvasamiento generacional no fue el único código de contraseña o clima de época. Las tensiones internas en el gobierno de Perón, que eran también las de la sociedad toda, y que existían previamente, explotaron en aquella plaza. Expulsar de la Plaza a los indeseables, a quienes no cierran con las decisiones del liderazgo, hacer tronar el escarmiento, tratar de infiltrados, de imberbes, de no peronistas, todo aquello que se transformó en un modismo, persigue aún al campo popular y nacional hasta la actualidad, y es usado según a conveniencia. Todo aquello parece revivir en las circunstancias actuales. La discusión y las disputas internas, abordadas en lo público, desde posturas morales absolutas del bien y el mal, de honestos contra los Judas y Poncio Pilatos, de leales y traidores, de operativo clamor contra operativo escarmiento, de tiempistas y apresurados, nunca tuvo buenos frutos en el peronismo.

El liderazgo y el traspaso

Hay un problema con los liderazgos en el peronismo, aunque vale decir que en todo caso no es un problema que le pertenezca exclusivamente. Es un problema de los procesos nacional populares en nuestra región. Sin embargo, la memoria histórica del peronismo anclada en aquel retorno del líder, que fue también la instauración de la lógica del retorno transformado en un modo de la política en sí mismo, y en un liderazgo que se precia de absoluto, al estilo de creer o reventar, dejaron una marca de agua. El problema hoy es saber cuál es el rol del liderazgo principal. Perón falleció y no había señal alguna de un recambio de liderazgo lo que lo conducía inevitablemente a una crisis estratégica. Néstor también falleció, pero emergió Cristina. El peronismo actual, sin embargo, no tiene discutido, ni mucho menos acordado, como saldar un traspaso y una transición de liderazgo, sin que medie una tragedia. Y menos aún, después de una crisis y una derrota política. Entre un bastón que no se suelta y los intentos erráticos de quienes buscan o han buscado una jubilación anticipada del liderazgo, las dirigencias políticas del campo de lo nacional popular no ayudan a resolver un problema esencial de la política. La derecha y el poder real, sí tienen decidido cómo hacerlo.

Escenarios

Podríamos sumar más elementos. Al fin y al cabo, un cuarto aspecto podría tratarse de la necesaria ampliación y actualización doctrinaria, porque la crisis actual de lo nacional popular es también una crisis teórica, ideológica y doctrinal. Algo que el peronismo no sabe ni quiere afrontar.

Con la crisis argentina detrás y la derrota política como bisagra, con una situación social y nacional en caída libre, con un escenario donde comienzan a expresarse las broncas contra el diluvio libertario, el peronismo y el más amplio campo popular se aproximan a la disputa conflictiva de los liderazgos, sin discusión seria sobre un nuevo horizonte de país y de sociedad, sin discusión de un nuevo proyecto político y programático alguno.

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